Capítulo 11

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Dejé que Yoyo estuviera sólo. No quiera molestarlo y por más que intente hablar con el se que no me abrirá la puerta.

Con un largo suspiro me alejé del escalón e inicie con las tareas

Saque del bolso que ocupo para la escuela, mi laptop junto con su cable.

Prendí el ordenador buscando los apuntes de mis primeras clases que eran muy pocas.

Nunca eh tenido buenas notas pero tampoco es que sea tan mala para el estudio.

Con algo de música de mi playlist de Spotify me concentré en lo que tenía que hacer.

...

Pasaron al rededor de treinta minutos para terminar con todas las tareas que tenía, básicamente no tenía mucho que hacer puesto que era el primer día del nuevo curso.

Mi hermano aún no bajaba y no emitía ningún signo de vida, pero se lo tragón que puede llegar a ser y en estos momentos puede que tenga hambre.

Revisé la hora en mi celular y no era tan tarde como creía, el cielo nublado daba la sensación de ser más tarde.

Dejé mi celular aún lado y fui a la parte de la cocina que la utilizo muy poco, no suelo preparar comida ya que la mayoría de veces como en cafeterías o pido servicio a domicilio.

Saque el uno de los sartenes que tenía y abrí el refrigerador.

Me quedé parada en frente del refrigerador, pensando que hacer cuando mi celular empezó a sonar.

Cerré el refrigerador y fui corriendo a la sala buscando mi celular.

Me puse nerviosa en cuanto ví de quién se trataba.

El celular dejó de sonar por un rato para que a los pocos segundos sonará nuevamente.

Tragué saliva.

— Hola, cuánto tiempo sin hablar, a pasado mucho tiempo. ¿No creés mamá?— el reproche era notable en mi voz.

La voz cansada de mi mamá sonó en cuanto terminé esa frase.

—No tenemos tiempo para tus reclamos Alice, tu padre y yo estamos muy preocupados por tu hermano se escapó del internado sin decir nada.

— Vaya...— suspiré — Ahora si que no se como ayudarlos.— traté de que mi voz sonará sin importancia.

— Alice, no nos mientas— advirtió otra voz que pertenecía a mi padre.

— Ah ¡hola papá! Yo estoy muy bien. Enserio, no te hubieras preocupado en preguntar.

Lo conocía y aún que no lo estuviera viendo sabía que se estaba sosteniendo el tabique de la nariz tratando de guardar la paciencia.

Si en algo me parecía a mi padre era en el carácter y en el color de los ojos.

Mi padre es un hombre de carácter demasiado fuerte que lo hace perfecto para los negocios además de que es demasiado inteligente y siempre transmite una sensación de elegancia y frialdad.

Por su parte mi madre era una mujer muy bella e igual de inteligente que mi padre, en sus tiempos de juventud era una cotizada modelo y eso le sirvió para crear su propia industria del maquillaje y su imperio de ropa, al igual que mi padre ella también impone mucha elegancia y belleza, nunca la eh visto mal arreglada, sus ojos color esmeralda iguales a los de mi hermano hacen juego con sus delicadas facciones.

La voz de mi madre volvió a aparecer

— Quiero hablar con tu hermano. Pásamelo.

— Pero mamá, ya les dije que el no está conmigo.

— Esto no es juego Alice. Por ser menor de edad tu hermano tuvo que recurrir a la tarjeta que le dimos por lo tanto no me costó nada de trabajo rastrear la tarjeta y saber que vuelo tomó.

Ese tonto, como se le ocurre pagar con la tarjeta que le dieron.

— Y bien, ya me lo vas a pasar o quieres seguir perdiendo el tiempo solapandolo, cosa que es inútil ya.

— Les soy honesta él no ha querido hablar conmigo, y menos con ustedes. Pero pienso que sus razones tuvo que tener para salirse y estoy segura que ustedes son una de ellas.

Una amarga risa de mi padre se escuchó.

—¿ Nosotros?, ¿Es nuestra culpa? ¡Por favor Alice! Trabajamos para darles todo hasta más, casa capricho tuyo y de tú hermano se les da.

Apreté el celular con más fuerza y las lágrimas empezaban a caer sin que pudiera detenerlas.

—¿ Sé han preguntado alguna vez si estamos bien ? Ustedes están tan ocupados en sus negocios que no tienen tiempo de una llamada o de un simple mensaje para saber como estamos.

No supe su respuesta porque colgué enseguida.

Josafat apareció asomándose en las escaleras y me dió una sonrisa triste.

—Te quiero hermana, gracias.

—No me lo agradezcas, a veces siento lo mismo que tú.

Volteó a ver a la cocina.

—Te ayudo, ya se que no sabes cocinar ni un huevo.

Comenzó a avanzar a la cocina y yo hice una falsa indicación poniendo una mano en mi pecho.

— Y supongo que tú si.

— Creo saber más que tú.— dijo abriendo el refrigerador.

— En mi escuela nos dan talleres de cocina.

— Para la millonada de colegiatura que pagan deberían enseñarte hasta volar.

Puso algunos ingredientes en la barra.

— No me gusta estar tan lejos de casa aunque no estés tu o mis papás, están mis amigos.

— Hablando de eso, que tal todo con Anne y de tú otra amiga, nunca me aprendí su nombre.

—Ya no somos amigas.— dije sin más mirando mis tenis.

Después de unos segundos me respondió.

— Vaya. Eso sí que me sorprende, ustedes eran muy amigas.

—Pero no más, nunca lo fueron sólo fingían.

—¿Quieres contarme que te hicieron esas brujas?

— ¿Me quieres contar la razón por la que te escapaste del colegio?

—picas la cebolla.

—Esta bien.

...

Terminamos de cenar y de levantar la cocina.

Yoyo ya se había ido a el cuarto de huéspedes y yo estaba en la orilla de mi cama con una mascarilla.

Si que fue un día difícil.

Conocí a ese idiota llamado Liam

Ver de nuevo a Anne.

Ser voluntaria y resibir tutorías en la biblioteca.

La llegada de mi hermano.

Y la pelea con mis padres.

Todo en un día.

¿Qué me espera mañana?.

Y con eso en mente me fui a dormir



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⏰ Última actualización: Jul 01, 2020 ⏰

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