Capitulo único.

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Llegó la hora.

Adrien sentía que en cualquier momento su corazón dejaría de latir. No podía creer que todo esto estuviese pasando.

Recorrió la iglesia de Saint-Étienne-duMont  con la mirada; todo estaba hermoso. Tulipanes adornaban el lugar, junto con telas en blanco, azul celeste y dorado; colores que lo habrían relajado en otra ocasión. Sin embargo se encontraba con un nudo en la garganta y no se refería al de la corbata que llevaba  precisamente. Cerró los ojos en un intento por serenarse y respiró profundamente.

Volvió a contemplar el entorno. Lo primero que vio fue a la señora Sabine, quién se le notaba una mirada de alegría y orgullo, no era para menos, después de todo su única hija iba a casarse; suponía que Tom estaba con Marinette para escoltarla al altar.

Siguió observando.

Muchos de sus amigos de la secundaria se encontraban allí. Iván junto a Mylene, quienes esperaban su primer bebé; el rubio sonrió con melancolía al ver la mirada de profundo amor que se dedicaban, y que con el pasar de los años no se extinguía. Alix tenía una plática con Rose, ésta última mirando alrededor con una alegría poco contenida, bien sabía que la rubia amaba todo lo que tenía que ver con romance. Chloe tenía una conversación con Kagami, a pesar del tiempo aún le sorprendía que éstas dos se hicieran amigas, Marinette tuvo que ver en ello. Max, Kim, Nathaniel y Marc  estaban al fondo. También se veían felices por los acontecimientos. Por lo que Adrien intentó plasmar en su rostro la mejor sonrisa que tenía.

Pensó en Marinette. Aquella preciosa mujer que ponía su mundo de cabeza. La mujer que amaba con todo su corazón.

Recordó cuando la conoció, su primer día en una escuela. Las cosas no habían resultado bien, hubo un malentendido que para su buena suerte  pudieron resolver. Admiraba lo altruista que era y seguía siendo, siempre dispuesta a hacer lo imposible por ayudar a un amigo, cómo aquella vez en qué Juleka no pudo salir en la foto escolar, o cuando unió a Nath y a Marc para que trabajaran juntos en su cómic; Cómo esos habían muchos escenarios. Sin embargo su favorito siempre sería aquella vez que se enfrentó a su padre por ser tan estricto y poco flexible con él.

—Adrien es un excelente chico que sólo se preocupa por complacerlo a usted, quién nunca le da la libertad para hacer algo qué él desee. — había dicho la azabache frente a su padre, con una postura firme, poco usual en ella — Cada ser humano tiene su propia manera de pensar y deseos propios ¿Acaso le gusta ver a su hijo siendo infeliz? Espero que no.

Obviamente a Gabriel Agreste aquello no le gustó. No estaba acostumbrado a que nadie le llevase la contraria, mucho menos que le dijeran cómo actuar. Mas notó que su padre le comenzó a dar más libertad reduciendo las horas de sus clases extraescolares y permitiéndole salir de vez en cuando con sus amigos. Incluso permitió por primera vez que tuviese visitas. En una de ellas el Agreste mayor sorprendió a Marinette trazando los diseños de los trajes que debían usar para una obra de teatro.

—Tiene usted un gran talento señorita Dupain-Cheng. Si continua así podría trabajar para mí en un futuro.

Y Gabriel cumplió. Nombrada por el mismo como una de sus mejores diseñadoras. Pero también como una amiga que ayudó a calmar su carácter por el bien de su hijo.

El diseñador también se encontraba en la iglesia, mirando al frente en una postura rígida con Nathalie a su lado. Según sabía él le había regalado el vestido a su amada.

Esa chica podía llegar a ser una caja de sorpresas. Era firme con sus decisiones, pero cuando se ponía nerviosa tendía a tartamudear y sonrojarse. El adoraba esos sonrojos, pues le recordaban sus días de instituto donde los primeros años ella se mostraba nerviosa ante su presencia, y siempre supuso que era por ser el hijo de su diseñador favorito. Cuán equivocado estaba.

Espectador (OS) ¿Adrinette/Lukanette?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora