I. Dios está en su cielo; todo está bien con el Mundo

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Hange administró a Eren la sangre de Zeke y la de Mikasa, tal como Pieck le había dicho que lo hiciera.

Aquella alianza había resultado mucho más beneficiosa de lo que esperaba, puesto que al fin había logrado convencer a Zeke de sus motivos.

Ojalá alguien le hubiera dicho que tenía que hablarle; fue la única que había cambiado todos sus argumentos, los había rechazado con los propios y había dado vuelta a su universo en el sentido más básico, porque si lo que había hecho Eren había cambiado el curso del destino de la humanidad, entonces él también tenía una última oportunidad de alargar su vida, de tal manera que podría vivirla. Pieck se encargaría de eso. ¿Quien hubiera pensado que sería tan sencillo?

Hange sonrió mientras observaba a Eren. Parecía más el muchachito aguerrido y un poco hosco pero de buen ánimo que había decidido entrar al extinto Escuadrón de Reconocimiento. Aquello no solo no existía más, sino que nadie en él, a excepción de algunos de los sobrevivientes, habían pertenecido a éste en otros tiempos, en sus últimos tiempos. La decadencia a la que Erwin Smith se resistió y logró evadir, cumpliendo el único sueño que acariciaba en secreto, dando su vida para cumplirlo.

Levi a su vez, no quitó sus ojos de encima de Hange, aunque solo podía verla con uno solo. Era verdad que ahora todo había cambiado.

¿Qué haría? ¿Qué sería de él? Estaba algo lisiado y aunque nunca tuvo problemas para valerse por sí mismo, también era verdad que nunca antes de ese momento le faltaban dedos ni un ojo. Sus piernas se recuperaron y su capacidad regenerativa ayudó a su recuperación pese a su edad, aunque le impidió ayudar al proyecto de Hange que, celosamente no compartió con él hasta muchos años después de entonces.

Sus ojos se desviaron hacia Mikasa, que yacía, dormida, en la cama junto a la de Eren, que a su vez también la observaba inquisidoramente. Aquella mujer había sufrido demasiadas pérdidas demasiado joven.

En el transcurso de los acontecimientos que fue descubriendo sobre ambos jóvenes, Levi Ackerman entendió que el lazo de Mikasa hacia Eren no fue más fuerte que el de él hacia ella, pero también supo que eran demasiado jóvenes y estúpidos para siquiera ponerlo en perspectiva. Mikasa lo protegió incluso de él mismo hasta que literalmente no pudo hacerlo más por su rotundo y radical cambio de corazón aparente, en tanto él arriesgó todo para cambiar el mundo entero y mantenerla con vida.

Eren había matado a varios hombres para salvarla, siendo una niña. Eren le dio la motivación a su despertar. Eren era la persona que empujaba a Mikasa a ser más fuerte y eficaz que nadie.

Mikasa era todo para Eren, y si bien había sido un excelente actor ocultándolo, no lo fue suficiente para que Levi no pudiera verlo debajo de su armadura, como si leyera en él.

Ambos habían cambiado y se habían hecho adultos sin darse apenas cuenta de quienes y como eran. No habían tenido la oportunidad gradual de transformarse a ojos vistas de todos ni de cambiar de a poco y ajustarse al mundo.

El mundo podía no existir siquiera para ver ese momento y ellos tampoco.

- ¿Qué te pasa, Levi? - Hange preguntó. Parecía pensativa y se acercó analizando las heridas que casi sanaban ya en el rostro del capitán.

- ¿Qué iba a pasarme? Sólo espero que termines con los mocosos. Quiero salir de aquí, comienzo a odiar el olor a hospital...

- ¡¿QUÉ?! ¿Donde tienes al verdadero Levi? - Hange bromeó y rió luego. Su risa despertó a la joven asiática, que, pálida, se irguió y permaneció sentada con el cabello ligeramente aplastado con la almohada, cayéndole, brillante y pesado a la espalda.

¿Es cierto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora