Desde que se había mudado a National City, hacía casi ya un mes, iba todas las mañanas a la misma cafetería. La misma hora, el mismo café. Americano grande. Un acto nada extraordinario ni reseñable si no fuera porque como todos los días, allí estaba ella. Pelo largo recogido en una coleta. Gafas de pasta. Un poco patosa. No sabría decir exactamente cuándo comenzó a fijarse en ella, pero sí por qué. Saludaba a la camarera, le sonreía, le daba las gracias y le deseaba un buen día. Era la única que hacía eso. Los demás entraban apurados y sin levantar la vista de sus pantallas. Sabían que llegaban tarde a trabajar, pero estaban necesitados de un café que les ayudase a llegar al final del día. Lena pertenecía al primer grupo hasta que se percató de la presencia de la chica rubia.
- ¡Gracias! - Le dijo a la camarera cuando le sirvió un café. – Buen día. – La sonrisa de su cara tan radiante como siempre.
La camarera le sonrió y le respondió lo mismo. Cogió el café y la bolsa con un muffin. Se dio la vuelta sin darse cuenta de que Lena estaba justo detrás y chocó con su cuerpo. Por suerte, no hubo ningún desastre que lamentar.
La chica miró a Lena. Se sonrojó por la torpeza y se colocó bien las gafas. – Lo siento mucho. No te había visto.
Por su parte, Lena encontraba la escena divertida. Sin conocerla de nada, tenía el presentimiento de que estos tropiezos no eran algo aislado. – No pasa nada. – Lena le sonrió para acompañar sus palabras y asegurarle que, efectivamente, no pasaba nada.
Al día siguiente, cuando pasó al lado de Lena con su café y su bollo, agachó la cabeza con timidez. Lena la saludó igualmente, a cambio, obtuvo una sonrisa. Al siguiente, fue la chica quien le saludó primero. Fue el viernes cuando supo cual era su nombre.
- Lo de siempre – le dijo a la camarera. Lena estaba detrás en la cola. Juraba que no lo hacía a propósito, pero la casualidad quería que siempre coincidieran así. No pensaba quejarse.
Mientras la camarera se fue a prepararlo, la chica rubia buscó en su bolso lo que Lena supuso que era su cartera.
- Mierda... - La escuché decir por lo bajo mientras seguía sacando cosas del bolso. El móvil, el ordenador, un pañuelo... Nada.
Entre medias llegó la camarera con su café.
- Me olvidé la car...
- Cóbramelo con lo mío - dijo Lena interviniendo.
La chica se giró y se colocó bien las gafas. Ahí es cuando Lena se dio cuenta de que hacía ese gesto siempre que estaba nerviosa y no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa.
- De verdad, que no es necesario. Seguro que tengo la cartera por aquí en algún lugar...
- O tienes el bolso de Mary Poppins o creo que ahí ya buscaste lo suficiente. – Lena no podía evitar reírse. - Y bajo ningún concepto puedo dejarte ir al trabajo sin haberte tomado un café. Seguro que alguna vida correría peligro. – dijo fingiendo seriedad.
- Sólo soy una periodista. – dijo con timidez.
- Pues con más razón.
- Gracias. – dijo. Su tono sonó sincero. Lena se deshizo un poquito por dentro y se quedó embobada mirando sus labios y la forma que tenían de sonreírle. Cuando se dio cuenta, temió que se le notase demasiado que le gustaba esta chica y guardó la compostura. – Me llamo Kara.
- Lena. – Prefirió no hacer público su apellido. Le gustaba la sensación de anonimidad que tenía en National City y no quería perderla aún. Nadie aquí la conocía, ni a ella, ni a su familia.
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Un café y un donuts
FanfictionKara y Lena se conocen en una cafetería pero las cosas no salen como ninguna de las dos desearía. ¿O sí?