Capítulo 1

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"Harry, no otra tienda." Severus miró alrededor del centro comercial muggle. Tan solo estaba agradecido de que no era Navidad.

"Solo una más. Es una tienda de Halloween." Harry empezó a dirigirse a la tienda a la que en realidad quería ir. Como fuese, él ya sabía que Severus odiaba ir de compras frívolamente. Había animado a Severus a comprar algunos jeans muggle y camisas para cuando tuviesen que salir. No quería admitir ante Severus cuanto amaba verlo en ellos. Lo estaba dejando como última opción para hacer que el hombre comprase más.

"Harry, ya quiero ir a casa." Severus alzó las numerosas bolsas de compras. Deseaba poder reducirlas, pero no había podido encontrar un espacio donde sacar su varita. "Dijiste que no tomaría mucho tiempo, pero ya vamos más de lo que nunca imagine."

"Te recompensaré esta noche. ¿Por favor?"

Severus suspiró, pero asintió con la cabeza. Se dirigieron hacia la tienda de Halloween. "Solo iré a ver los dulces y tomar una nueva bandeja." Harry desapareció mientras dejaba a Severus en el frente de las tiendas.

Severus vio como un pequeño iba hacia donde el estaba  y decidido a no  oír sus berridos, ingresó a la tienda. Fue al primer pasillo, pero no encontró nada interesante, todo eran decoraciones de papel. Giró para ir al siguiente pasillo, se detuvo conforme vio la variedad de calderos, velas y botellas.

Se sacó la lotería, pensó. Se dirigió al frente de la tienda y tomo un cochecito, fue directo al segundo pasillo. Empezó a mirar los diferentes tipos de velas, todas negras. Nunca podía encontrar velas negras en ninguna de las tiendas de magos para el uso diario. Solo tenían las que eran hechas para ceremonias y rituales, puso unas cuantas en el carrito.

Severus empujó un poco el carro y observó todas las botellas que había con advertencias en ellas, tomó unas cuantas de cada una. Las iba a poner en los estantes de su oficina, seguro sus estudiantes pensarían que eran reales. Agarró unas cuantas de las que lucían como sus botellas de pociones normales, dio un paso atrás para asegurarse que no olvidaba nada mientras le daba una segunda mirada a su carrito y lo que quedaba en los estantes.

Siguió avanzando un poco más pasando a través de distintos tipos de calderos de plástico, iba a poder usarlos para tantas cosas diferentes. Ya hasta estaba imaginado donde acomodarlas en su laboratorio de pociones, así como en su oficina. Se preguntó si a algunas de sus arañas les gustaría una nueva casa. Le gustó la variedad de tamaños, agarró unos cuantos para agregarlos al carro. ¿Tal vez debería tomar unas cuantas para hacerle una broma a Minerva?

No podía esperar para ver de arriba a abajo los otros pasillos conforme doblaba la esquina para ir al siguiente corredor. Se detuvo y pensó que había muerto he ido al cielo. Estaba mirando toda clase de decoraciones de Halloween para casas, una gran variedad de contenedores de plásticos y vidrios. Empezó a imaginar su laboratorio conforme seguía por el corredor, tomando cerca de dos contenedores de cada tipo. Miró su carrito y lo llevó al frente de la tienda.

"¿Puedo dejar este y tomar otro?"

"¿Le gustaría que despeje los productos?" La empleada observó el coche repleto.

"No, quiero comprar todo eso. Es solo que ya no tengo espacio." No espero por una respuesta y tomo otro carro mientras la empleada le miraba algo aturdida y asentía.

Regresó al pasillo de los contenedores. No podía creer la variedad de contenedores negros, siguió tomando sus nuevos depósitos para su laboratorio. Eran todos herméticos y de toda clase de tamaños. Ya no tendría que cortar algunos productos para poder almacenarlos, ahora incluso podría mantener los ingredientes húmedos, todo eso sin preocuparse de que la magia los afectase.

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