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Con Duncan las cosas eran extrañas. Había pasado meses estudiando a Jean. Su carrera, sus negocios legítimos,sus pasatiempos. Cada cita era una oportunidad de diseccionar la información que el otro le daba y usarla para su beneficio. De encontrar en cada referencia lo que al otro le gustaba, que vino ordenaba con la comida, quería que supiera que lo sabía todo, quería que se diera cuenta de su interés.

Originalmente la idea era tener un novio con dinero que pudiera costearle las cosas que le gustaban. Adam no podía pedirle dinero a su madre, no cuándo ella prácticamente lo desheredó cuando decidió estudiar periodismo. Adam no pensaba trabajar como muchos de sus compañeros en tiendas o algo similar, según él tenía demasiada dignidad.

Jean era la oportunidad perfecta, le compraba ropa, zapatos, joyería, le llevaba a comer a los mejores lugares y se movía en autos de lujo. Pero la cosa se había salido de control. Había peleas, gritos. Reglas, más y más reglas, que limitaban la vida de Adam, que le asustaban. Algunas eran sencillamente crueles, otras le robaban todo poder que hubiera tenido alguna vez. Para cuándo no tenía ni la posibilidad de decidir... era tarde estaba enamorado.

La primera vez que lo dejó había sido luego de una pelea llena de gritos que había terminado con Adam en el suelo, la mesa de vidrio hecha pedazos debajo de él. Sentía el vidrio que hacía sangrar su brazo, sentía la humedad de la sangre escurriendo por él hasta el suelo. Pero no fue eso lo que le rompió el corazón, fue que cuando Jean se disculpó prometió que jamás sucedería de nuevo. La realidad es que apenas una semana más tarde la historia se repitió, y Adam, que renunciaba a todo lo que no le llevará a dónde quería estar, no podía vivir así.

—¿Cómo llegaste aquí? Es decir... Este pueblo es pequeño y tú un chico de ciudad, con 6 meses de embarazo y ningún Alfa.

Adam bostezó, tenía sueño todos los días, todo el maldito día. Estar acurrucado contra el aroma a Alfa de Duncan, cálido y reconfortante no ayudaba mucho a mantenerle despierto. Se sentía como un crío, seguro, sin preocupación alguna. ¿Qué tipo de utilidad podían tener esas hormonas el la creación de un bebé? Sabía que la pregunta llegaría, había muchas preguntas que él quería hacer también.

—¿Es oficial? ¿Estamos saliendo? —Dijo contraatacando con otra pregunta.

Es decir, llevaban casi 2 meses teniendo sexo en su casa o en la de Duncan, durmiendo juntos, comiendo juntos, mirando películas juntos en la silla del mayor, con Rusty moviendo la cola en su enorme cama a su lado. Más sorprendente aún era que no parecía importarle que cada mes Adam crecía para convertirse en una foca pequeña, su hijo ahora de seis meses, sano y ya bien acomodado en un vientre que era imposible de ocultar

.— ¿O ya nos terminamos otros temas de conversación?

—Quiero saber más de tí. Hace dos años te habría echado de mi vida...Tantas complicaciones innecesarias, que no justificaría la compañía, pero no tengo deseo de separarme de tí. —Dijo el Alfa, sacó un cigarro de la cajetilla y lo olfateo un momento antes de ponerlo de vuelta. Adam sonrió ante el gesto, Duncan jamás fumaba cerca de él y del bebé, incluso si a veces parecía muy ansioso por hacerlo.

Para Duncan no era gran cosa, estaba bien, podía renunciar al tabaco con tal de seguir así, recostado sin otra prenda que su ropa interior, acariciando con su mano libre el muslo de Adam, que llevaba encima una camisa suya, leyendo una revista en la cama del mayor, su vientre estirando la tela. A una parte de su cerebro gustaba de imaginar que ese bebé era suyo, que ese omega al que rápidamente se apegaba estaba creciendo con el peso de su hijo. Poder pasar sus manos, en el roce más delicado que era capaz de ofrecer, por el abultado vientre le hacía sentir completo, al principio pudo ver la duda y la desconfianza en Adam cuando llevó sus manos a esa parte de su cuerpo, pero en poco tiempo se acostumbró, dejando que su toque fuera un suave arrullo para los dos, el hermoso omega y al cachorro, un cachorro que no llevaba su sangre pero cuyo aroma ya podía reconocer cuando estaba cerca. Era la fantasía privada de quien jamás había tenido la oportunidad de tener una familia... esta no era una mala alternativa.

En un pueblo pequeñoWhere stories live. Discover now