❝ En donde Bakugou es llevado por sus amigos a un burdel y conoce a Kirishima, quien le brindó sus servicios. ❞
ʚ◍ɞ Bakugou top! Kirishima bottom!
ʚ◍ɞ Los personajes pertenecer a Kohei Horikoshi.
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Bakugou suspiró cerrando la puerta de su apartamento, lanzó sin cuidado alguno las llaves, mismas que cayeron en la pequeña mesa que se ubicaba al lado de la puerta; acababa de terminar su turno, no hubieron grandes problemas con villanos, fue una noche tranquila. Realmente el rubio no tenía ganas de regresar a la soledad de su hogar, con rapidez entró a su habitación y cambió su ropa por un cómodo short y una camiseta negra.
La vida del joven de quirk explosivo no lograba llenarlo, si bien sus padres se encargaron de cuidarlo, brindándole una infancia tranquila —aún con el carácter de su madre, que se parecía al suyo—, desde muy niño supo que quería convertirse en un héroe, todos solían decirle que su poder era indicado para ello, creció con esa idea en mente; se esforzó para lograr entrar a la AU, la mejor academia de superhéroes, creyó que destacaría y verían su potencial, sin embargo alguien se interpuso en su camino, Midoriya Izuku, aquel chico que no poseía quirk alguno y que de algún modo ingresó a tan prestigiosa escuela.
La rivalidad de Katsuki hacia Deku no hizo más que aumentar con el paso de los años, peor al enterarse que heredó el poder de All Might, símbolo de la paz, el héroe que tanto admiraba; se juró a sí mismo mejorar y de esa forma demostrarle a todos que él sería el mejor héroe, su meta estaba fijada y no descansaría hasta cumplirla. Así pasaron los años, siendo reclutado por la agencia de Best Jeanest, para la cual actualmente trabajaba.
No todo era tan malo, en la AU encontró unos buenos amigos, aunque nunca se los diría directamente, su orgullo no se lo permitiría. Mina Ashido, Sero Hanta y Kaminari Denki, los únicos que soportaban su mal humor, desplantes y poca paciencia, en sus tiempos libres solían reunirse, de cierta forma, Bakugou agradecía no estar completamente sólo, contar con el apoyo de ese trío de cabezas huecas.
La noche pasó, el ojicarmín despertó puntualmente a las siete de la mañana, preparó su desayuno y comió en el sillón mientras veía un canal al azar, lavó cada traste que usó. Los días libres que muchos disfrutaban, eran una tortura para el héroe, la monotonía pintaba cada uno de ellos, quedarse en casa y hacer nada, en eso se resumían esos descansos. Su celular sonó, interrumpiendo sus negativos pensamientos, sin ganas, contestó.
—¿Quién habla? —preguntó con rudeza.
—Bakugou, ¡qué alegría escucharte! —la tan conocida voz de Mina se escuchó a través del parlante—. Sé que sonará repentino, pero aprovechando que este fin de semana no tendrás trabajo, pensé que sería genial si nos reunimos y salimos.
—No, gracias —negó a punto de colgar.
—Por favor, te prometo que no te arrepentirás —pidió—. ¿O es acaso que el bebé tiene miedo? —jugó su última y más peligroso movimiento.
—¡Yo no tengo miedo, idiota! —gritó el rubio apretando con fuerza el celular.
—Es bueno saberlo —rió Asido—. Iremos por ti a las ocho, hasta lo noche —se despidió la mujer.
