Ashikabi no Shinobi

Prologo

Fue con un tirón que se despertó sobresaltado. Por un momento, el hombre se preguntó dónde estaría. Solo tomó una rápida mirada alrededor, viendo los dos asientos a su izquierda y las muchas filas de asientos delante y detrás de él llenas de personas que el hombre comenzó a darse cuenta de dónde estaba.

Así es, estaba en un avión que viajaba desde Los Ángeles, California, hasta Shinto Teito, Japón, la nueva capital de Japón. Los puntales de aterrizaje que golpean la pista deben haberlo despertado.

Lástima, también estaba teniendo un sueño bastante bueno.

Un tintineo llenó el aire antes de que la agradable voz de la azafata comenzara a hablar. "Ahora hemos llegado a Shinto Teito. Por favor, quédese sentado hasta que el avión haya atracado con seguridad. Gracias por volar en el aire de Tokio y que tenga un gran día".

Suspirando, el hombre se relajó en su asiento y miró por la ventana. Afuera había una gran cantidad de actividad, ya que el avión en el que viajaba hacía su camino inexorable hacia la estación de acoplamiento que se conectaría con la puerta y permitiría la descarga de los pasajeros. La ventana estaba muy clara, sin un tinte, pero todavía podía ver su reflejo en el espejo. La vista de su familiar fregona rubia puntiaguda con el flequillo largo de la mandíbula y un flequillo que se cernía sobre dos orbes azules celestes le resultaba tan familiar como las tres marcas de bigotes que se alineaban a cada lado de su rostro.

Pasó un buen rato antes de que se les permitiera irse, y el rubio dejó que sus pensamientos vagaran. Shinto Teito, recientemente renombrada capital de Japón, el origen técnico de su nacimiento. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que había pisado su suelo?

"Demasiado tiempo", murmuró para sí mismo. Sin embargo, no debe haber estado lo suficientemente callado, porque los caballeros de aspecto más viejo a su lado giraron una mirada inquisitiva.

"¿Dijiste algo, joven?"

"Ah", el rubio hizo una pausa por un momento, sorprendido de haber verbalizado sus pensamientos. Pasó tan poco tiempo con los demás, a excepción de la aventura ocasional de una noche, que ya no estaba acostumbrado a interactuar o incluso estar cerca de los demás. Últimamente, incluso había comenzado a captar el tic verbal de hablar consigo mismo.

Quizás era una forma de ayudarlo a mantener la cordura.

"Estaba pensando en cuánto tiempo ha pasado desde que regresé", terminó un poco vacilante. No era que estuviera nervioso ni nada, pero no sabía qué decir, y considerando que lo habían sorprendido hablando en voz alta, no quería darle demasiada información a este hombre. O a cualquier otra persona, para el caso.

"Entiendo el sentimiento", respondieron los caballeros con una sonrisa melancólica. Era un hombre mayor con cabello negro que estaba canoso a los lados, dándole una apariencia muy distinta. El hombre llevaba un traje de negocios que le contaba al rubio más cosas de las que probablemente sabía que estaba haciendo. Por supuesto, la mayoría de las personas nunca sospecharían que incluso algo tan simple como ver un parche de pelusa en la ropa podría ayudar a alguien a juzgar su carácter. O cómo el pequeño olor a humo de cigarrillo que emanaba del hombre le hizo saber al rubio que los caballeros habían fumado al menos un paquete de cigarrillos antes de subir al avión. Pequeñas cosas como las que ayudaron a una persona observadora a determinar más acerca de otra persona de lo que dicha persona podría sentirse cómoda.

Para alguien que había sido entrenado como luchador y asesino, el rubio encontró esas habilidades de grano duro imposibles de ignorar, incluso después de todo este tiempo. Quizás especialmente después de todo este tiempo.

"Cuando tenía tu edad, incluso un año me pareció mucho tiempo".

El rubio ocultó magistralmente la marca que amenazaba con aparecer en su frente. "Me lo puedo imaginar", respondió, decidiendo cortar cualquier posibilidad de conversación allí mismo volviéndose para mirar por la ventana. No era como si realmente quisiera hablar con este hombre de todos modos.