—¡Tía! —grité corriendo con entusiasmo al tener esa cosa con alas tan linda en mis manos, la cual se movía y daba risa.Mi tía estaba sentada, fijó inmediatamente sus ojos en mi al verme gritar. Yo corrí aún más rápido, como un superheroe. Me sentía grandioso y fantástico corriendo a través de esos pelos verdes del suelo que siempre me daban mucha risa.
Llegué donde mi tía muy feliz, casi saltando.
—¿Qué pasa cariño? —preguntó mi tía. Siempre pensé que era mi hada madrina. Siempre me lleva a pasear y me da cosas muy lindas, la quiero mucho.
—¡Tengo un hada! —exclamé sonriente. Ella de seguro estaría muy orgullosa de mi.
—¿Un hada? —preguntó ella con una linda sonrisa. Ella era muy bonita.
—¡Si! Tiene alitas muy bonitas y de colores. —le dije casi riéndome. La hadita me estaba haciendo cosquillas.
—En ese caso debe ser una mariposa.
—Una mari... ¿Mariesopa? —la palabra era muy confusa. Creo que en la escuelita la habían dicho pero yo siempre hablo con mis amigos.
La mari... Esa cosa, se seguía moviéndose mientras la tenía entre mis manos. Me entristeció un poco, yo pensaba que era una hada.
—Mariposa. —repitió mi tía. Me tomó suavemente de las manos, haciendo que liberará esa... Marisposa.
Ella voló rápidamente, haciendo que me dieran ganas de llorar. ¡Era injusto! Me había demorado mucho en atraparla.
—¡P-pero...! —quería reprochar.
—Es más linda cuando vuela, ¿no crees? —me dijo sonriendo.
Miré a la mariposa, la cuál iba volando a través de los pelos verdes y las flores. El sol brillaba muy fuerte porque era verano, pero ella de igual manera iba volando debajo del sol, posando por cada florecita que había por ahí. Sip, era muy linda y bonita. Me gustaba como agitaba sus alitas muy rápido, eran muchos colores.
—Si, es muy bonita —dije —, pero ¡me había costado mucho alcanzarla!
—Si, y eres muy inteligente y rápido como para atrapar tan linda mariposa —sonreí. —, pero, a veces, las cosas son más lindas cuando son libres, ¿no crees?
Suspiré. ¿Por qué mi tía tenía que ser tan inteligente? Yo siempre intento ser tan inteligente y buena como ella, aunque ella me dice que ya lo soy.
Ella me hizo gestos para que me sentará a su lado. Con cuidado me tomó entre sus brazos y me sentó al lado suyo. Yo era bastante chiquito pero sé que, cuando sea crezca, voy a ser super alto, como esas casas grandes que habían en la ciudad.
Empecé a mover mis pies. Mientras miraba todo con una sonrisa. Los árboles eran muy lindos y las flores también. Habían unos cuantos niños jugando en los columpios y otros en el resbalin. El cielo tenía esos algodones flotantes y el sol brillando constantemente. Ahí vivía mi mamá.
—¿Tía?
—¿Si, Sirio? —me miró mi tía.
—¿Por qué mi mamá decidió convertirse en un ángel?
Siempre me habían dicho que mi mamá, después de crearme, se fue al cielo, convirtiéndose en un lindo ángel. Nunca supe porqué, prefería tenerla aquí para que papi fuera feliz.
Mi tía se sorprendió un poco, quedándose callada. La mayoría de veces que preguntaba por mi mamá pasaba eso y no entendía.
—B-bueno, porque... —tosió un poco. —porque desde ahí es más fácil cuidarte, donde quiera que estés.
—¡Pero yo ya soy muy grande! Puedo cuidarme sólito.
Ella sonrió. Eran esas sonrisas que tenían tristeza y no lo comprendía, las sonrisas eran felices pero a veces las conbinaban con tristeza, haciendo que me pusiera un poco triste pero feliz al mismo tiempo. Era muy confuso. Los adultos son confusos.
—Si, pero ella te quiere tanto que siempre te va a iluminar cuando estés triste, ¡siempre! —dijo mi tía sonriente, tomándome de las manos. —. Siempre estará en tu corazón, dándote amor y cariño cada vez que lo necesites.
Me alegré. Me paré en el asiento, casi cayendome en el intento, pero pude sostenerme bien. Grité antes de que mi tía me regañara.
—¡Gracias mami! —le grité a mi mamá mirando al cielo. —¡Aunque nunca te haya visto te quiero mucho y espero que estés feliz siendo un ángel! ¡Yo, mi tía y mi papá te queremos mucho! ¡Gracias!
Miré hacia el lado para decirle a mi tía si me volvía a sentar, pero al mirarla vi que tenía algunas lágrimas en sus ojitos. Muchas veces la vi haciendo eso y siempre me preocupaba.
—Tía, ¿por qué lloras? —pregunté preocupado por ella.
—¡Oh! N-no, no es nada cariño. —dijo ella, secándose las lágrimas con su brazo, aún con una sonrisa.
Me volvió a tomar delicadamente y sentarme, casi temblando. Creo que había hecho algo mal pero no entendía, no podía hacerlo. No quería verla llorar. La abracé por el lado y ella me empezó a acariciar la cabeza. Se sentía muy cálido y tranquilo cuando lo hacía.
—¿Crees que mi papá me quiera algún día? —pregunté.
Ella quedó un rato en silencio, otra vez, pero esta vez era diferente. Era más... ¿Tranquilo? No sabía, la verdad, pero lo que sí sabía es que su respuesta me llenó de una gran felicidad.
—Él ya te quiere, cariño.
ESTÁS LEYENDO
La flor más brillante del mundo
De Todo"Hubo una vez en que un chico pelirrojo intentó encontrar las estrellas. Trata de muchas formas pero se termina cansando de ellas. ¿Es mejor hundirse en el agua o seguir con las cicatrices?" -Advertencia: *Esta historia tratará temas serios tales...