Un día como padres

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Saint Seiya y sus personajes son propiedad de Masami Kurumada, yo sólo los utilizo por diversión.

Historia publicada en FF.net, AY, Ao3, Saint Seiya Yaoi (foro) el 13 de septiembre del 2016.
¡No resubir ni modificar!

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Cuando Athena había solicitado su presencia, pensó que algo realmente terrible había ocurrido. Milo creyó estar preparado para toda clase de obstáculos, sin embargo lo que veía se alejaba de la realidad. Se frotó el puente de la nariz mientras caminaba de un lado a otro por la habitación, cuando el suave gemido lastimero le hizo enfocar de nuevo ambos ojos sobre el pequeño bultito que se removía incómodo entre las colchas celestes en medio de la cama.

Durante toda su vida había sido entrenado como un guerrero, incluso estaba preparado para morir si era necesario, los sentimientos o el deseo de querer formar una familia había sido descartada desde hace mucho tiempo y eso le había bastado para adecuarse a su actual estilo de vida al lado de sus compañeros. Aunque en realidad él había creado lazos de amistad con aquellos hombres que quería como sus hermanos de guerra, pero hasta ahí era el límite.

—Oh no —susurró mientras escuchaba como el llanto incrementaba.

Agarró el biberón que ya estaba a una temperatura adecuada para el bebé y tomó en brazos al pequeño que empezó a succionar la mamila.

— ¿A qué hora piensas dormir? —le dijo mientras miraba con ojos cansados al bebé que estaba más despierto que él.

Cerró sus ojos sintiendo el sueño llegar a él y si no fuera por el quejido del infante se hubiera quedado dormido.

—Ya sé... tu biberón —susurró volviendo a colocar el chupete cerca de la boquita del infante.

Cuando se había ofrecido para ayudar con la reconstrucción de las ciudades arruinadas por los maremotos ocasionados por Poseidón nunca imaginó que encontraría al pequeño Aitor en medio de algunos escombros donde sus padres yacían muertos, pero eso no fue lo que le sorprendió, sino que ya habían pasado algunos meses desde que había terminado la guerra santa y nadie diera con el pequeño que lloraba a todo pulmón.

Fue en ese momento que decidió traerlo al santuario para que su diosa lo llevara al orfanato Kido, pensando que quizás ahí podría recibir los cuidados necesarios para su edad, sin embargo a las pocas horas de haberlo entregado, el patriarca había informado que tenía que ser él quien lo cuidaría..

—Nunca creí verte tan cansado por algo que no se deba a tus "apuestas" con Deathmask y Kanon. ¿Sabes? Se te ve bien de esa forma.

El suave sonido que hizo la puerta al cerrarse le avisó que el visitante planeaba ayudar, o eso quería creer. Se giró para saludarlo, confuso, moviendo la cabeza.

—No esperaba verte aquí... ¿Cuándo llegaste?

—Hace una hora —respondió dejando a su lado una pequeña maleta con ropa y pañales— Esto te ayudará para evitar futuros "accidentes".

Era lo último que hubiera imaginado como acabaría su día. Arrugando su frente con sospecha se dedicó a inspeccionar a Camus que lucía relajado –algo extraño en él- y además que parecía esperar algún comentario de su parte.

—Emmm ¿gracias? —dijo no muy seguro— En todo caso, veo que tu "hace una hora" en realidad fue muy largo.

—Me atrapaste —sonrió con cierta malicia que solo lo estremeció— Creí que te negarías.

—Un hombre nunca retrocede —dijo con orgullo— Además que Aitor no dejaba que nadie más lo cargara —susurró bajito lo último.

— ¿Aitor? Creí que no tenía nombre.

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