—Espero tengas un buen día... —dijo Amelia luego de darle un sorbo a su té.
—Sí, será bastante aburrido. —respondió Ben mientras caminaba por la sala.
El inglés era bastante ordenado con sus cosas, pero esa mañana estaba teniendo problemas para encontrar uno de sus zapatos.
—Siempre los dejo en la alfombra... —se quejó mirando debajo del sofá.
—Lo siento... es culpa mía... —habló Amelia mirándolo—. Debe ser difícil para ti tenerme aquí... prometo que no será demasiado tiempo...
—Amelia... —caminó hacia ella en calcetines—. No es la primera vez que se me pierde un zapato, claro que no es culpa tuya... además, me gusta que estés aquí...
Ella sonrió con tristeza.
—¡Está en la maceta! —vociferó Ben caminando hasta la planta—. Y no tengo la menor idea de cómo llegó ahí...
—Desayuna antes de marcharte... —ofreció Amelia divertida—. Te he esperado media hora para comer...
—No acostumbro desayunar antes de salir... —murmuró caminando hacia la mesa—. Pero bueno, para todo hay una primera vez...
Luego de un rápido desayunar, Ben tomó su casco y sus cosas para irse al Imperial.
—Procura descansar... —habló él mientras cruzaba la correa de su bolso de lado a lado—. Y gracias por el desayuno, estuvo genial...
—Debo estudiar y terminar de ordenar el cuarto, el descanso lo dejaré para después... —respondió Amelia.
Benedict se acercó a ella con suavidad.
—Quedas en tu casa, ya sabes, puedes comer lo que quieras y todo eso... —susurró el inglés.
—Muchas gracias, Ben... —respondió ella.
El británico se inclinó hacia la mujer, y beso su frente con cuidado.
—Y no estés triste. —pidió él.
Amelia lo miró con una pequeña y desmotivada sonrisa.
—Haré lo que pueda... —susurró—. Maneja con cuidado...
Él solo asintió antes de salir por la puerta.
Luego de lavar los platos del desayuno, Amelia fue a su nuevo cuarto para terminar de ordenar lo que no alcanzaron el día domingo, y la tarde del lunes. Ben tenía libros, ropa, y muebles en ese cuarto, y habían estado sacando todo eso, para que ella pudiera acomodarse a gusto.
Ya habían juntado bastantes cosas para donar a la caridad, algunos muebles que vender, y bastante basura que desechar, ya que para Ben aquella habitación era más una bodega que cualquier otra cosa.
La tarea de Amelia era limpiar el lugar, barrer y trapear el piso, sacudir los muebles, entre otros.
A media mañana ya se encontraba inmersa en esas tareas, tratando de distraerse de todo, pero nada podía sacarle de la cabeza a Tom.
Ben siempre tuvo razón, era lo que más invadía su mente.
Las personas como él no llegan y se enamoran de la mujer simple, sin grandes atributos, o llamativas formas, porque esas mujeres no sirven para lo que ellos necesitan.
Tom jamás estuvo enamorado de ella, simplemente buscaba el cariño materno que siendo tan pequeño le había sido arrebatado, el cual lo veía reflejado en ella, como si de su madre se tratara.
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Panacea Universal
Fanfiction❝El que jamás ha llorado y sufrido en soledad, nunca podrá entender cuan dulce puede llegar a ser el verdadero amor❞ ➤En lugar de una larga parrafeada contándote de qué se trata esto, prefiero dejarte algunos comentarios de mis queridas lectoras: ❝L...