arpeggiare

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1116 palabras.

Bora no podía dejar de bailar

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Bora no podía dejar de bailar.

En la habitación blanca inmaculada, una chica vestida de blanco bailaba.

Ella estaba descalza, sus pies deslizándose con delicadeza sobre el suelo de madera en una melodía imaginaria, sus brazos se movían en el aire formando figuras invisibles mientras su cabello se arremolinaba alrededor, completando la imagen.

En su mente, la melodía aún no terminaba, ascendía hasta el infinito con cada paso que daba.

De pronto, la música interna se apagó y Bora volvió a la realidad, chocando con su madre y cayendo estrepitosamente al suelo.

—Lo siento, hija —su madre se llevó las manos al pecho mientras la miraba con preocupación—. Te estaba llamando y no escuchabas, yo solo pensé en-

—No hay problema, mamá —Bora le sonrió mientras se levantaba con gracia—. Estoy bien, mírame.

Para Bora, su madre era algo que podía catalogarse como dramática o exagerada, aún así era muy amorosa y Bora no dudó en darle un pequeño abrazo de despedida cayendo en cuenta que debía asistir al colegio.

—Hija, los zapatos —le recordó su madre.

—¡Carajo! —Bora exclamó mientras recogía sus balerinas blancas a juego con su delicado vestido de seda. Su cabello era una maraña de rizos negros enmarcando su rostro pero a Bora no le importó.

—¡Las chicas no maldicen, hija! —la reprendió su madre mientras corría por la enorme mansión Kim buscando a su hermano menor Yugyeom para ir juntos al automóvil que siempre los llevaba.

Yugyeom era tres años más pequeño que Bora, pero aún así, era un bastardo demasiado alto para alguien tan pequeña como ella. Bora a veces se preguntaba cómo es que eran hermanos siendo que eran completamente diferentes, entonces recordaba la pasión por el baile que los unía.

—¿Otra vez sin zapatos? —preguntó Yugyeom detrás suyo, sorprendiendola.

Bora soltó un gritito y luego se volteó para golpear a su hermano.

—Mierda, Gyeom, me asustaste.

Yugyeom rodó los ojos y le señaló los zapatos. Bora entendió la indirecta y los tiró al piso, deslizándose rápidamente dentro de las balerinas. Luego tomó la mano de su hermano menor y lo arrastró hacia el coche donde el chofer ya los estaba esperando.

Se saludaron con un asentimiento de cabeza y Yugyeom se sentó primero, el muy molesto. Aún así Bora lo adoraba.

El viaje fue silencioso, Bora y Yugyeom habían aprendido a no conversar mientras el chofer los estaba escuchando, puesto que le diría a sus padres todas las cosas que ellos no querían que se enteren —porque sí, ya había pasado antes— y ésta vez el chofer había aprendido a guardar silencio, sabiendo que el par de adolescentes no le dirían nada.

Arpegio [JiBo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora