Era tan liviano, tan suave, tan tibio, tan inocente. No podía encontrar las palabras suficientes para describirlo, es más, solo lo sentía. Estaba tan cerca, me sonreía y me estudiaba con sus ojos tan profundos. No sé qué cara tenía yo, la verdad. Una mezcla entre susto y asombro, tal vez. No sé, y por ahora eso es lo de menos.
Me miraba, sí, me veía, me veía de verdad; sentí que también me sentía. Era como un beso, como el viento en la nuca, de repente como el sol de primavera, a veces como un flash, y por momentos, como la nada y como el todo. Un universo infinito de cosas, chiquititas, inmensas, de tantos tamaños y formas, de más colores que el arcoíris. En su mirada pude ver que había un poquito de mí, era tan extrañamente bello. En una milésima de segundo creí haber vivido esto antes, pero era tan imposible, lo recordaría. No sé si esto se puede comparar a algo de lo que mundanamente se llama felicidad; puede que ésta sea la quinta parte de lo que percibí esa vez. Y a partir de ese día, lo único que busco es experimentar eso de nuevo. A pesar de todo, agradezco haber probado el néctar de la vida, ese soplo de cielo, esa vuelta del alma, eso que poco se parece a la vida en la tierra, pero cada uno de nosotros aún conserva muy en el fondo.
-Ahora que lo pienso, no entiendo.
-Qué cosa?
-No entiendo por qué me eligió.
-Y, vos? Por qué lo elegiste?
-Bueno, no sé si lo elegí. Apareció.
-Pero, cómo algo tan bello puede ser producto de una mera casualidad?
-No sé si era tan bello. Yo te cuento la parte linda, pero no fue fácil.
-Ah no? Bueno, cómo algo que se convierte en un relato tan bello, puede ser producto de mera casualidad?
-Porque a veces aprendemos a vivir con lo que tenemos y lo convertimos en lo que queremos.
-Bueno, no te voy a negar que esa es una linda reflexión, pero nunca pensaste que algo que vale tanto la pena ser contado, es un regalo? Digo, no pensás que las cosas pasan por algo? O mejor, no te parecería horrible que las cosas pasaran por nada?
-Me parece que me estás mareando. Y no entendés lo que te digo. No lo sentí nunca más. Es triste, no bello.
-No, triste sería no haberlo contado nunca.