Capítulo 12

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Marc retrocedió y se apoyó en la barandilla de la galería, permitiéndole que examinara el retrato sin echarle el aliento en la nuca. No necesitaba su vista para saber exactamente qué estaba viendo. Había mirado esa misma cara en el espejo todos los días.

Sabía cómo jugaban la luz y las sombras sobre cada plano bellamente esculpido.

Conocía esa cara y el efecto que producía en las mujeres. Desde las tías solteras que no podían resistir la tentación de pellizcarle las mejillas sonrosadas cuando era un bebé hasta las jovencitas que se reían y se ruborizaban cuando las saludaba en el parque y las bellas mujeres que se metían en su cama por poco más que una vuelta por el salón de baile y una sonrisa seductora.

Incluso dudaba que la remilgada señorita Wickersham pudiera resistirse a sus encantos.

Ella examinó el retrato en silencio durante un buen rato.

—Supongo que es apuesto —dijo finalmente con tono reflexivo—, si te gustan los hombres de ese tipo.

Marc frunció el ceño.

—¿Y qué tipo es ése?

Casi pudo oír cómo sopesaba sus palabras.

—A su cara le falta carácter. Es alguien a quien le ha venido todo con demasiada facilidad. Ya no es un niño, pero tampoco un hombre. Estoy segura de que sería un buen acompañante para un paseo por el parque o una noche en el teatro, pero no es alguien a quien me interesaría conocer.

Siguiendo el sonido de su voz, Marc le agarró el brazo a través de su manga de lana y lo giró hacia él con auténtica curiosidad.

—Y ¿qué ve ahora?

Esta vez no hubo vacilación en su voz.

—Veo un hombre —dijo con suavidad—. Un hombre golpeado por la vida, pero no vencido. Un hombre con una cicatriz que le hace fruncir la boca cuando en realidad le gustaría sonreír. —Pasó la punta de un dedo por esa cicatriz, haciendo que a Marc se le pusiera la carne de gallina.

Sobresaltado por la intimidad de su tacto, le cogió la mano y la bajó entre ellos.

____ se libró de él mientras su voz recuperaba su tono enérgico.

—Veo un hombre que necesita desesperadamente afeitarse y cambiarse de ropa. ¿Sabe?, no es necesario que ande por ahí como si le hubiera vestido…

—¿Un ciego? —dijo con tono burlón tan aliviado como ella de volver a un terreno familiar.

—¿No tiene valet? —le preguntó.

Sintiendo un tirón en el pañuelo que había encontrado en el suelo de su habitación y se había puesto de cualquier manera alrededor del cuello, le apartó bruscamente la mano.

—Le despedí. No soporto que nadie ronde a mi alrededor como si fuera un inválido.

Ella decidió ignorar esa advertencia.

—No comprendo por qué. A la mayoría de los caballeros de su posición social sin problemas de vista no les importa estar con los brazos extendidos y que les vistan como si fueran niños. Si no soporta a un valet, al menos puedo decir a los criados que le den un baño caliente. A no ser que también tenga alguna objeción a bañarse.

Cuando Marc estaba a punto de señalar que lo único a lo que tenía objeciones era a ella, se le ocurrió una idea. Puede que hubiera otro modo de animarla a irse.

—Un buen baño caliente no estaría mal —dijo dando un tono suave a su voz deliberadamente—. Pero en el baño hay muchos riesgos para un hombre ciego. ¿Y si me tropiezo al entrar en la bañera y me doy un golpe en la cabeza? ¿Y si me resbalo en el agua y me ahogo? ¿Y si se me cae el jabón? No podría cogerlo. —Volvió a buscar a tientas su mano, esta vez llevándosela a la boca y poniendo los labios en la sensible piel de su palma—. Como enfermera mía, señorita Wickersham, creo que es usted quien debería bañarme.

En vez de darle una bofetada por su impertinencia como se merecía, ____ apartó la mano y dijo con suavidad:

—Estoy segura de que mis servicios no serán necesarios. Uno de esos jóvenes criados estará encantado de cogerle el jabón.

En una cosa tenía razón. De repente a Marc le había apetecido sonreír. Mientras ella bajaba con resolución por las escaleras, fue lo único que pudo hacer para evitar reírse en voz alta.

____ sostuvo el candelero en lo alto, bañando el retrato de Marc Márque con un parpadeante velo de luz. La casa estaba oscura y silenciosa a su alrededor, dormida, como esperaba que estuviese su amo. Después de su encuentro el señor Márquez había pasado todo el día encerrado en la sofocante penumbra de su habitación, negándose incluso a salir para comer.

Inclinando la cabeza hacia un lado, ____ examinó el retrato deseando ser tan inmune a sus encantos como había pretendido. El leve toque de arrogancia en la sonrisa infantil de Marc estaba suavizado por el brillo burlón de sus ojos marrones. Ojos que miraban hacia el futuro y todo lo que traería con anhelo y esperanza. Ojos que no habían visto nada que no debieran ver y no habían pagado un precio por ello.

____ levantó la mano y pasó un dedo por su tersa mejilla. Pero esta vez no hubo calor ni sobresalto. Sólo el frío lienzo burlándose de su triste caricia.

—Buenas noches, dulce príncipe —susurró mientras tapaba el retrato con la sábana.

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No me maten, pero es que no tengo internet en casa hace uufff un tiempazo, voy a subir cuando pueda colgarme del wifi de alguien, lo siento. Gracias por los mensajes y si, eh cambiado mi cuanta en twitter ahora es @xBlowMyMindx exactamente el mismo nombre que llevo aqui.
Besos, Rosario :*

El amor es ciego [Marc Márquez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora