Dedicado a AryZabel
Una noche de luna llena, Wattyvaca pastó en el patio de Cifi. ¡Mala suerte tiene la pobre vaca! Pues no sólo escuchó el ruido de una licuadora, sino también el de la máquina de escribir de William Shakespeare que estaba al otro lado de la calle, dentro de la biblioteca de Clásicos, redactando un nuevo desafío multiperfil.
Primero, la vaquita tragó su ración nocturna de clorofila, luego, miró la espalda del escritor y después, volvió a su misión, pues se sabe que el hambre es canija y por alguna razón, Ary la necesitaba gordita y rellenita.
Bien sabido era que los embajadores eran unos loquillos, pues no faltaba el que no le pusiera el ojo encima, una vez fue Juanito quien le midió la cintura, asombrado de los 250 cm que tenía, pero era muy poco todavía, la meta eran unos 500 cm a lo mucho. Aunque claro, su tamaño lo compensaba, pues al era más pequeña que Ternurita Satánica.
Aryzabel miraba por la ventana, esperando que a la vaca no le pasara nada, pues se metería en problemas si algo ocurría ya que estaba en su propiedad. ¿Qué le diría a los demás si alguien le daba matarile en su jardín? Todos pensarían que había sido ella, aunque ganas no le faltaban.
La vaquita celestial, alias el asado dominical, siguió comiendo hasta que fue rodeada por una luz cegadora. Ary que veía todo desde la seguridad de su sala, se estremeció al predecir lo que estaba ocurriendo.
—¡Muuu! —El asado exclamó ansioso, o más bien preocupado, porque la estaban elevando en los aires, dejando su rica cena varios metros hacia abajo.
Una lágrimita salió de sus ojazos tapatios al ver que su delicioso pasto fresco de Cifi se alejaba.
La vaca fue deslumbrada y apareció dentro de un cuarto extraño.
—¿Muuu?
—jdjfugksloflfoihd —dijo el ser que la miraba con cuchillo y tenedor en sus extremidades superiores.
El ser verde tenía unos ojazos seductores y además llevaba atado al cuello un babero blanco con el dibujo de un filete que decía «Moon».
—kdkdjshaifif Moon —habló el ser en un idioma extraño que ni siquiera se puede escribir.
—¡Moo!
—¡Moon!
—Moo —repitió Wattyvaca.
El ser, mejor conocido como WattAlien se acercó a la vaquita celestial y le dijo algo a la oreja, luego la condujo por un pasillo hasta una habitación en donde no se supo que pasó.
La leyenda dice que WattAlien devoró a Wattyvaca, dejando a los embajadores internacionales, a los trabajores de la sede y a los CEO sin el paraíso prometido, es decir, el asado que harían en conmemoración al Día Mundial de la WattyVaca.
Todo el mundo se enteró de lo que pasó aquella noche, excepto Shakespeare que siguió escribiendo sin darse cuenta que una pobre vaca era abducida a sus espaldas.
R.I.P. WATTYVACA
Ni The Chancla pudo salvarla.