1: Te atrapé

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—Todo esto es una mierda— murmuro la castaña recostada en su pupitre.

—No es tan malo. Estamos ya en el último año.

—Ay mi pobre rubio. Por más que sea el último mes seguiré pensando lo mismo.— comentó con una mueca. —además supe que volveremos a tener con el viejo Min.— añadió la chica.

—Pero si él mejor que nadie lo sabe, él sabe todo de su gran Min YoonGi.— comentó el pelinegro a su lado.

—¡Yah! Cállense par de insoportables.— exclamó avergonzado.

—¿A dónde van?— preguntó TaeHyung observando como sus compañeros tomaban sus cosas para marcharse.

Los otros dos elevaron levemente sus hombros. —¿Vamos afuera?.— sugirió la castaña.

—Los veo en la cafetería en ¿cinco minutos?— preguntó el rubio

Los otros jóvenes solo asistieron. —También tengo cosas que hacer, los veo allá— añadió el pelinegro. Se despidieron con una sonrisa caminando en diferentes direcciones.

La joven castaña dirigió su mirada hacia la persona que caminaba despreocupada por los pasillos, el profesor Min si que era un caso. Sonrió casi de manera inconsciente al saber donde se encontraría su tierno amigo en estos momentos.

La cafetería estaba un poco menos congestionada que de costumbre, debido a la hora, ya que solo se encontraban allí los que no habían desayunado temprano. Examinó con su mirada algunas mesas hasta encontrar la indicada para sentarse.

Al llegar a dicha mesa, sus amigos la alcanzaron rápidamente sentadose: TaeHyung a su lado y JiMin frente a ellos, pensando en la excusa que le dirían al otro.

El trío se miro seriamente por unos segundos, observándo también la mesa. —Deberían dejar eso— hablaron al duramente unísono.

Sus miradas chocaron una vez más y soltaron estridentes carcajadas, hasta parecían compartir el mismo pensamiento en todo momento.

—Ya chicos. Esto es serio, empezando por tí SoHyun, creo que mi IPhone es más gordo que tú.— bromeó el de sonrisa particular. —Y tú JiMin... ¿Tú de verdad estas haciendo esto? Gordis eres hermoso así, tal y como eres.— comentó con cariño a su pequeño amigo.

Ambos eran personas fuertes, encontraban consuelo y ayuda en el otro, pero como hacerlo cuando los demás estaban igual. Los tres sufrían de anorexia desde hacía tiempo por razones diferentes, y por eso no podían ayudarse entre sí.
Hasta ese momento, la más baja decidió que ya era suficiente de todo eso que solo les hacia daño al ver el semblante decaído de su amigo de tiernas mejillas.

Se levantó de su lugar para rodear toda la mesa hasta llegar con el rubio, sentándose automáticamente en sus muslos. —Minnie, mi pequeño algodón de azúcar.— murmuró suavemente, atrayendo la mirada del chico; y otras indeseadas. —Deberías dejar esto, que se jodan todos aquellos que critican tu hermoso cuerpo. ¿Sabes por qué?— preguntó con parsimonia, a lo que el otro negó. —Porque no saben que eres la persona más hermosa de esta galaxia. No estas gordo, eres perfecto, incluso tus compañeros tiene más peso que tú.

—Pero soy bajo, y eso me hace más gordo— murmuró con desagrado.

—No es así, Minnie, tú eres perfecto. Y me encargaré de decírtelo todos los días y en todo momento, hasta que te convenzas de ello.— afirmó con una gran sonrisa, dejando dulces besos en su regordetas mejillas y frente, acariciando con sus dedos los carnosos labios que temblaban por el llanto contenido.

—Es una promesa JiMinnie— murmuró el pelinegro sentándose a su lado, aferrandolos en un abrazo.

—Tú también TaeTae. Ambos tienen que prometer que no dejarán que los comentarios los afecten, esto es por nuestra salud. Ni creas que no me enteré de tu desmayo en la clase de ayer JiMin.— lo reprendió severamente. —Y tú TaeHyung, tienes malestares cada vez más fuertes. No pueden seguir así.— sentenció levantándose y llendo a comprar algo para los tres.

Mascota del profesor (Yoonmin) (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora