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Los ángeles, California

Mis ojos rebuscaban con rapidez entre la multitud de gente, Luciano detrás de mi no hacia nada más que quejarse porque debía cargar mi maleta y tenía que hacerlo, yo traje dos. Me aproveche de la situación al notar que mi hermano pequeño solo cargaba con una mochila...

Se excuso con la idea de que compraría lo que necesite aquí.

— ¿Puedes llevarla tu? Esta pesada

— Cállate

Blanqueo sus ojos, sonreí tontamente amaba hacerlo enfadar, observé los cabellos castaños de un muchacho que tenia rasgos iguales a los míos, aquellos ojos verdes conectaron de inmediato y corrí con prisa para enredar mis piernas en su delgada cadera. David tardo en reaccionar hasta finalmente dio conciencia de nuestra situación. 

— Te extrañe tanto —susurre aun manteniendo el abrazo con fuerza, mi hermano carraspeo la garganta detrás de nosotros y una vaga risa me obligo a que desenredara mis piernas de el. 

—No soy invisible —soltó ofendido. David se acerco con cuidado y envolvió sus brazos en el delgado cuerpo de su sobrino. 

—Me pone feliz volver a verlos —comento con alegría —quiero mostrarles absolutamente todo —nos dio un leve empujón para que comenzáramos a caminar. 

Las calles eran super pobladas, nos tomo al menos 20 minutos tratar de salir del transido atascado y me lo imaginaba, en Buenos Aires sucedía lo mismos. Nos adentramos a lo que parecía ser un barrio cerrado, los guardias le preguntaron algo y finamente nos dejaron ingresar, por lo que entendí había apuntado nuestros nombres en la lista de ingresante. Las calles bastantes limpias, algunos niños jugaban en la acera con el frio horrible que había, no había que descartar la idea de que aquí era el inicio del otoño, las clases ya habían empezado y vería más nieve que en las películas.

Finalmente, aparco el vehículo en la gran entrada de una casa bastante lujosa, esta tenía un gran jardín delantero con plantas de todo tipo, pero lo que más destacaban en las rosas rojas, estas cubiertas por un manto blanco y que ahora no recordaba su nombre. Pero se que las utilizan para cubrirlas del frio, extraño que vivan en esta época del año. David tomo la valija que tanto me costaba bajar del auto y la arrastro sin cuidado por todo el suelo, abrió la puerta de la casa. Aquella tenia un aroma a sahumerio y palo santo, el tan espiritual.

Lo primero que ves al entrar a la casa es el enorme vestíbulo que luce con delicadeza y elegancia una escalera de madera blanca, a su lado izquierdo un pasillo que te llevaba a otros extremos del hogar.

Unos sillones de cuerina negra decoraban el salón, delante de estos un plasma y como no, una play... a Luciano no le intereso ver el resto de la casa, con solo ver esas dos cosas en el salón se quedo admirando con estupor la tecnología.

Camino como una niña atontada de tanto lujo por el pequeño pasillo, mirando la pared, deslizando mi mano por las mesitas de decoración y quede fascinada por la enorme mesa que acontecía ser el gran comedor. Me sentía en Howards, pero con un estilo actualizado y no victoriano.

— Es momento de que suban y elijan su dormitorio —hablo con un tono de voz elevado para que le prestemos atención. —Mi refugio es el primero a la derecha

Ambos asentimos y como unos niños tontos nos encaminamos hacia as escaleras, las yemas de mis dedos se deslizaron con delicadeza por el barandal de la escalera, barnizada y bien lijada. No me digan nada, soy una amante de los detalles.

Cuando mis pies tocaron el final del escalón, note que Luciano ya había elegido su habitación, la segunda puerta, justo al lado de David. Mire hacia mi izquierda, la casa tenia tres puestas más, pero la que llamo mi atención era la última, la que estaba alejada de las personas y el ruido.

Deslice mis dedos por el picaporte, con un poco de fuerza pude abrir y brille al ver la iluminación tan dorada. Definitivamente este seria el mío. Un gran ventanal daba vista hacia el frente de la casa y un pequeño balcón.

¡Que gran elección!

¡Que gran elección!

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