Samuel recorre el recinto con un cigarrillo es su mano.
Su vista estaba borrosa y no era precisamente por llorar, estaba bajo los efectos del alcohol. A lo lejos percibía un sonido familiar, probablemente de su móvil pero no era algo que le preocupara y sinceramente, no tenía cabeza ahora para eso. Su mano se apoya sobre su frente y se acomoda sobre un sofá del lugar donde se encontraba, el suelo estaba decorado por una llamativa alfombra roja y todo era espacioso, había mucho ruido y la música era increíblemente alta.
Comienza a reír, no tenía idea de donde estaba metido. Lo único que recuerda es que estaba charlando con alguien y de pronto apareció Rubén y... No, eso no había pasado en realidad, ¿verdad?
Siente una presencia a su lado y voltea a ver, su vista detalla a un chico con ojos achinados, delgado y de cabello color castaño, llevaba puesta una camiseta sin más, él tenía frío.
— ¿Estás solo? —La voz del chico lo hace salir de sus pensamientos y se limita a asentir, desviando su mirada.— Te invito algo, venga.
— Vale, pero solo un trago.
— Claro, tío. —El contrario le extiende la mano y Samuel la toma, levantándose en un solo movimiento para luego sentir una increíbles ganas de vomitar.
Ambos abren paso entre la gente y llegan hasta la barra, toman asiento en los pequeños taburetes que habían colocados anclados al suelo y se acerca otro chico con buen aspecto para tomar su orden. El mayor de verdad no tenía idea siquiera de lo que iba a beber ya que su cerebro no había procesado aquella información cuando escucha la pregunta, así que beberá lo que el contrario pida y apaga el cigarrillo no sin antes darle una última calada. Le daba igual todo.
— ¿Y bien...? ¿Qué hace un chico tan guapo como tú solo?
— Simplemente estoy solo porque... Quiero estarlo.
— ¿Tienes novio?
— ¿Uh?
Samuel estaba analizando la respuesta, tenía que evitar a toda costa decir algo relacionado con Rubén pero era complicado no cagarla, con suerte podía sentir el frío en sus manos.
— Pregunté que si tienes novio.
— No, no. Yo no podría.
— ¿Por qué no? —El contrario recibe los tragos y le entrega uno al mayor, quien lo toma con una pequeña sonrisa en su rostro.— ¿Crees que nadie te merece o algo así?
— Tampoco.
— ¿Cómo te llamas?
— Samuel, ¿y tú?
— Guillermo. —El chico le sonríe mientras toma su vaso para beber su contenido, mientras Samuel se limita a apoyar sus manos sobre la barra con cuidado.— ¿Por qué esa cara, tío? ¿Alguien te ha roto el corazón? Yo tengo la medicina perfecta para ello.
Sin embargo, antes de que pudiera responder cualquier cosa el menor se abalanza sobre su cuerpo y rodea su cuello con las manos, acercándose a su rostro para besarle de manera necesitada. El más alto le sigue el beso mientras en su mente, el chico que estaba besando era Rubén.
"Perdóname por todo, por favor..."
Los brazos del mayor rodearon su cuerpo para atraerlo más hacia él y luego de un momento se separa, observando al contrario con temblante serio. Ese no era su rehén.
Ahora, no puedo pasar ni un solo día
sin pensar en las palabras que dije.Y no puedo hacer ni una sola cosa sin pensar en ti (...)— Si eres buen besador, imagino que haciendo otras cosas eres aún mejor. —Samuel le empuja con suavidad para separarlo de su cuerpo y frunce el ceño, se levanta y deja al chico que acababa de besar detrás.— ¡Hey!
— Lo siento.
— ¿En serio quieres que esto quede aquí?
— Nosotros no tenemos nada...
— Joder, ¿no entiendes? Yo no dejo a los chicos que me parecen atractivos, nunca.
— Estás loco. Yo no quiero nada contigo.
— ¡Pero me besaste!
— Uhm, lo siento por eso.
Samuel simplemente se aleja de él y agita su cabeza, obteniendo como respuesta de su organismo una terrible punzada y saca su celular de su bolsillo, saliendo del lugar sin siquiera saber como y marca a Frank para que fuera a recogerle, completamente desorientado. Se sentía como un chaval de diecisiete años luego de tener su primera borrachera.
— ¡Es él! —Escucha la voz del loco y voltea, viendo como dos hombres grandes se acercan a él y uno de ellos le empuja, haciendo que su cabeza impacte contra una pared que había detrás. Por supuesto que si hubiera estado en sus cinco sentidos les daba por culo a los dos, pero no era el caso, estaba en sus tres sentidos.
Aún así se intenta defender y recuerda que en su bolsillo interno llevaba una pistola, ¿y qué más daba? Si moría ya no le importaba, si iba a prisión mucho menos porque podrían pagar su fianza. ¿Qué estaba esperando entonces? Antes de responderse a sí mismo, recibe un golpe en su mejilla que lo deja más desorientado de lo que estaba y lleva su mano hasta su nariz para limpiarla, observando un líquido color carmesí.
"¿Esto es sangre? Lo que faltaba."
Entonces saca la pistola de su bolsillo y se escuchan gritos, de pronto había mucho alboroto y oye un disparo, observa su arma y frunce el ceño al darse cuenta de que no había sido él, mirando sorprendido hacia ambos lados. Escucha dos disparos más y alguien jala de su brazo, pero antes de ver quién era divisa un par de cuerpos en el suelo y se gira para caminar junto a la persona que estaba detrás suyo.
— ¿Frank...?
— El mismo, chaval. Sube rápido al coche.
— ¿Qué ha pasado?
— Descansa mejor ahora, mañana te lo cuento.
— Extraño a Rubén.
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R E H É N • ʀᴜʙᴇɢᴇᴛᴛᴀ ᴀᴜ
Fiksi Penggemar(𝘌𝘭 𝘴𝘪́𝘯𝘥𝘳𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘌𝘴𝘵𝘰𝘤𝘰𝘭𝘮𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯.) Rubén Doblas es secuestrado por un chico de ojos oscuramente bellos. ❝ Estoy obsesionado, desesperado Muero por tenerte de frente... ❞ ✞ 𝘋𝘰�...