Capitulo 17 (reescrito)

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Capítulo 17




—Necesitaba verte. —fueron sus palabras. Firmes, claras y muy reveladoras. —Ayer me dejaste muy preocupada.

Y fue cuando él la tomó del brazo bruscamente para meterla en la oficina sin decir ni una palabra más que Maya se había dado cuenta del verdadero significado de lo dicho antes por esa mujer.3

¿Ayer? Eso quería decir que... «¡¿Cómo fue capaz?!» pensó Maya con furia en su mirada.

Esa mujer la cual le había causado tanto daño seguía con él, después de tanto, después de todo. Y en vez de sentir tristeza alguna por lo recién descubierto, sentía una rabia enorme creciendo en su pecho. Molestia, no con la mujer, ni con el hombre que la había enloquecido desde de que lo conoció, más bien con ella misma. Por no darse cuenta que valía mucho más que un acoston de momento, sí, estaba más que furiosa.

Dimitri se había convertido en un jugador con todas sus letras, había ganado una partida, pero ella estaba dispuesta a darle pelea de ahora en adelante. Devolverle cada una de las cosas que le había hecho, empezando por la humillación que le hizo sentir luego de haber pasado la noche juntos en su habitación.
Y no había pasado ni diez minutos cuando la rubia había salido de la oficina casi trotando, sin llegar a mirar más que al frente. Sin embargo, una vez dentro del ascensor su vista se había clavado en ella y ahora notaba claramente el odio que desprendía en su dirección. «Pobre mujer» quiso decirle, pero las puertas ya se habían cerrado.

Su desenfoque duro solamente unos segundos, ya que sonriendo y echándose el cabello detrás de sus hombros se levantó de su lugar con pasos firmes hacia la oficina de su jefe.
Respiro hondo varias veces antes de tocar queriendo verse lo más calmada que podía.

—Entra. —fue lo único que escuchó luego de un largo segundo en silencio.

Y cuando lo hizo, no se mostró sorprendido al verla. Era más que obvio que la estaba esperando.

Él estaba ahí, sentando como un ser superior a todos, estudiándola con la mirada y ella, olvidándose de a que venía. Sin embargo, agradeció no haber hecho ninguna torpeza mientras tomaba asiento frente a su jefe.

Éste sólo la miraba fijamente mientras bebía una botella de agua con demasiada elegancia. Maya supo que esa era su señal, la señal que necesitaba para dar su golpe.

—Me duele un poco la cabeza, Maya. —dijo el hombre dándose leves masajes en la frente. —Si vas a reclamar algo, te aseguro que no es el momento.

—Claro. —le dijo ella sonriendo extrañamente. —No tengo por qué reclamarte nada. —le soltó mientras cruzaba las piernas lentamente. —No tenemos nada, te puedes acostar con quién quieras, al igual que yo. —su jefe tomó agua sonoramente. Ella ocultó la sonrisa de satisfacción mordiendo levemente uno de sus labios.

—¿Qué dices? —preguntó mientras seguía tosiendo levemente con el rostro serio. —No me acosté con ella.

—No es mi asunto. —Maya colocó la carpeta sobre el escritorio mientras se levantaba lentamente y camina con pasos firme alrededor de la mesa. Se inclinó un poco acercando sus labios junto al oído del hombre que de pronto comenzaba a apretar los puños con fuerza sobre la mesa. —Igual que no es el tuyo con quién yo lo haga. —de pronto le tomó el rostro entre sus dedos y lo volteó para que la mirara. —¿Cierto? —los ojos del hombre se paseaban por todo su rostro deteniéndose más de la cuenta en sus labios. —Vine hacerte una pregunta, espero puedas responderla sinceramente.

El rostro de Dimitri era un total poema. Respiraba con dificultad y no dejaba de parpadear nerviosamente.

—¿Y con quién planeas acostarte? —había dicho de pronto cambiando todas las expresiones de su cara a unas mucho más duras. —¿Con Erick?

Punto débil © (Versión Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora