Era una linda mañana, el cielo estaba despejado, el aire estaba fresco y los pájaros cantaban. Una mañana perfecta, hasta que...
- ¡Apaguen esa cosa del demonio! -Grité a todo lo que mi soñoliento cuerpo pudo dar - ¡Jason! ¡Apágalo!
Escuché pasos apresurados acercarse hasta mi puerta, sin tocar ni avisar, mi hermano menor abrió la puerta de golpe, y restregándose los ojos, golpeó con fuerza el reloj contra el suelo. Genial, tendremos que comprar otro. Bien hecho, Jason.
--Nina, muévete, llegaremos tarde- dijo el mocoso mientras salía de mi cuarto.
Sí, ya se que no debería decirle así a mi hermano menor, pero ese pequeño es el diablo en miniatura. Algo así como un Anti-minion.
Hoy es lunes, mama y papa se fueron de viaje ayer por dos semanas, y no, no hare ninguna fiesta y sí, me dejaron a cargo. Jason y yo tenemos colegio hoy, es el primer día de mi último año, así que a gozarlo.
Entre al baño para darme una ducha rápida, me lave los dientes y por ultimo me vestí. Baje para buscar algo de desayuno, pero, después de encontrar el refri y las alacenas vacías mi corazón dio un vuelco. ¿Qué se supone que voy a comer? Mi estómago rugió por comida. Solo los Dioses del Olimpo saben lo que me costara decir esto.
-No te preocupes, bebe. Encontrare comida deliciosa-dije mientras sobaba mi panza-. No te dejare morir.
-Ya veo porque mama y papa dicen que eres "especial" -dice Jason mientras entra en la cocina.
-Tú cállate, y me haces el favor de peinarte. ¿Qué tienes ahí arriba, un nido de pájaros? -le dije furiosa. Entiendo que quiera ser popular pero ese montón de nudos en el pelo lo hacen ver más tonto de lo que ya es.
-Púdrete-dijo mientras subía las escaleras rumbo a su habitación.
-Me lo agradecerás, quizás no hoy ni mañana, ni el día de mi sepulcro, pero lo harás-le grite mientras salía de la casa rumbo a la masacre, digo, colegio.
Llegue a la parada del autobús y espere a que llegara el siguiente. En la banca estaba sentada una señora mayor, que me miraba fijo sin pudor alguno. Voltee mi cabeza a otro, pero aun sentía la mirada de la anciana. Me gire a verla y como sospechaba, la vieja me seguía viendo. Con un sentimiento de violación, me incline a ver si venia el autobús, pero no, esta calle estaba más sola que un desierto y la vieja seguía mirándome.
¿Qué diantres le pasa a esta vieja?
Me mata esa mirada.
-Disculpe señora, ¿se le ofrece algo?
-Ya que preguntas, tienes algo de papel higiénico en el trasero, hija-. Dijo la señora con ese típico tono de abuela. Mis mejillas se incendiaron a causa de su respuesta.
- ¿¡Eh!? -Dije mientras veía mi trasero, donde había un pequeño pero visible sobre mi falda negra, trozo de papel higiénico, después de alcanzarlo lo quite-Gracias... ¿Cuál es su nombre?
-Elena-dijo con una sonrisa sincera.
-Bueno, señora Elena, soy Nina-digo mientras me siento a su lado- es la primera vez que la veo en esta parada.
-Oh, es que me quede dormida en el bus anterior- dijo riéndose. Que adorable, sin duda esta seré yo cuando este arrugadita.
En ese momento llego el autobús. Subí esperando a la señora Elena, pero no subió.
-Señora Elena, ¿no va a subir? -pregunte en la puerta del autobús.
-No, este no va a mi casa... Pero, muchacha... A partir de hoy tu vida va a ser diferente- haciendo el intento de guiñar el ojo.
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Bienvenido al infierno
Novela Juvenil¿Que puedo esperar de un imbécil en potencia? Y pensar que casi fue mi novio esta gran pila de caca. No va a jugar conmigo otra vez. Yo, Nina Yelm, hare de la vida de Christopher Freg, un infierno.