II. A name

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Deus, oh sí.

Este es el capítulo 2 y...

¡SPOILER ALERT!

El capítulo es muy intenso sexualmente 😏

Es muy descriptivo y por más que use figuras literarias para embellecerlo, lo cierto es que es fuerte. Discreción.

Sin más, quiero dedicar este fanfic a Oyashirazu.Es todo lo que diré sobre eso.

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"... You don't remember
You don't remember
Why don't you remember my name?
Off with his head, man
Off with his head, man
Why don't you remember my name? I guess he does ..."

Paranoid Android fragment by Sia (Cover version)

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-Reyleen-

Era un día obscuro y nebuloso. Acababa de amanecer. Caminábamos en lo que parecía un bosque, extrañamente lleno de césped, húmedo del rocío de la mañana.

El cielo de nuevo. Pero no azul.

En cambio, el cielo era gris y la brisa tenía una ligera fragancia a salado, como cuando se está cerca de la orilla del océano, pero no era así. Un pequeño lago, a lo lejos, se divisaba, lleno de patos que hacían su característico ruido, mientras nadaban a través del estrecho canal, bordeado por piedrecillas de colores.

Cuack, cuack, cuack.

Sentí mi cabello húmedo también. La capucha de mi abrigo, negro igual que el suyo, estaba debajo de mi cabeza, pero no me protegía gran cosa. Hablábamos.

La imagen de sus labios moviéndose era todo lo seductora que debía ser. Me hipnotizaba.

Su cabello, casi negro, se movía ligeramente con el viento y me obligaba a observar las copas de unas palmeras altísimas que nos rodeaban, raras para ser un bosque, en tanto que al pie del lago sólo había árboles frutales recién sembrados.

Un termo lleno de té de manzanilla. Pan francés con miel hecho en casa. Idéntico al que preparaba en las mañanas de mi adolescencia, cuando mis padres salían a trabajar. Pero yo ya no era una adolescente. Era adulta. Y estaba en un solitario sitio, con él.

Nuestros labios se tocaban, devorándose hambrientos. El termo había caído de lado, saliendo de éste algo del caliente contenido en él. El pan ya no existía y sólo lograba percibir un dejo del aroma de la miel de maple y la mantequilla con que había sido preparado.

Sus manos me devoraban también. Me había desquiciado.

Cada caricia era dinamita pura. Las yemas de sus dedos tocaron mi abdomen por debajo de mi abrigo, mientras, recostado sobre mí, su mano se deslizaba, rápida y ansiosa por toda la extensión de mi torso, hasta tocar la línea en que el sostén separaba la carne de la ropa.

En blanco y negro, no me resistí. Exhalé un suspiro aliviado, deseoso, cuando por fin sus dedos apresaron con ansia las puntas de mis senos anhelantes y eché la cabeza hacia atrás, sin importar el sitio, sin importar quién o qué pudiera observarnos. Su respiración me había descolocado, de tal modo que me abracé a su cabeza de satinado cabello y le obligué a acercarse, besándole de nuevo, flexionándome para morder sus labios, con tal ardor que le volví loco también. Nuestras lenguas se tocaban, no de un modo peliagudo, sino más bien con suavidad. Podía sentir la textura de la suya, su saliva marcar mi boca.

The moment for chaos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora