Capítulo Único

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Estoy viva, bastante, y si creyeron que el tren del WangXian tendría un viaje corto les informo que no es así -inserte risas malvadas-

Espero que lo disfruten, dedicado con mucho amor para mi Baobei, de todas formas fue idea suya, yo sólo le agregué algunos detalles

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Malos sueños

Las notas del Inquiry llenan el silencio del Jingshi en un desesperado esfuerzo de obtener respuestas de un alma que sabe jamás va a responderle, pero que se niega a siquiera pensar que eso significa que no está al alcance de la mano. Pregunta lo mismo una y otra vez, obteniendo la misma respuesta mientras la noche parece alargarse más de lo necesario.

Los dedos de Lan Wangji se mueven por si solos a través de las cuerdas de su guquin, pero su mente no deja de rondar alrededor del pensamiento de que algo está mal, que no debería estar tocando Inquiry, que debería estar en la cama con un cuerpo cálido enredado entre sus brazos. Muy en lo profundo de su ser siente que toda la situación está fuera de lugar y debe detenerse, debe detener sus dedos, debe...

Toma una respiración profunda abriendo sus ojos a la oscuridad de su habitación, desorientado por unos segundos; alarga una mano temblorosa al otro lado de la cama esperando sentir lo que una parte de su mente le dice debe estar ahí, pero la esperanza hace arder su corazón al encontrar las sábanas frías y vacías. Puede sentir las lágrimas en sus ojos luchando por salir, pero todavía está envuelto en la imagen de si mismo tocando en una habitación vacía mientras el resto de su ser trata de convencer su nublada mente de que se tranquilice.

¿Acaso nada fue real? Piensa mirando la habitación sin poder distinguir nada que le indique que su sueño fue en realidad eso, que realmente Wei Ying había vuelto a su vida. Pero ¿y si fue producto un muy vivido sueño del que acaba de despertar? ¿y si la imagen de si mismo tocando Inquiry una vez más es real? No, quiere negarlo desesperadamente, la simple idea de despertar un día más sin su Wei Ying a su lado aprieta su corazón arrancándole el aire de golpe.

Pensar que nada de lo sucedido luego de la Cacería Nocturna en la Mansión Mo fue real hace que las lágrimas finalmente corran por sus mejillas obligándolo a sentarse para tomar una respiración profunda. Lleva sus temblorosas manos a su rostro tratando de tranquilizarse, de quitarse de encima los restos de su pesadilla, porque quiere creer que es eso y no la cruel realidad, tratando de recordar lo último que hizo antes de dormir.

Vuelve a mirar a su alrededor tomando pequeñas respiraciones, desesperado por identificar algo que le indique que Wei Ying ha estado con él los últimos años, pero no logra ver más allá de sus lágrimas. Un pequeño ruido le sobresalta y luego de unos segundos identifica que se trata de un sollozo que escapa de sus labios; está por levantarse para salir, para comprobar por si mismo lo que es real de lo que no cuando la puerta del Jingshi se abre de repente. Parpadea varias veces en un inútil intento de despejar las lágrimas para identificar la silueta parada en la puerta con una linterna en sus manos.

—¿Lan Zhan? ¿estás despierto? ¿estás bien? Sentí que algo andaba mal y vine corriendo—la voz de Wei Ying suena como música para sus oídos y sin ser consciente de ello deja escapar otro pequeño sollozo, esta vez acompañado de una corriente de alivio por su cuerpo y un río de lágrimas por sus mejillas.

Ve a su Wei Ying acercarse rápidamente a él y con un ligero giro de su muñeca dejando fluir un poco de energía espiritual las luces dentro del Jingshi se encienden permitiéndole verlo, corroborar que no es producto de su imaginación. Con un suspiro mira a su alrededor apretando sus manos contra su ropa, nota con alivio la fuerte influencia de Wei Ying en su hogar; túnicas negras no tan perfectamente dobladas junto a las suyas, Chenqing descansando descuidadamente sobre una mesa, pergaminos mal apilados a su lado y un montón de pequeños dibujos por todas las paredes.

Una pesadilla, se dice sintiendo las cálidas manos de Wei Ying limpiar las lágrimas de sus mejillas con tanto cuidado que su corazón se aprieta con fuerza. Fue una pesadilla, se repite a sí mismo, sin notar que lo dice en voz alta, bebiendo la imagen frente a sus ojos, los ojos grises de Wei Ying mirándolo con amor y preocupación, la pequeña sonrisa que le dedica mientras se sienta a su lado envolviendo sus brazos en su pecho.

—¿Tuviste una pesadilla? —Wei Wuxian lo mira con dulzura apretando sus brazos a su alrededor—, deja que tu esposo se encargue de ti, ¿sí? Eso es, tranquilo, estoy aquí.

Se deja recostar por su esposo, disfrutando del calor que emana su cuerpo tranquilizando finalmente su mente permitiéndole pensar claramente. Ahora recuerda que se fue a dormir un poco más temprano de lo habitual, aún un poco indispuesto por un resfriado que pescó luego de jugar con su esposo en la nieve; Wei Ying lo había convencido de dormirse sin esperar a que volviera de las cocinas, aunque convencer es una forma muy suave de decir que su esposo lo obligó a acostarse. Suspira cerrando sus ojos al sentir los dedos de Wei Ying en su cabello mientras este murmura que alguien les traería el té que había ido a prepararle para su resfriado, una combinación de las hierbas de Gusu con las que utilizaban en Yunmeng con la esperanza de hacerlo sentir mejor mucho más rápido. ''Oh'', piensa sintiendo sus orejas calentarse, por eso Wei Ying no estaba durmiendo a su lado, las luces se encontraban apagadas para ayudarlo a dormir mejor.

Por su parte Wei Wuxian besa su frente con suavidad sin dejar de acariciar su cabello, murmurando palabras dulces en su oído sintiendo como su cuerpo se termina de relajar; no necesita preguntarle que soñó para saber porque estaba tan alterado, después de todo él mismo tiene ese tipo de pesadillas todavía. Todavía sueña que está de regreso en los Túmulos Funerarios, sólo y sin esperanzas de salir, despertando entre gritos y sollozos pensando que se encontrará con el páramo vacío, pero su Lan Zhan siempre estaba allí para él.

—No —escucha a su esposo murmurar cuando se sienta en la cama alejándose de él.

—Lan Zhan, Lan-er-gege —dice apretando su hombro antes de levantarse tratando de no reir por el ligero puchero que se forma en los labios de su esposo y el cómo sus ojos se entrecierran con reproche por ignorarlo—. No me mires así esposo mío, es importante. Tengo un regalo para ti, aunque pensaba dártelo en tu cumpleaños, no creas que lo he olvidado. Oh bueno, supongo que puedo buscar otra cosa para ti.

Lan Wangji lo observa caminar hacia el armario entreabierto y está a punto de interrumpir su diatriba cuando su esposo se endereza con una pequeña caja en sus manos. Parpadea despacio siguiendo sus movimientos mientras Wei Wuxian se sienta a su lado; el hombre toma su mano para que no se levante poniendo la cajita en ella. La mira unos segundos con curiosidad antes de abrirla y extraer del interior un hermoso listón rojo; parpadea varias veces alzándolo hasta que está mejor en su campo de visión y nota que tiene flores de loto bordadas delicadamente en hilo dorado.

Su esposo toma su mano quitándole suavemente la cinta enredándola un segundo en sus dedos antes de mirarlo con una sonrisa pequeña, para nada similar a las amplias que siempre le regala, pero imposiblemente más brillante y feliz.

—Sé lo que se siente tener pesadillas así, dónde no puedes diferenciar lo que es real y lo que no. Para mí, tu siempre estás allí para recordármelo, y con esto... —dice despacio soltando la cinta de sus dedos para envolverla alrededor de la muñeca de su esposo que lo observa atentamente—... cada vez que despiertes y la sientas en tu muñeca sabrás que estoy aquí contigo, que esto es real y que te pertenezco —termina de atar la cinta y se inclina para besarlo con suavidad.

Lan Wangji siente las lágrimas agolparse nuevamente en sus ojos mientras abraza a su esposo respondiendo al beso con la misma devoción que su Wei Ying le dedica. Lo jala suavemente para que se acomode a su lado y deja pequeños besos en su rostro acariciando su cabello y su mejilla con adoración, encantado con el contraste del vivo rojo en su muñeca contra su pálida piel y el amor que se desborda de la mirada de su esposo.

Con un suspiro y un último beso en su frente cierra sus ojos apretándolo contra su pecho, el peso en su corazón se deshace al ritmo de las respiraciones de su esposo contra su cuello y el sabor amargo que le dejó la pesadilla desaparece mientras se queda nuevamente dormido con la firme convicción de que el calor que lo envuelve allí dónde los brazos de Wei Ying se apoyan es real.

Malos sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora