Cena

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El olor de las papas con queso gratinado inundo el ambiente, un pelinegro corria de un lado a otro arreglando todo para su cena con la teniente, despues de cubrir delicadamente las papas prosiguio a verificar la temperatura del refrigerador y así asegurarse de que el vino estuviera en perfectas condiciones, cuando termino se aplico más perfume del que ya tenia, pues tenia que tener unabmuy buena presentación esa noche.
La mesa estaba finamente decorada, un mantel rojo carmesí la cubria, en medio de la mesa se encotraba la charola con las papas recien salidas del horno, en ambos extemos unos platos con sus copas y utencilios correspondientes, para dar un gran cierre a esa decoración había velas aromaticas que desprendian un dulce olor a hierbas del bosque, todo indicaba a que esa iba a ser la cita perfecta.
Mustang comprobo su aspecto por última vez en el espejo, portaba ropa casual, unos pantalones negros a la vez y para cerrar con broche de oro una camisa muy juvenil, esa conjunto era el que mejor le quedaba y esa noche era una gran oportunidadbpara usarlo por primera vez, se miró complacido y se dirigio a la entrada en donde se paro haciendo su mejor sonrisa, se preguntó como vendría Riza, trataba de imaginar pero no lo lograba, ya que la unica pista era que la cena consistia en ropa casual y elegante a la ves, el azabache trató de aliviar su nerviosismo y dio una larga bocanada de aire, se sentía muy nervioso, aunque fuera conocido por ser un militar con muchas admiradoras y por lo tanto citas, esta era diferente, pues en esta vendría nada menos que su interes amoroso desde que eran niños, una rubia con ojos color chocolate.
El timbre sono y Mustang se apresuro a abrir, inmediatamente un olor a hierbas del bosque entro por las fosas nasales de Riza la cual vestia una falda negra y una blusa con botones blancos, cierto alquimista se quedó haí parado observando a la recien llegada, la reacción de esta no se hizo esperar y se apresuro a hablar
-Buenas noches coronel- dijo la rubia con una sonrisa
Solo hasta entonces Roy desperto de su aturdimiento y respondió
-Buenas noches Riza, hoy podemos dejar las formalidades y llamarnos por nuestros nombres
-Esta bien señor- atacó con una sonrisa burlona
-Dime Roy, por favor- este sabía la respuesta que le daría la teniente, pero disfrutaba ver su reacción
-Claro señor Roy
Mustang y ella rieron un buen rato para luego pasar a la cocina del departamento, la militar miro atentamente la decoración, para luego agregar
-Se esforzo señor
-Esta cita debe ser lo más perfecta posible
Despues de esta afirmación, se sirvieron las papas y el vino, platicaron un buen rato de su vida, bromearon y disfrutaron de la presencia del otro, al terminar la cena, Riza se apresuro a agregar
-Cocina mejor que antes
-Sí, aprendi mucho desde que intente cocinar algo que no fueran huevos con jamón y termine quemando la cocina.
La teniente sonrio al recordar aquel día, recordo a un general abrumado por el daño que le había hecho a una parte de las paredes y como lo había intentado ayudar junto con los demás.
Despues de algunas horas, era el momento de despedirse, aunque Roy insistio mucho en acompañarla de regreso ella se nego rotundamente, justo antes de cerrar la puerta Riza dijo algo que dejo impactado a su superior y que lo dejaría pensando mucho
-Me gustas Roy Mustang
La puerta se cerro rapidamente y el alquimista quedo parado en la entrada con el corazón palpitandole mucho, no solo lo había llamado Roy por primera vez desde que entraron a la milisia, si no que tambien le dijo abiertamente lo que sentía, con esas palabras el azabache supo con certesa que su vida estaba mejorando notablemente y esperaba que la de su querida subordinada tambien lo estuviera haciendo.

Llamas Y Balas/ RoyaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora