Suena el maldito despertador para recordarme que es lunes por la mañana y que debo levantarme para hacer lo que hacen las personas adultas: trabajar para ganarse la vida. Pero no me apetece una mierda porque ya sé lo que me espera hoy: nada.
Me incorporo en la cama y decido echar un vistazo a mi cuenta de Instagram donde anuncio mis servicios.
Deja de pensar mal. No soy una prostituta ni vendo mi cuerpo ni nada de eso. Me dedico a ser, básicamente, ayudante de famosos o influencers que necesiten ayuda para gestionar sus redes sociales, consejos... O por lo menos, quiero dedicarme a eso. Me gusta y manejo bien las redes sociales, aunque la vida pública no es lo mío. Internet es el medio más rápido para encontrar trabajo, aunque a mí no me esté funcionando últimamente.
Cuando digo que no tengo nada que hacer hoy es porque llevo sin trabajo desde hace unas semanas. Sólo me han contratado dos personas: una influencer que necesitaba ayuda para manejarlo todo cuando empezó a ganar fama pero que unos meses después me despidió porque se podía manejar sola y otra, que renuncié hace unas semanas porque me tenía como su esclava. Y yo no estoy para hacer la compra ni arreglar la casa de nadie.
Desde entonces me levanto todos los días esperando tener un mensaje o un correo con alguien interesado, pero nada. Y hoy no es distinto. No hay nada.
Saco las fuerzas de lo más profundo de mi ser para levantarme y hacer algo productivo con mi vida. Hago la cama, me preparo el desayuno y limpio un poco el apartamento y después me voy a dar una ducha.
Mientras estoy bajo el agua caliente, dejo vagar libremente a mis pensamientos. Si no encuentro pronto trabajo tendré que buscar algo en otro sitio como Bershka o algún otro sitio donde contraten a gente joven sin experiencia. Pero no me apetece mucho. Me gusta a lo que me dedico y quiero poder vivir de eso, pero mi cuenta bancaria está cerca de alcanzar números rojos. Pero no quiero agobiarme con eso ahora.
¿Qué puedo hacer hoy? Podría llamar a Carla y quedar para comer con ella y luego ir de compras. O puedo ir hasta el Retiro y pasar allí el día. Hace un día espléndido. O también puedo improvisar. No sé.
Salgo y me pongo un vaquero y una camiseta básica blanca con escote y decido echar un último vistazo al correo por si hubiera algún mensaje que no hubiera leído, aunque hace días que no recibo nada.
¡Hostia! Hay un correo de ayer por la noche que no había visto. No me debió saltar el aviso. Lo abro y miro a ver de quién es.
¡¡NO JODAS!! ¡¿DOMINIC THIEM?! Tiene que ser una broma. Seguro que es una broma. O alguien que tiene el mismo nombre... O puede ser él de verdad. Decido leerlo y salir de dudas.
Está en inglés y dice:
Buenas noches, señorita Gómez.
He visto que es usted ayudante y que se encarga de gestionar las redes sociales y en general lo que esté relacionado con la vida pública de los famosos. La verdad es que es justo lo que necesito ahora. Con los entrenamientos y torneos no tengo mucho tiempo para dedicarlo a las redes sociales. Me gustaría tener un poco de ayuda con eso. Ahora mismo estoy en Madrid por un torneo. Me gustaría que quedáramos y habláramos en persona sobre los detalles.
Dígame qué día le viene bien y a qué hora. A ser posible antes del viernes.
Dominic Thiem
Que fuerte. Que fuerte. Que fuerte. No puede ser verdad. Pero sí parece serlo. Creo que sigo soñando.
Para los que no sepáis quien es Dominic, cosa que me parece muy mal que ni siquiera os suene (y, que quede claro, estoy poniendo los ojos en blanco), es uno de los mejores tenistas de hoy en día. El número tres del mundo, tiene veintiséis años y es de Austria. Un gran tenista y una gran persona. Soy muy fan suya desde que soy una adolescente, de ahí que no me crea que sea él quien me ha escrito.
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Amar es la eterna inocencia
Romance¿Nunca te imaginaste conociendo a tu ídolo y, por cosas de la vida, él se acababa enamorando de ti? Pues Laura sí. Si piensas que tu vida es de lo más simple y que grandes cosas no te pueden pasar, lee esta historia y descubre como la vida de Laura...