Panacea Universal

Setenta y siete

—Cuanto tiempo sin verte, pequeño hermano... —habló Andrew cuando entraron a la consulta.

—Un largo y feliz tiempo, ¿no? —murmuró Ben con las manos en la espalda.

Andrew soltó una risa desganada.

—Algo así... —masculló el médico—. No te ha ido muy bien, ¿no?

—Bastante bien, de hecho...

—Supongo tiene relación con la dama aquí presente... —habló en dirección a ella—. Un gusto, Andrew Cumberbatch...

—Amelia Wiśniewski... —estrechó su mano.

—Pasen a mi oficina. —señaló el inglés—. Espero hayas traído tu historial médico.

Ya dentro, Amelia le extendió la carpeta con cuantiosos exámenes y anotaciones médicas, que él revisó minuciosamente.

—Es un gusto para mí atenderte... —habló sin levantar la mirada—. Después de todo, significa que el pequeño Ben ha conseguido una amiga...

—Me contenta decir que soy más que eso. —dijo tomando la mano del hombre sentado a su lado.

Andrew levantó la mirada sorprendido.

—¿Tienes una novia? —lo miró alzando las cejas.

—Prometida, de hecho... —estipuló Ben enseñándole su anillo-argolla de llaves—. Y no estás invitado a la boda...

—¿Te vas a casar? —interrogó abriendo los ojos de par en par.

—Sí... —respondió con obviedad.

—¡Quién podría haberlo imaginado! —exclamó anonadado—. Mamá no podrá creerlo... se escandalizará cuando sepa que es estadounidense, pero se le pasará en una semana... pensé que te caían mal los americanos, su forma de hablar...

—Al contrario, me enamoró su acento... y todo de ella... —la miró de lado—. Soy un hombre afortunado...

—Así veo... es una dama hermosa, con mucho respeto... —señaló Andrew.

—Le agradezco... —habló ella con retraimiento.

—Los felicito... —dijo poniéndose de pie—. ¿Me haces el favor de sentarte en la camilla?

Amelia se levantó y siguió sus órdenes, mientras Ben se quedó cerca, observando los movimientos de su hermano.

—Supongo irás para navidad a casa de nuestros padres... —habló mientras revisaba a Amelia—. Tienes motivos este año... todos estarán felices de conocer a tu futura esposa...

—Tengo intenciones de romper mi propio record... —musitó Ben—. Prefiero estar en casa con Amelia, es su primera navidad de verdad, la pasaremos bien...

—¿Su primera navidad de verdad? —interrogó sin comprender.

—Mi madre era rusa, y yo pasé toda mi infancia viviendo en ese país... —trató de explicar ella—. Las cosas son diferentes por allá...

—Entonces te encantaría ver cómo se festejan las navidades en la casa Cumberbatch... —dijo el médico.

—Tenemos nuestra casa Cumberbatch-Wiśniewski ahora... no es fácil de pronunciar, pero es maravilloso... —habló Amelia sonriendo—. Agradecemos la invitación, pero estaremos bien los dos...

—Vaya, eres amable... ¿cómo toleras a este tipo? —bromeó él.

—Es un buen sujeto si te das el tiempo de conocerlo bien... —espetó ella—. Yo me enamoré de él, puedes imaginarlo...