Cuando desperté, mis ojos tardaron varios segundos a acostumbrarse a la luz. Cuando intenté sentarme, en seguida me di cuenta de que aquello era una mala idea. Conseguí medio incorporarme ayudándome con mis brazos, que me dolían a horrores, y evitando usar las manos, pues sentía como cada vez que las apoyaba, estas parecían arder.
Me di cuenta entonces de que estaba en un lugar desconocido y que tampoco sabía como había llegado allí. No tardé en deducir que aquello era un hospital, ya que las cortinas que había al lado de la cama en la que estaba acostado y aquel característico olor a desinfectante que inundaba mi nariz eran inconfundibles.
Tenía la boca seca y pastosa, como si no hubiera bebido nada en días, pero eso era imposible. Recordaba perfectamente que antes del partido había bebido agua... Y entonces me acordé. Habíamos llegado a los octavos de final sin problemas y nuestro rival era un equipo desconocido, el Instituto Zeus. Al no haber participado en ediciones anteriores del FF, pensamos que no serían unos rivales demasiado duros. Enseguida nos dimos cuenta de que estábamos equivocados. Ni siquiera llegamos a jugar la segunda parte, pues la primera acabó con una gran ventaja de por su parte. No recordaba exactamente de cuanto, porque yo, al igual que el resto del equipo, no podía ni levantarme del suelo para ver el marcador.
Sólo el pensar en eso hacia que el escozor de mis manos volviera, ¿qué clase de portero era yo, que ni siquiera había podido parar un solo tiro? Mis pensamientos se dirigieron rápidamente a los demás miembros del equipo, especialmente a cierto delantero con parche. No sabía nada de ellos y podía sentir como la preocupación crecía dentro de mí.
Quise levantarme para ver si podía enterarme del estado de mis compañeros, deseando que hubieran tenido más suerte que yo y no hubiese hecho falta ingresarles. Nuevamente, no tardé en ver que volvía a ser una idea horrible. A la que apoyé la mano en la cama para intentar levantarme, sentí como si tuviera un cuchillo clavado en el centro de esta y, sin poder evitarlo, solté un quejido ronco a la vez que volvía a desplomarme sobre la cama.
— ¿Genda? – oí mi nombre desde el otro lado de la cortina y juro que mi corazón estuvo a punto de detenerse. Conocía esa voz mejor que la mía propia y, aunque estaba más débil y quebrada de lo normal, la reconocí al instante.
— ¿Sakuma? ¿Eres tú? – pregunté con la esperanza de habérmelo imaginado, pues la sola idea de que él estuviera tumbado en la cama que estaba al otro lado de la cortina, tan mal o incluso peor que yo, me dolía más que estampar mis adoloridas manos contra la pared.
— Sí... ¿Qué ha pasado? – pude notar la confusión en su voz, parecía no recordar nada de lo sucedido y eso me preocupó mucho más.
Quería verle, tenía que verle. Levanté el brazo y me concentré en llevar mi mano hasta la cortina que nos separaba, ignorando las punzadas de dolor que me recorrían desde la punta de los dedos hasta el hombro. Aguanté la respiración y agarré la cortina, intentando ejercer la menor fuerza posible. Empecé a pasarla lentamente pero, cuando me di cuenta de que el dolor iba aumentando, la pasé de un solo tirón, para acabar cuanto antes.
— ¿Estás bien? – la preocupación en su voz era palpable y sus palabras, por cortas que fueran, parecían calmar un poco mi dolor. Supuse que se había percatado de la muñeca que había hecho al pasar la cortina, pues su ojo reflejaba la misma preocupación que su voz.
— Sí, no te preocupes. Solo me duelen un poco las manos. – le aseguré yo, para después mostrarle una sonrisa y poder así borrar, aunque solo fuera un poco, las marcas de preocupación de su rostro.
— Genda... – pronunció mi nombre con suavidad, consiguiendo que se me erizara el vello de la nuca – ¿Por qué estamos aquí? – ver a Sakuma de aquella manera, tan vulnerable, me hacía querer protegerle y alejarle de todo mal y, a la vez, hacía crecer en mí cierto sentimiento de culpa: sentía que, si hubiese sido capaz de parar los tiros de los jugadores del Zeus, los delanteros no tendrían que haberse esforzado tanto y, por ende, Sakuma no estaría en aquella situación.
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Capitán
Fiksi PenggemarSakuma y Genda siempre han tenido una gran relación como amigos, pero, ¿es eso todo? ¿Comparten una bonita amistad o hay algo más entre ellos?