14-Serry

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La joven fue con Natsu al mercado a dar una vuelta, quería que viera como era Magnolia ya que nunca había salido de su poblado. La joven se quedo embobada admirando todos los puestos que habían establecidos así como las tiendas. Y en cuanto a la parte de las frutas y verduras, tenían un aspecto brillante y ella sabía cuales estaban maduras.

—Es increíble, todo es tan...distinto—comentaba mientras paseaba de la mano del joven.

Serry esbozaba una sonrisa, saludaba a los niños y estos les contestaban alegres, tenía muy buena mano con ellos y se notaba.

—¿Te gustan los niños?—preguntó este mirando feliz.

—Me encantan—respondió con una sonrisa.

Sentados en un parque, Serry se unió a un pequeño grupo de niños para jugar ante la mirada del mago cuyo rostro reflejaba felicidad, estaba orgulloso de tener una chica así en su vida. Cada vez que la miraba, sentía como si ella no fuera de este mundo, era algo...mágico...su cara era angelical y su sonrisa acompañada de sus preciosos ojos le hacía sentirse en una nube.

Agotada de jugar, se acerco hasta el joven que la esperaba con una botella de agua. Hasta bebiendo estaba guapa.

—Vamos a casa—dijo ella quitándose el sudor de la frente.

Era ya de noche, Natsu había mandado limpiar su casa de Magnolia, realmente aquel grupo de personas eran eficaces ya que toda la casa estaba muy limpia y ordenada.

—No es mucho, pero es un hogar—dijo este invitándola a pasar.

—Es muy bonita, como su dueño—le acaricio suavemente la mejilla antes de darle un pequeño y suave beso.

A los cinco minutos de estar por casa, el tiempo cambió y comenzó a llover fuerte, por suerte aquellas paredes resistirían el fuerte viento. Natsu uso su magia y encendió la chimenea que daba al lugar una pequeña luz romántica. Serry se acomodó en el hombro de este y él la rodeó con los brazos para mirar juntos el fuego.

—Natsu...¿crees en las hadas?—preguntó ella con una hermosa sonrisa.

—Si, ¿por qué no?—contestó.

—Ya veo...eso es bueno—él no entendió nada de nada.

Mientras tanto, Gajeel estaba cenando la comida que le había preparado Levy. La joven estaba preocupada por la actitud de Mira, la conocía de pequeña y sabía perfectamente que algo le ocurría.

—¿Sabes algo?—pregunto a su pareja—por favor dímelo.

—Esta bien...pero no puedes contarlo—respondió serio.

Cuando la pequeña escucho toda la historia, le supo mal por Mira, pero sobretodo por Natsu quien tuvo que pasar por mucho e incluso abandonar a su familia durante seis largos meses para poder superar una ruptura tan dura.

—Ella se lo busco—comentó frío el dragon slayer.

—A veces simplemente no es fácil expresar nuestros sentimientos...si no...mírate a ti—dijo señalando.

—¿Aún me lo recuerdas?—pregunto rojo.

Sabía que llevaba razón, pero le daba corte admitir que estuvo tiempo hasta que se armo de valor para pedirle oficialmente que fuera su novia.

—¿Qué opinas de Serry?—le pregunto este.

—Es muy buena chica, me alegro por ellos—contesto feliz.

—Yo también pienso lo mismo—comentó el pelinegro.

Luego, continuaron con la cena antes de que se enfriase.

Regresando con Natsu y Serry, ella observaba por la ventana.

—¿Te gusta la lluvia?—pregunto este viendo que no paraba de mirar por el cristal.

Ella se levantó y estiró un poco su espalda, permanecer tanto tiempo en el suelo le produjo unos pequeños calambres.

—Me gusta mucho. Aunque me recuerda a una canción—contesto.

—¿Podrías cantarla?.

—Me da vergüenza—contesto juntando sus manos.

Pero tras ver la carita que le ponía reflejada por la luz del fuego, aceptó. Se aclaró la voz y comenzó a cantar.

Allá en lo alto, en los salones de los reyes
que han muerto,
Jenny bailaba con sus fantasmas,
los que ella había perdido
y los que había encontrado,
y los que más la habían amado.

Los que se habían marchado
durante tanto tiempo,
que ella no podía recordar sus nombres.
Ellos la hicieron dar vueltas
sobre la vieja y húmeda roca,
hicieron que su tristeza y su dolor desaparecieran.

Y ella nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.

Ellos bailaron a lo largo del día
y la noche, a través de la nieve
que se extendía por todo el salón,
del invierno al verano, y de vuelta al invierno
hasta que los muros se tambalearon y cayeron.

Y ella nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.
Y ella nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.
Nunca quiso marcharse.

Allá en lo alto, en los salones de los reyes
que han muerto,
Jenny bailaba con sus fantasmas,
los que ella había perdido
y los que había encontrado,
y los que más la habían amado.

Él aplaudió cuando ella dio por terminada la canción.

—¿Qué le paso a esta tal Jenny?—pregunto con curiosidad, le había encantado y su voz era angelical, era...era...no se podía describri.

—Fue una joven que vio morir a su familia, una noche de lluvia como esta—se apoyó en la ventana—y se dice que ella paseó por los restos del castillo bajo una capa de nieve bailando con los fantasmas.

—No sé que decir.

—Es solo una canción—dijo antes de volver a sentarse a su lado.

Mientras tanto, Mirajane estaba tumbada en su cama, leyendo un libro para distraerse mientras escuchaba de fondo la lluvia.

—Natsu...lo siento—dejo el libro y rompió a llorar.

Lo que ella no sabía es que Lisanna observaba todo desde la puerta. Ahora comprendía todo, sentía lastima por su hermana, ella paso por lo mismo, y quería ayudarla. Pero Natsu ya tenía a alguien en su vida, no eran quienes para interferir.

—Hermana...tienes que ser fuerte—susurro antes de cerrar la puerta suavemente mientras ella continuaba derramando lágrimas por no haber aceptado el amor de Natsu.

Continuara...

He tenido una gran idea que llevaré a cabo, me encanta lo que he pensado y espero poder plasmarlo.

2 cosas, la primera, subiré la continuación el 4 de Junio. Y la segunda, la canción es de Jenny Oldstones de Juego de Tronos.

Los demonios también aman(NaMi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora