Hoy fui dada de alta, luego de hacerme mil y un exámenes y tomografías, al fín volvería a casa, mucha gente había enviado flores como felicitaciones por el alta, se hizo un gran alboroto. Doctores, enfermeras y prensa me despidió del hospital.
Pero yo no estaba segua de si quería volver.
En el momento que tuvimos que subir al auto sentí verdadero pánico, no era capaz de subir allí inclusive si tenía que ir caminando a casa lo haría, pero mi tía Elizabeth prácticamente me subió a la fuerza en éste. Tenía que obedecerle de ahora en adelante; la hermana de papá era la única família viva que conocía después de los padres de mi mamá, pero ellos no habían vuelto a hablarle luego de que se casó con papá, o algo así me explicaron, y como mi tía era mi único familiar de sangre era quién se haría cargo legalmente de mí, hasta que cumpliera la mayoría de edad.
Ella y Shi Ah, se habían instalado en nues... mi casa, hace una semana atrás antes de que fuera dada de alta, decía que era para que no tuviera que separarme de los recuerdos de mi familia. Pero estar ciega y tener 10 años no me hacía estúpida.
— Llegamos — me dijo Shi Ah a mi lado — ¿Quieres que te ayude?
No es que quisiera, necesitaba ayuda.
— Hogar, dulce hogar — murmuró mi tía en el momento que entramos.
Todos los recuerdos vinieron a mi mente causandome dolor. El olor a madera fina invadió mis fosas nasales y podía recordar perfectamente nuestra chinea rodeada con los muebles que mamá había escogido, eso me hizo recordar toda las navidades en las que abrí mis regalos allí, tomando chocolate y molestando a papá por su voz mientras intentaba cantar villancicos y canciones tradicionales.
¿Estarían aún los regalos de éste año?, no había forma de que pudiera saberlo, no podría verlo por mí misma.
Los recuerdos del accidente y de mis padres vinieron a mí haciendo que mi mareo volviera, eso llamó la atención de mi prima
— Minji-ah, ¿Te sientes bien? — le tomó del brazo, ella era mayor que yo por dos años y era más alta, no éramos muy cercanas, de hecho, solo nos veiamos en eventos de la empresa o cumpleaños y la tía no la dejaba jugar mucho sin embargo, habíamos hablado varias veces y podía ser muy divertida.
— Quiero ir a mi habitación — le respondí con una mano en mi frente, Shi Ah entendió de inmediato comenzó a caminar en dirección a éste, me tome de su brazo para no caerme en las escaleras, conocía mi hogar pero aún no podía acostumbrarme a esta oscuridad en mis ojos.
—¿Shi Ah, a dónde crees que llevas a tu prima? — habló la tía Elizabeth desde lo que pude localizar era el estudio de mamá.
¿Que hace la tía ahí?
— La estoy llevando a su habitación, Minji no se siente bien, madre.
— ¿Y que te hace suponer que su habitación esta en la segunda planta? — la oí acercarse — ya no duermes en la segunda planta, pequeña.
— ¿Qué?
— mandé a acondicionar una habitación especial para ti, cariño. — dijo con ese tono de adulación que estaba empezando a odiar.
Estaba empezando a odiar muchas cosas.
— ¿Pero porqué? Todas mis cosas estan arriba. — expliqué.
— ¿Debo responder eso? ¿No es obvio ya? Estás ciega y solo quiero evitar otro ... accidente. Estoy segura que te gustara el nuevo lugar. — me separó del brazo de mi prima y me hizo caminar detrás de ella, solo me guiaba por el sonido que hacian sus tacones al caminar.
— ¿Porqué estamos afuera? — podía sentir el olor del cloro en nuestra piscina y el suelo por el que caminábamos era diferente al de la porcelana dentro de la casa, era el camino de grava, el que llevaba . . . — ¿Estamos en la casa de la piscina? — pregunté lo obvio.
— Pensé que sería más sencillo y menos peligroso para ti, encontrar el camino hasta aquí que dentro de casa, ya sabes, hay muchas qu podrías no ver y tropezar, en cambio aquí solo tendrás que seguir el camino de grava ¡Y ya! Estaras en casa. — habló emocionada por su idea.
Era un asco de idea, la puerta de la casita hizo un sonido aterrador al ser abierta, un olor a madera mojada y pintura me invadió, casi podía sentir la humedad.
— Mandé a decorar con Jen uno de los diseñadores más famosos de toda Corea y mi amigo personal, la verdad es que me gusta el color de las paredes, una mezcla entre femenino y elegante, y oh mira el acabado de estos muebles es simplemente una obra de arte. — habló aún más emocionada y orgullosa de su idea.
¿Pero que más daba el acabado de la madera o el color de las paredes? ¡Estaba ciega! Jamás podría verlo.
— ¿Te gusta?
— no quiero quedarme aquí. — hablé por primera voz con un tono más desafiante del que quería.
— Es lo mejor para ti, pequeña.
— ¿Lo mejor para mí, tía Elizabeth?— está vez no pude controlar mi enojo —¿ lo mejor para mí o para usted? Ésta es mí casa, tengo mi habitación y definitivamente no me quedaré a dormir en un cuartito como la servidumbre. — intenté imaginar el lugar donde sus ojos estaban y la miré (o fingí hacerlo) desafiante.
— Minji. — habló y no quedó rastro de su emoción. — yo estoy a cargo ahora, y no creo que éstas en condiciones de cuestionar nada. ¡Cielos, si deberías estar agradecida de por lo menos estar viva! Dormir en este cuarto, o cualquier otro es un privilegio que lamentablemente tus padres no podrán tener.
Había tocado mi nervio sensible, apreté mis dientes hasta que sentí que me hacía salo — dejeme sola.
— Muy bien, que disfrutes tu nuevo hogar, Sobrina. — y sin más la oí largarse azotando la puerta.
Quería lanzar algo, romperlo, hacer un berrinche hasta que mi enojo se fuera, hasta que mi madre volviera y me regañara con su voz severa por ser una niña berrinchuda, quería volverla a ver, ver su cabello castaño claro, y sus ojos cafés naturales, poder tocar su tersa piel y reírme de cuando se ponía aquellas mascarillas para la piel.
Me sentía como un bebé aprendiendo a caminar, mis pasos eran inseguros por el miedo a tropezar con algo, tuve que gatear con cuidado para encontrar la cama, cuando llegué a ésta me lancé ahí y por fín lloré, lloré de verdad.
Mami, papi. Ji-Ah tiene miedo.
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Capítulo cortico.⭐ y 💬