A los ojos del arpía

Capítulo único

Se había perdido en un sueño, cuando todo comenzó. Un alarido le hizo levantarse rápidamente, y los siguientes indicaban que algo terrible estaba sucediendo.

El calor hizo algo extraño en su cuerpo y todos los sonidos se mezclaron en una sola vibración que era cada vez menos perceptible a sus oídos. En un mal paso, cayó de la plataforma y se dañó todo el superior del cuerpo cuando golpeó el suelo. Al levantarse, el miedo dejó de existir.

Ya no pensaba. Caminaba lejos del pueblo. ¿Porqué? Aun no tenía fijado un destino en particular. Su rostro estaba empapado; no sabía de qué... y tampoco le importaba. Nada importaba porque todo era simple vacío.

Desde hacía poco más de una hora, sólo caminaba lejos, porque simplemente no podía quedarse en el mismo lugar. Todo lo que alguna vez fue una pequeña comunidad en los árboles había ardido de un momento a otro, sin tener tiempo a conocer la explicación. Todo lo que podría serle familiar se había ido para siempre y se elevó en forma de cenizas. Caminar. Alejarse del incendio antes que tome aún más fuerza. No quería ver el fuego nunca más.

» A c é r c a t e. «

Desde ese momento, caminar. Nada más merecía incluso pensar en ello, ni siquiera quitarse la vida tenía sentido. Sus pies se movían como si algo le llamara insistentemente desde muy lejos... algo que probablemente escucharía si aún conservara su audición.

»No hay nada que hacer además de ir hacia allá« pensaba, y se repetía mentalmente mientras andaba y la nieve caía mezclada con cenizas.

Cuando recuperó la lucidez, sus pies se habían detenido y su rostro apuntaba a lo alto de un árbol que tenía una particular rama horizontal. Su mirada dejó de ser borrosa y poco a poco distinguió a alguien que estaba parado allá arriba. Cuando notó que esa mirada le apuntaba, el frío que causa una ligera ventisca nevada fue recordado por su piel, y su cuerpo se cubrió de un escalofrío que le bloqueó por completo el movimiento, y de nuevo, el pensar.

Había alguien grande erguido allá arriba, como un espíritu que no dejaba de mirar. El nuevo recuerdo de su cuerpo era el dolor de la caída, y después hambre. Todas las sensaciones humanas volvían poco a poco mientras aquello en el árbol tomaba una forma real. La persona estaba en el punto más expuesto de un claro, en algún lugar de ese gran bosque nevado.

»¿Qué es eso?« Y cómo si aquello hubiera escuchado su pensamiento y decidiera responderle, al instante bajó su postura y se lanzó desde allá arriba hacia la persona.

Desplegó las alas y no hizo ningún ruido al aterrizar en la nieve. La persona estaba tan sorprendida por lo que estaba justo delante que no tuvo tiempo ni a sentir miedo. Segundos después, era tarde; si eso quisiera hacerle daño en ese momento, no habría dudado en hacerlo.

Eso era un ave gigante. Estando de pie era »mucho más grande que yo«. Su plumaje gris y blanco se coronaba con un par de conjuntos de plumas que parecían orejas, y sus ojos fijos se expandieron cada vez más. Abrió el pico tres veces y el movimiento de su cuello hizo evidente que un sonido muy fuerte escapaba de allí.

»Sin embargo, no puedo escucharla«, pensó con inquietud la persona. Sólo podía imaginar lo intensos que eran esos gritos basándose en el temblor que esto causó dentro de su cuerpo.

El ave dio un pesado salto hacia atrás, y su grueso abrigo de plumas se plegó al tocar suelo otra vez. Donde antes había estado, yacía un racimo de una extraña fruta roja.

La persona, guiada involutariamente por su ahora demasiado notoria hambre, se abalanzó sobre la fruta y la comió, tratando de suprimir la desesperación. Ignoró por completo el potencial peligro de que esto fuera una trampa.. aunque, incluso si todo esto lo fuera, no tenía tantas decisiones alternativas.