Prólogo

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Unos ojos azules, como zafiros cautivadores, exploraron la habitación, un espacio pequeño y envejecido. Habían transcurrido dos semanas desde que Tom Riddle regresó de Hogwarts. Su presencia se limitaba a salir de la habitación únicamente para las comidas, una rutina monótona que marcaba sus días.

La señora Cole, como cada jornada, lo llamó desde el otro lado de la puerta, sin abrir jamás. Un gesto habitual que indicaba la hora de la comida. Sin embargo, ese día parecía diferente, peculiar incluso para Tom Riddle.

Sus ojos azules, siempre observadores, se encontraron con unos verdes resplandecientes que parecían penetrar en lo más profundo del alma.

Junto a la señora Cole, se encontraban dos niños, uno con ojos verdes radiantes y cabello azabache con destellos azul oscuro, que caía majestuosamente hasta la cintura. El otro, con ojos castaños adornados con una pizca de dorado cerca de la pupila, y un cabello de tono azul celeste, creando una presencia intrigante.

En el austero comedor del orfanato Wool, la señora Cole, una monja de edad avanzada con una frialdad palpable, interrumpió el silencio con un tono brusco: "Tom, hoy se unen a nosotros dos nuevos muchachos: Hadrian y Eduard. Compartirán habitación.". Con gesto indiferente, la señora Cole continuó su presentación.

La atmósfera en la mesa era tensa, marcada por la hostilidad velada de la señora Cole y el desinterés evidente de Tom. Mientras presentaba a los recién llegados, la monja dejaba entrever su desdén hacia el joven Riddle. Este, por su parte, observaba a los niños con una expresión que sugería más intriga que bienvenida, anticipando conflictos latentes en el orfanato.

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       El hospital de San Mungo se alzaba como un monumento sombrío, testigo de las secuelas dejadas por la devastadora guerra. Harry Potter, a pesar de la insistencia de Ron y Hermione, decidió adentrarse en sus corredores mágicos. La inusual determinación en sus ojos reflejaba la preocupación que sentía por su ahijado Teddy, quien merecía una revisión después de los turbulentos eventos en Hogwarts.

La entrada al hospital resonaba con un murmullo constante de pacientes y sanadores que se apresuraban entre las distintas salas. La decisión de Harry de visitar el lugar, aunque desconcertante para sus amigos, tenía motivaciones más allá de lo evidente. No solo buscaba la atención médica para Teddy, sino también armarse con folletos sobre el cuidado del bebé. Como padrino, estaba decidido a asumir la responsabilidad, sin importar lo que opinaran Ron y Hermione.

La sala de espera estaba llena de una mezcla de emociones. Harry, con Teddy en brazos, observaba el ir y venir de sanadores, algunos exhaustos por la constante demanda de atención, otros reconfortando a familiares preocupados. La atmósfera estaba cargada de ansiedad y pesar.

Finalmente, una enfermera con bata azul se acercó a Harry. "Sr. Potter, ¿en qué puedo ayudarle?" preguntó con una voz que resonaba profesionalismo pero también un atisbo de compasión.

"Vengo por Teddy Lupin. Necesita una revisión después de lo que sucedió en Hogwarts", dijo Harry, sintiendo la necesidad de explicar aunque la enfermera ya conocía la historia.

La enfermera asintió, llevándolos a una sala de examen. Mientras Teddy era atendido, Harry observaba los folletos sobre cuidado infantil con ojos determinados. En su mente, se repetía la promesa de ser un buen padrino, independientemente de las opiniones de Ron y Hermione.

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⏰ Última actualización: Nov 14, 2023 ⏰

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