CAPÍTULO 1: 17 de noviembre de 2019

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Por esta fecha aun seguía haciéndome a la idea de que iba a cumplir mi sueño, mientras que ahora solo puedo mirar con añoranza mi antiguo mundo.

Mi hermana Pía y yo éramos fans del K-pop desde hacía años. Ella me lo enseñó a mí cuando tan solo tenía 10 años. Empezó mostrándome vídeos de Super Junior, Hyuna y Shinee. Estos últimos los llevaba siguiendo desde hacía bastante tiempo, durante el cual había estado intentando aprender su idioma con la esperanza de algún día llegar a hablar con ellos en persona-nunca lo consiguió-. Por mi parte, estuve receptiva con el nuevo género musical a la vez que me mostraba curiosa por aquello que estaba aprendiendo mi hermana, y que a su vez, me enseñaba a mí.

-¡Qué horror segundo de bachillerato!- exclamé mientras me tiraba al sofá después de un día lleno de exámenes-. Fue mucho más fácil superar las pruebas para entrar al ejército.

Yo era una chica que siempre había destacado por mi coordinación y características físicas. Nuestra madre me apuntó desde muy pequeña a toda clase de actividades: natación, gimnasia rítmica, taekwondo, atletismo, judo, baile de salón, baile moderno... Pero con todo eso me pasó igual que con el K-pop. Probé de todo durante años sin que nada me convenciera del todo hasta que al fin, en el inicio del verano del 2017, cumplí la edad recomendada para poder empezar a levantar peso, y tan solo tres meses después se estrenó el programa de supervivencia Stray Kids. A partir de entonces, mi vida pasó a ser una llena de pasión. Por un lado, vivía con ilusión volviendo a casa cada viernes y saber que me esperaba un nuevo capítulo del que se iba a convertir en mi grupo favorito. Por otro, me apunté al gimnasio, inicié una dieta y en tan solo 6 meses aparecieron grandes resultados en mi cuerpo –o al menos eso creía yo- que me autorrealizaban. La gente se sorprendía al ver la fuerza de voluntad que tuve desde el primer momento.

-Oye Clío, ¿te acuerdas del trato que hicimos con mamá? –me preguntó mi hermana Pía.

-Sí, ¿qué pasa?

-¿Cómo que qué pasa? Más te vale sacar todo por encima de siete si no quieres que mamá cancele los billetes para ir a Corea.

Para ella era muy fácil decirlo. Pía tenía un coeficiente intelectual bastante elevado además de tener una muy buena memoria visual. Pasó tanto el bachillerato como la carrera de medicina sin ninguna dificultad y sobresaliendo siempre por sus resultados académicos. De hecho, consiguió una beca en el primer curso de carrera por obtener matrícula de honor y la mantuvo hasta que recibió el título universitario. En cambio, yo tenía otras virtudes. Ni tan solo supe que quería hacer con mi vida hasta que entré a bachillerato.

-Oye, para ser médico, ¿no estás siendo muy poco amable?

-¿Qué tendrá que ver?

-¿Tratas así a tus pacientes?

-Obvio que no.

- ¿Entonces?

-¿Entonces qué?

Me quedé pensando.

-Nada.

Mi hermana vino a sentarse a mí lado en el sofá.

-Mira, Clío. A partir de ahora no te echaré más presión de la ya que tienes sabiendo que encima no puedes volver a repetir el curso. Solo prométeme que podremos ir al viaje sin tener que escaparnos de mamá por no haber cumplido el trato.

Sinceramente, lo que me dijo me agobió más.

-De eso no te tienes que preocupar.

-¿Te fueron bien los exámenes?

-No, pero la fecha de los billetes de avión es anterior a la sesión de evaluación.

-Por lo tanto mamá no sabrá tus notas y no tendrá las pruebas de que no merecemos ir hasta que ya estemos ahí. ¡Eres un genio!

Empezó a estrujarme y besarme la cara.

-Ya, ya. Para Pía –dije riendo.

-Perdón. Ya sabes cómo me puse cuando tuvimos que posponerlo la primera vez.

Mi hermana y yo llevábamos ahorrando desde hacía más de un año para ir a Corea y asistir a un concierto de algún grupo de K-pop. Por supuesto yo sugerí Stray Kids, pero ella era amante de más grupos a parte de ese. El acuerdo al que llegamos fue que iríamos al programa Musik Bank a ver su comeback de noviembre, dónde habría seguramente más idols. Cuando JYP Entretainment anunció la salida de Woojin del grupo y el atraso del comback casi le da un ataque de nervios porque ya habíamos pagado los billetes. Pensó que habíamos perdido el dinero que tanto nos había costado ahorrar. Afortunadamente, un amigo de mi madre que trabaja en el aeropuerto movió algunos hilos y nos dejaron cambiar la fecha del vuelo sin necesidad de pagos adicionales.

-Pía, puedes estar tranquila. En un mes estaremos en Corea visitando las calles en las que graban esas series que vemos juntas y que tanto nos gustan.

Nos sonreímos y nos abrazamos.

Ingenuas de nosotras que no teníamos ni idea de lo que nos esperaba.

Mientras comíamos me acordé de la primera mujer militar que conocí: Ana. Nos encontramos un día en el que el ego se me empezaba a subir. La vi en cuanto entré al gimnasio. Era una señora de unos cincuenta años con un cuerpo totalmente musculado. A pesar de su edad, levantaba más peso que cualquier otra mujer del lugar, incluida yo –adiós ego-.

-Impresionante.

Tras decir esa palabra y arrepentirme justo después, la mujer se rio.

-Muchas gracias, pequeña. ¿Cómo te llamas?

-Clío.

-Anda, asique tú eres la famosa chica de la que todo el mundo me ha hablado.

No entendía el porqué.

-No tienes porqué extrañarte, pequeña. ¿Quieres tomar algo conmigo?

Todo me pareció muy raro. Aun así acepté porque, ¿qué sería la vida sin un poco de riesgo?

-Asique los que trabajan en el gimnasio te conocen desde hace mucho tiempo y creen que me parezco a ti –resumí.

-Exacto. Llevan más de tres meses diciendo que deberíamos presentarnos y al fin ha sucedido. Por cierto, mi nombre es Ana y soy militar.

Al principio me sorprendí porque, como ya dije, era la primera mujer militar que conocía.

-Encantada. Pero, yo no veo que nos parezcamos mucho, Ana.

-Verás, hace treinta años decidí que quería ser militar y me apunté al gimnasio. Pedí que fueran estrictos conmigo y que me pusieran grandes retos. Mi entrenador personal me obligó a empezar con poco peso, pero me lo fue aumentando poco a poco hasta que me convertí en lo que soy ahora.

-¿Una mujer fuerte?

-No solo eso. Soy una mujer que utiliza su fuerza para ayudar a los demás. Una mujer activa que ha pasado por situaciones difíciles que le ayudan a seguir adelante sin importar que se ponga en medio. Todo esto surgió de la determinación con la que comencé a entrenar desde el primer mes. Los otros clientes de mi antiguo entrenador que llevaban más tiempo con él que yo a veces entrenaban conmigo. Me fueron conociendo poco a poco y, ahora que son los nuevos dueños del gimnasio, tienen un déjà vu cada vez que te ven a ti.

Hablamos un poco más y después se fue. Nunca más la volví a ver.

No es que ella fuese un ángel ni nada parecido. Simplemente era italiana y decidió volver a su país. Y por si alguien se lo pregunta, no. Decidí que quería ser militar cuando vi G.I Jane, una película de Demi Moore. Esa mujer llamada Ana era un tanto rarita.

Después de eso seguí entrenando cinco días a la semana hasta ser capaz de superar unas pruebas físicas para el ejército y reservarme una plaza entre ellos una vez me convirtiera en una auténtica bachillera. Pero lo cierto es que me costó un poco. Sobre todo teniendo en cuenta la manera en la que se complicaron mis últimas vacaciones de Navidad.

BIENVENIDOS AL FINAL DE MI MUNDO  |  Imagina Kim Seungmin y Stray KidsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora