Capitulo 8

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Llego al apartamento y están las llaves de Ana, hay tres platos servidos con comida en el comedor, pero ya hay dos que están vacíos, de seguro Ana esta con Jhon en el cuarto, por eso el plato. Decido no interrumpirlos y salir, es mejor no molestar a esos tortolos.

Lista para ir a mi clase de boxeo. Desde pequeña siempre me ha gustado los deportes y siempre he sido buena. Mis padres me metieron en diferentes deportes desde muy corta edad.

Entro y me cambio, aquí es el único lugar donde me permito ponerme una ropa de mujer que muestre mucho, de hecho, cada vez que me pongo este tipo de ropa me siento rara. Me hago una cola decidida a comenzar a entrenar.

Comienzo a entrenar y así duro durante por lo menos una hora. Ya cuando estoy toda sudada decido descansar, en ese momento mi madre comienza a llamar, todavía no entiendo porque mi madre siempre me tiene que llamar en los momentos menos oportunos.

– Que pasa madre. - digo seria.

– Lara, era para saber cómo te había ido. - dice mi madre muy cariñosa como siempre.

– Bien madre y como está todo por allá madre?

– Bien Lara, eso creemos, todavía Olivia está tomando una decisión, ella desea que Matt y tu vengan a su graduación, pero sabemos todos que es difícil.

– Si, si lo es madre y más si esta ese hombre por ahí amenazándonos todo el tiempo.

– Hija, sabemos que para librarnos de tu tío hay nada más una solución...- dice mi madre muy triste.

Ya se ha cual solución se refiere.

– Madre, ni se te ocurra venderle o más bien regalarle o darle la empresa a mi tío, así como así, todo el trabajo de mi papá no se puede perder y más dárselas a alguien como ese señor. - digo en tono de reclamo.

– Lo se Lara, ¿pero de verdad crees que vale la pena separarse de tu familia solo por una empresa? yo sé que los padres tienen que separarse de los hijos en algún momento, pero tampoco así Lara, tu padre y yo tenemos aun tantas cosas y sueños, metas que ver que nuestros hijos cumplan. Ver nuestros nietos, verte graduándote de la universidad, son tantas cosas Lara. - me dice con tanta nostalgia que me hace querer llorar.

– Lo sé, pero madre la solución más cercana no es dejar todo por lo que hemos luchado se pierda, por favor. ¿Como esta mi padre?

– Bueno Lara, con su enfermedad apenas hay días que ni siquiera se puede levantar y otros en donde esta tan energético que hace ejercicio. Es más que todo algo emocional, es la diabetes. Y estar lejos de sus hijos le afecta más.

– Está bien madre, dile a Olivia que la quiero y a mi padre que se cuide, los amo. - cuelgo sin más.

A veces desearía desaparecer de todo, esfumarme, hacer como si nada. Salir huyendo de esta realidad.

Mi entrenador me llama y me saca de mis pensamientos, creo que ya es tiempo de seguir entrenando es una tarde muy ruda de entrenamiento muy arduo, sigo para liberar toda esta presión y pensamientos que no me dejan seguir.

Ya voy en la moto, después de mi entrenamiento rumbo a la casa, pero decido primero pasar por la playa. Eso es lo que me encanta de Chicago, a veces muy calido y a veces muy frio cuando es invierno. Puedo disfrutar de las dos estaciones.

Paro la moto y me siento en la arena, admirando las olas, es impresionante tanta belleza junta, es todo tan hermoso. Cuando decido acostarme una pelota me cae en la cabeza y me deja casi que mirando estrellitas.

– Pero que cojo....- digo molesta, cuando me callo y veo quien fue.

– ¿Que te pasa idiota, acaso no ves? - le digo molesta.

El chico no me contesta, lo que hace es simplemente ignorarme. No pienso perder los estribos. Aquí no.

Estoy aproximándome a los chicos, pero me doy cuenta que estos chicos son... la mala conducta de la clase y los amiguitos de Santiago, claro, el idiota de Santiago.

– Pero mira que tenemos aquí, la machorra de la clase. - dice un idiota el cual de verdad que estoy dispuesta a golpear si no se queda callado.

Dicen más comentarios hirientes, pero no los escucho.

– Miren, chicos ya, déjenla vámonos.- dice uno, con un tono de piedad.

-Si, será mejor, porque si llega Santiago la pondrá en su lugar, porque obviamente le hace falta. Ya la reconoció.

Cuando dicen el nombre de esa persona lo que me dan son ganas de vomitar. Me dan por entender que el Santiago ya se dio cuenta de que fui la que lo golpeé aquella noche.

Los chicos deciden seguir así, ignorándome y yo hago lo mismo por mi parte.

Yo decido que esto no se quedara como si nada, prendo la moto y me quedo pegada un momento para que con la rueda salga mucha arena y les arruine el juego a esos idiotas.

Sale tanta arena que los llena a todos, algo que me causa tanta risa.

Arranco a todo lo que da, dejando esos idiotas ahí. En el trascurso para llegar a casa me paro porque me están llamando. Pensando que es mi madre de nuevo, pero no, es un número que no conozco...

Ignoro la llamada y sigo. Llego a la cara y tengo como 20 mensajes diciendo:

YA TE CONSEGUIMOS

Y del mismo número desconocido

Entonces siento que el piso debajo de mi se cae y entro en pánico.

Aléjate o déjate llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora