I

4.1K 371 86
                                    

Notas de  la autora:

Les traigo un oneshot cortito de una de mis parejas favoritas. Inspirado en esta preciosa canción, de veras amo la voz de Mijares. En sí esta canción siempre toca mi corazóncito.

Se los dejo con mucho cariño



El pelinegro se paseaba afuera del templo hecho un manojo de nervios, los lugareños le miraban entre sorprendidos y los alfas más mayores con una sonrisa, padre primerizo. Estaba a punto de arrancarse el cabello hasta que el Jefe Tanabok le sacó de sus cavilaciones, haciéndole señas para que se acercara.

-Él estará bien –como para contradecirlo se escuchó el grito del omega rubio que a juzgar por Tulio había retumbado en toda la ciudad – Es normal, cálmate ya –le ofreció uno de sus puros para fumar, carcajeándose ante la negativa del muchacho que nuevamente empezaba a caminar en círculos.

-Quiero ayudarlo y no sé cómo –murmuraba enfadado de escuchar a su compañero sufrir y no poder hacer nada al respecto.

-Ya le ayudaste suficiente, pusiste ese cachorro en su vientre. Créeme si subes ahora, tu omega canalizará todo su dolor y lo convertirá en ira dirigida hacia ti por haberlo puesto allí en primer lugar. Mi esposa juró que iba a matarme cuando tuvimos al primer cachorro –sonrió recordando y logrando su cometido al fin de que Tulio tomara asiento a su lado algo más tranquilo.

-¿Cómo lo haces Jefe? Tú ya tienes demasiados cachorros, cómo hiciste para superar esta desesperación, estos nervios. Soy un alfa estúpido e inútil –se restregó la cara suspirando.

-Es así la primera vez, pero como ya tenemos confianza te diré mi secreto, después de todo te robaste a nuestro tesoro –Tulio respondió con una mueca de reproche, pues al parecer nunca le dejarían olvidar que era demasiado afortunado por haber logrado que Miguel se enamorara de él y sí era cierto, cada día el pelinegro se preguntaba cómo había conseguido que aquel omega tan hermoso, inteligente, especial terminara con un estúpido como él. Aun así, siguió escuchando las palabras del Jefe- Estoy seguro que te ayudará. ¿Recuerdas cuando llegaste aquí? ¿La primera vez que lo viste?

-Jamás lo olvidaría, sentí que iba a desplomarme cuando lo vi, sus ojos verdes me atraparon desde el inicio.

-Excelente, ahora quiero que hagas memoria de cada momento que te trajo hasta aquí. Concéntrate en eso, nada más y estarás bien –le puso una mano en el hombro dejándole solo.

Tulio se perdió entre sus recuerdos, había llegado al Dorado huyendo de Cortés y sus hombres con aquel mapa ganado con sus dados cargados. Se llevó una enorme sorpresa cuando al llegar todos habían creído que era un dios, su oráculo predijo su llegada o al menos eso le explicaron. Ahí vio a Miguel por primera vez, sus vibrantes ojos verdes le hicieron temblar más al ver cómo una leve sonrisa asomaba en esos labios perfectos, su cabello dorado caía hasta sus hombros, finos brazaletes adornaban ambos brazos combinados con los que traía en sus pies, todos de oro. Sus pendientes, una combinación de morado con dorado y en su pecho colgaba un collar con el símbolo de un ojo incrustado en un triángulo, solo estaba cubierto por manto color rojo enrollado en su cintura, lo que más llamó su atención fue aquel aroma dulce que emanaba de él, intoxicante. Un omega sin marcar, el más hermoso que había visto en toda su patética vida. Les dejaron a solas, Tulio solo lo miraba embobado saliendo de su trance al preguntarle porqué creían que era un dios. El rubio le explicó que lo había visto en una de sus visiones, como un salvador, cuando la ciudad corriera peligro él les devolvería su paz y armonía. Claro que, ante aquella premisa, el Jefe y los demás juraron que se trataría de un dios poderoso. Tulio le contó brevemente su historia, aunque el rubio hiciera gestos en algunas partes pues no entendía de la vida del exterior, al haber nacido y crecido en una ciudad oculta con aquellos poderes que no sabía ni de dónde provenían. Solo era consciente de que sus visiones podían ser algo vagas en ocasiones. Al terminar su historia, Tulio creyó que le ejecutarían al no ser lo que esperaban, Miguel le restó importancia afirmándole que esta vez no se equivocaba, tal vez no era un dios como tal, pero él estaba seguro de que les ayudaría. Además, había picado su curiosidad de saber cómo era vivir en el exterior. Se le permitió quedarse a cambio de que ayudara en las labores diarias y obviamente la opinión el rubio había sido fundamental para que le aceptaran en el lugar.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora