I

4 0 0
                                    

    Desde la ventana del departamento se pueden ver, como si fueran un manto negro con algún ocasional toque de color, los cientos de paraguas. Parecen caminar por cuenta propia. Subiendo y bajando, algunos bamboleandose. Pero todos ellos cubriendo a personas apuradas, que no se detienen a contemplar su alrededor. Tal vez con alguien esperandolas al volver, aunque deseen estar solas. Tal vez solas aunque deseen estar con alguien tan desesperadamente como yo quiero verlo al final del día. Pero una pequeña voz dentro de mi cabeza dice que no va a suceder. Aprendí a ignorarla.

    Tengo que  volverme parte de ese manto para ir a la estación. Al salir siento como el frío intenta volverse uno conmigo. Me ajusto más mi abrigo, no estoy dispuesta a que eso pase, mi salud sigue delicada.
Estando debajo del manto puedo ver a la gente, sus caras. Sin expresión algunas, preocupadas otras y felices muy pocas. Se podría decir que en una sociedad como la nuestra, que valora el esfuerzo, el trabajo y el éxito sobre todo lo demas, es normal que la gente se exija hasta el punto del quiebre del espiritu y el cuerpo
     Llegando a la estación hay menos gente. Tal vez por la hora. Tal vez por el clima que ha empeorado. La lluvia asemeja una cortina que apenas me deja ver al frente.
    Subo lentamente los escalones para entrar mientras cierro mi paraguas.
    Me siento mirando a las vías.
    El frío se hace cada vez más presente en mi cuerpo. Miro a un costado y está esa máquina de café que muchas veces me sacó de un apuro. Me acerco y empiezo a buscar la plata en mi cartera. La encuentro. Pago. Espero. Mis movimientos son monótonos, los hice muchas veces. Se sigue escuchando el repiqueteo de la lluvia sobre el techo de chapa, no sé si me desespera o me calma. Una vez que la máquina termina tomo el vasito. Me dirijo a sentarme pero... con el rabillo del ojo algo llama mi atención.
    La cartelera de la estación, donde se ponen las noticias más importantes del día, del mes y hasta del año.
    Vuelvo a ver en la misma cartelera de todos los días, la misma foto de mi marido y vuelvo a leer al igual que siempre lo que esta debajo.

" En memoria de Aryan, amado esposo y un gran trabajador".

    Mi burbuja de fantasía se destruye como innumerables veces pasó, al leer esa pequeña oración.

     Recuerdo ese día. Recuerdo que se lo veía cansado. Recuerdo. Recuerdo como no hice nada para apoyarlo, preocupada como él con mi trabajo. Recuerdo que la última vez que lo vi en sus ojos no había emoción alguna. Recuerdo que su cara reflejaba el cansancio que su espiritu sentía. Tendría que haberle dicho que se quedara, que descansara aunque solo fuera un día. Tendría que haberlo hecho... pero pienso ¿De verdad hubiera servido de algo? ¿O solo habría atrasado el triste destino que nos aguardaba?

    Mis lágrimas caen una vez más en este lugar vacío. Aprieto tanto el vasito que se rompe y quema mi mano helada. No me importa. Dejo de importarme todo hace ya mucho tiempo. Miro el andén... Miro las vías... Miro... Escucho la bocina del tren.

.
.
.
.
.
.

Imagen de una amiga que es alta fotografa y me dejo usarla sooo I Love U 💖

No estoy segura de que algunas cosas tengan el nombre correcto pero se vera más adelante. Me acuerdo que en este cuento queria repetir un MONTÓN las palabras para mostrar la monotonia en la que vivia la mujer despues de la muerte de su marido espero haberlo logrado y que disfutes leerlo. Aparte es la primera que subo.

Se me estan ocurriendo algunas cosas que se pueden hacer a partir de estos cuentos but who knows? Only time

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 10, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora