❝Pʀᴏʟᴏɢᴏ❞

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Año 1902

La Luna llena iluminaba el inmenso Castillo, los rosales brillaban junto a la Luna y los sirvientes iban rápidamente de un lado a otro.

Los gritos y las antorchas se veían cada vez más y más cercanos al lugar.
Dentro de este había una hermosa mujer de cabellos rojos como el fuego, abrazando a sus dos hijos y su bebé.
Las doncellas corrían de un lado a otro, buscando las batas para llevar a los niños y a la mujer a los sótanos.

─ ¡Edric! ─se escuchaban los gritos desesperados de la mujer.

─ ¡Tranquila, Alia! ─el hombre tomó a la mujer de los ante brazos─ ¡Toma a los niños y sal de aquí!

─ ¡Pero Edric!

─ Todo estará bien, tranquila ─besó sus labios─ ¡Ahora ve!

─ ¡Padre! ─chillaron los niños aterrados, mientras una doncella trataba de llevarlos al pasadizo secreto para ir al refugio.

─ ¡Anda, ve! ─exclamó nuevamente el hombre, tomando a la mujer y dándole suaves empujones.

─ Lady Alia ─llamó una de las doncellas, tomando al bebé de los brazos de la mujer─ Apresurece pront-...

El potente sonido de un vidrio quebrandose llamó la atención de todos en aquélla habitación, ocasionando los gritos horrorizados de las doncellas y los niños.
Un caballero entró apresurado a la gran habitación del rey y la reina, donde sus hijos y los mismos se refugiaban junto a las doncellas de la reina.

─ ¡Majestad, han logrado entrar al primer piso! ─anunció─ Tenemos que llevarlos al refugio, ¡Ahora!

Se escuchaban gritos, cosas rompiéndose. La luz de las antorchas iluminaba los oscuros pasillos, hasta que los gritos se escucharon cada vez más cerca de la habitación.

─ Edric, ¡No voy a dejarte! ─gritó la mujer, giró para ver a la jefa de sus doncellas─ ¡Lleven a mis hijos a los refugios!

─ ¡Alia! ¡Tienes que irte!

─ ¡No lo haré!

Los caballeros habían comenzado a atrancar la enorme puerta con muebles de la habitación, desde el tocador hasta la mesita de noche. Poco a poco aquél lugar había pasado a ser de un sueño a una pesadilla para la familia real.

Los caballeros con sus armaduras, fuera de la habitación, intentaban detener a los aldeanos del pueblo y a esos caballeros que habían roto su juramento a la familia real y ahora usaban sus armas para ir en contra de ellos.

El pueblo estaba asustado, cansado y hambriento.
Las leyendas sobre los espíritus inhumanos habían arrasado con aquél pueblo, ocasionando que los aldeanos unieran fuerzas para acabar de una vez por todas con sus soberanos, la familia Rea, los últimos en la sangre Rea pues el rey había muerto años antes por las manos de su hermano, ocasionando que este fuera condenado a la orca.

Ahora la única sangre Rea en Kana eran el Rey Edric y sus hijos; Dalton, Andrey y el recién nacido Hazel.

Los rumores sobre la familia manchada de sangre cada vez aumentó y el miedo hizo en los aldeanos nuevamente de las suyas, provocando que se levantarán contra aquél Rey que había dado hasta su vida por su Reino.

Un nuevo cristal rompiéndose llamó la atención de todos, en esta ocasión los niños corrieron despavoridos junto a la doncella hasta llegar al refugio, los Reyes sintieron un inmenso alivio, al menos sus pequeños estarían a salvo.

El cristal rompiéndose había sido una de las ventanas de la habitación, los gritos se escuchaban al otro lado de la puerta y golpes llegaron a esta, tratando de derribar la barricada.

─ ¡Son demasiados! ─exclamó el Jefe de los caballeros─ ¡Majestad, necesito que entren rápido al refugio!

─ ¡Edric, tenemos que irnos todos! ─exclamó la reina.

─ ¡Lleva a las doncellas contigo, iré detrás de ti! ─exclamó el rey.

Tres de las doncellas de la reina habían bajado a los refugios con los niños, las otras cinco se mantenían al margen junto a la reina. Ante la orden del rey la reina y sus doncellas corrieron directo al pasadizo, el rey una detrás de ellas junto a dos caballeros... O eso creía la reina.

El rey había enviado a dos caballeros para proteger las doncellas y a su familia, justo cuando la reina giró para ver Edric este cerró la puerta justo en su cara.

─ ¡Edric! ─gritó la reina de una manera tan desgarradora que le había dolido la garganta.

─ ¡Majestad, tenemos que seguir! ─exclamó uno de los caballeros.

La reina golpeaba la puerta de ladrillos y gritaba desesperada el nombre de su amado.
Las doncellas se veían preocupadas sin saber que hacer, jamás se había visto a la reina actuar de ese modo.

Uno de los caballeros tomó a la reina en brazos, sin importarle los gritos y los pataleos, y bajó las escaleras.
Las doncellas ahora veían horrorizadas al caballero, aunque sin más corrieron detrás de él junto al otro caballero.

El ruido del exterior era totalmente nulo en aquél lugar, lo único que se escuchaba eran las alteradas respiraciones de las doncellas y el suave llanto del hijo menor de la reina. Lady Alia se apresuró a tomar a su bebé en brazos, arruyandolo mientras sus hijos se acurrucaban en el suelo junto a ella.

Las Doncellas también se habían acurrucado con la reina, que suavemente había tratado de tranquilizarse, ¡Era la Reina, debía guardar la calma!

Después de unos minutos logró tranquilizarse, para después comenzar a cantar un suave melodía para las personas que se encontraban en aquél oscuro y frío lugar.

Esa noche Eclipse cayó en llamas como el mismísimo infierno, los gritos desgarradores de las almas en aquél lugar y el llanto de un bebé recién nacido fue lo último que se escuchó en el gran Castillo.

Eclipse【ŁǤɃŦ】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora