Le dolía la cabeza, tanto que le hizo brotar lágrimas, levanto su mano y sintió un líquido viscoso, cuando miro sus dedos eran rojos, no sabía que era, pero estaba asustada, estaba aterrada, no sabía que estaba sucediendo. Se incorporo lentamente y observo que había una mochila amarilla a su lado, por instinto la levanto y se la puso, sin saber en realidad que era o si le pertenecía.
La niña sabía que era una carretera, pero no podía recordar su nombre. Sabía que era el césped, pero no podía recordar el color verde. Sabía que tenía miedo, frío y hambre, pero no podía recordar su nombre, ni nada antes de levantarse, la sensación de soledad era tan abrumadora que gracias a eso si podía saber que había alguien buscándola, pero no podía saber que era una madre, ni lo que representaba.
Camino por horas, el día se escondió y la noche salió, eso lo recordaba; el sol, la luna, las estrellas, sabía que debía dormir, no solo por el cansancio, sino porque "por la noche se debe dormir". Pero algo se lo impedía, ese instinto de supervivencia quizás le decía que, si dormía, no volvería a despertar. Así que siguió caminado hasta que los pies le sangraron, siguiendo el costado de la carretera, sabía que por la carretera no estaba pasando ningún coche, sabía que era un coche, sabía que "debía caminar a un lado si no quería que la atropellaran", pero no vio ni una sola alma en lo que caminaba.
"Mamá" pensó. Quería a su madre, pero no tenía recuerdos de ella. Podía recordar el calor, el amor, la sensación de hogar, pero cada vez que pensaba en el rostro de su madre la oscuridad invadía su mente. Casi cuando estaba a punto de darse por vencida y acostarse vio a lo lejos varias luces.
-Casa- pudo susurrar la pequeña con la garganta seca, le ardía mucho por la falta de agua y se sentía mareada, su visión era borrosa, pero debía llegar al juego de luces que veía al fondo. Sabía que estaría a salvo una vez llegara a ellas.
Con pasos lentos e inseguros por su falta de fuerza y energía pudo llegar en lo que fue para ella una eternidad, cuando llego pudo observar como las calles del pequeño pueblo de paso por una carretera interestatal estaba vacía debido a la hora, no había nadie, pero por lo menos no estaba tan oscuro como antes. Los pocos locales a ambos lados de la carretera estaban cerrados. Pero a lo lejos pudo escuchar el ruido de gente y de música. Música ... sabía que era la música, imágenes de una niña a la que inmediatamente supo que era ella, bailando frente a un espejo la invadieron. Trato de gritar para que alguien supiera que estaba allí, pero no pudo, estaba a punto de colapsar, siguió caminando hacia el ruido, cerro los ojos y se sujetó de un bote de basura en la entrada de un callejón, su olor era tan fuerte que los ojos se le aguaron, pero irónicamente era el mismo olor lo que le permitía estar despierta y evitar que se desmallara. Sintió un líquido subir por su garganta, trato de tragarlo sin éxito y empezó a vomitar. La pequeña empezó a llorar entre arcada y vomito, deseo más que nunca estar en su casa, con su madre, aquella que no podía recordar, siempre que ella se sentía enferma tenía a su madre que la cuidaba, imágenes de ella en cama siendo mimada por una mujer cuyo rostro era inexistente le hizo enfermar más, pues ahora estaba sola. Sin darse cuenta, la pequeña se adentró un poco más al callejón.
Por una puerta salió un hombre grande, se tambaleaba hacia los lados y mientras la puerta se volvía a cerrar el sonido de la música se intensificó. El alivio invadió a la niña, quien mareada se acercó hacia él en busca de ayuda. El hombre ebrio y ajeno a la pequeña que se le acerba, apoyo un brazo en la pared mientras con la otra se bajaba el cierre para orinar. Cada paso que daba la pequeña era más difícil que el anterior, cuando logro rozarlo un poco, ella cayo de rodillas en el duro asfalto, sus ojos estaban a punto de cerrarse, quiera hablar, pero no podía. El hombre seguía orinando y al voltearse por la impresión orino a la pequeña que estaba en el suelo. Este trato de enfocar su visión borrosa hasta que se dio cuenta de la pequeña.
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The Roads of Life
Storie d'amorePara Lenna la vida no ha sido nada sencilla, con apenas 12 años de edad despierta sola al lado de una carretera desierta con un golpe en la cabeza, sin ningún recuerdo y sin lugar a donde ir. Uno de los caminos que la vida llevó a Lenna, fue directo...