Capítulo 5.

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[Instintos (In)Humanos]

Makis:

—Por favor. — Juliana se llevó la mano al rostro. — Deja de darte vueltas como si alguien estuviera a punto de matarte. Todo eso que te agobia tiene solución.

—¡Volvió a abofetearme! — Vociferé realmente dolida. — Además...— Detuve mis maldiciones solo porque me daba vergüenza admitir lo anterior. — Mi luna no puede actuar de esa manera, no puede rechazarme de ese modo tan cruel.

Camila quedó mirándome, tal como siempre que intentaba ocultar algo. Era como esa especie de comunicación dentro de la manada, cosa que no nos permitía mentirnos a menos que de verdad quisiéramos que esa verdad quedara para nosotras.

Había un trato de total confianza y de comunicación fluida. No éramos lobos solitarios, éramos una manada que se movía como un ser único, que se movía como si estuviéramos conectados en una especie de lazo místico que nos mantenía siempre del mismo modo. Eran mis hermanas, no solo mis subordinadas.

—¿Qué fue lo que te dijo esa chica que te afectó de esa manera? — Preguntó curiosa. — Sé que no es únicamente porque rechazó tu beso. Como lo hace cada vez que quieres besarla. — Se burló con una sonrisa ladina. — Pero algo debió haber herido tu ego para que actúes así.

—¡No te burles, Camila! — Rugí completamente fuera de mí. — No estoy para enfrentar tus malditas burlas. Deberías tener un mínimo de respeto.

—Lo tengo. — Me cortó de inmediato. — Eres mi alfa, Makis, pero también eres mi amiga. No sé que demonios te está haciendo esa chica, pero desde que supiste de su existencia, te has vuelto una loca en toda regla.

Tomé mi rostro con frustración. — No sé que me está haciendo. — Jadeé con fuerza. — Pero...pero...pero yo sé que es ella.

—¿Qué es lo que te hace sentir? — Preguntó Olga. Marcando una especie de ambiente cargado de una añoranza que podía palparse. — ¿Qué es lo que te hace sentir ella para asegurar que es tu mate?

—¿Recuerdan cuando les dije que creía sentir algo por Fernanda?

Juliana de inmediato arrugó el entrecejo. — ¿La del clan Hale? —Asentí. — La recuerdo, parecías un perro baboso tras sus pasos. Corrías cada vez que ella te decía que quería un helado.

—Patético. — Bufó Camila.

Asentí. — Esto es mucho más grande. — Era complejo aspirar a poner en palabras lo que dictaba ese instinto interior y el mismo corazón; pero era algo tan real, que me parecía egoísta guardarlo para mí. — La primera vez que sentí su olor, una extraña emoción me envolvió; juro que tuve que contenerme para no subir al monte a aullar como desquiciada. Luego eso pareció desaparecer, quizás porque apenas era un bebé y estaba mimetizada con el olor de su madre. Pero pronto, ese olor tan dulce volvió a aparecer, y me hacía sentir como si fuese invencible, pese a estar tan lejos; siempre me ha hecho sentir que soy capaz de todo. — Intenté calmar mi corazón bravío que latía por la sola mención de su nombre. — Cuando estoy cerca de ella, todo mis dolores cesan, mi mente se aclara y mi ser completo solo respondiera al dulce sonido de su voz. Siento que ella me necesita todo el tiempo y que yo la necesito, siento que no puedo respirar si no está conmigo, siento que cada maldita acción de mi vida solo cobra sentido si ella me mira con la misma necesidad que siento yo.

—Es como si sus corazones fueran uno solo. — Completó Juliana mirando más allá de mí. — Como si latieran a un mismo ritmo.

Asentí efusiva. — Nunca había pasado que un lobo encontrase su mate en un humano, pero a mi me pasó. — Intenté poner en palabras simples eso que se agolpaba con tanta fuerza en el entro de mi pecho. — No sé como hacer que ella me acepte, que me vea como...como...como le veo yo.

Mi Luna. - (Ventino) [Makia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora