7. Si quiere guerra la va a tener

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Me siento en el sofá, me levanto, ando por el salón, voy a por algo de beber, vuelvo a sentarme en el sofá. El teléfono puesto estratégicamente en la mesita frente a mi para torturarme. En la pantalla un mensaje:

Mai: Para mi es muy importante que vengas, Samantha. Y si no lo haces me voy a sentir mal y me voy a enfadar. Por favor, haz un esfuerzo. No tienes que hablar con el ni cruzártelo si no quieres pero esto va sobre mí. Te espero.

Hace una semana ya de la bronca con Anajú y con el innombrable. Con ella no me había podido resistir a volver a hablar cuando, unos días después de lo que pasó, se había presentado con Mai en la puerta de mi casa, dulces en la mano y cara de pena. Después de una charla de varias horas, llegamos al pacto de que no iban a forzarme a hacer nada que yo no quisiese aunque la estuviese cagando, pero que sí tenían derecho a decirme todo lo que pensaban. Pero lo de montar estrategias a mis espaldas para que las cosas saliesen en base a como consideraban que debían ser, cosa de la que me enteré en esa charla que hacían, no.

En cuanto a ÉL no habíamos vuelto a tener contacto y agradecía que hubiese respetado lo que yo le pedí. No voy a negar que había cotilleado un poco sus redes sociales para ver si ponía algo pero 0. Un fantasma era.

Bueno volviendo a lo importante... la fiesta. Qué pereza. Mai organizaba una fiesta para celebrar que iba a empezar a grabar nuevo disco "Sobresalto". Sí, la única persona a la que se le ocurriría montar una fiesta para celebrar que va a empezar a hacer algo en vez de celebrar que eso ya ha pasado es Maialen. Y claro, yo ya había dejado caer que no iba a ir porque no me apetecía tener un encuentro indeseado pero ella se había puesto en modo drama, cosa que creo que ha aprendido de mí, porque era importante para ella y tenía que estar yo sí o sí. Que no te preocupes que no te lo vas a cruzar, nada, ni lo vas a ver siquiera, estoy segura. En una fiesta a la que van unas 40-50 personas difícil está lo de que ni me lo cruce ni lo vea.

Cojo el teléfono y contesto:

Vale, voy.

Si no tengo ganado el cielo ya por esto no se con qué lo voy a tener.

A todo esto, muy tranquila estoy yo para acabar de confirmar que voy a una fiesta que es esta noche y para la que no tengo nada preparado. Es decir, ¿qué me voy a poner? ¿Con quién voy a ir? ¿Cómo voy a volver? Se me acaba de encender la bombilla. Vuelvo a coger el teléfono y marco el número de quien espero que me salve la noche:

- Dime.

- Géraaaaaard, vas a la fiesta de Mai, ¿no?

- Claro que voy, no quiero que peligre mi vida.

- ¿Y vas solo?

- Eh sí ¿por?

- Pues ya no vas solo. Pásame a buscar sobre las 10. Gracias, te quiero, hasta después.

Cuelgo antes de que tenga tiempo a plantearse el decirme que no y juraría que un segundo antes de darle al botón rojo oigo algo que parece una risa.

Vibra el móvil. Mensaje entrante de Gérard.

Gérard: ¿Bajas?

Pero qué puntual, por dios, que son las 22:01. Repaso mi aspecto en el espejo antes de salir de casa, bueno, ni tan mal. Al final me he puesto un vestido corto y holgado negro, que creo que tengo desde hace años y no había ni siquiera estrenado, con una camiseta de Leo Dicaprio y unas medias porque hace un frío que te mueres. Además, me he maquillado pero lo justo y necesario y dejado el pelo ondulado suelto. Me apetecía entre nada y menos pasarme 20 minutos con el secador para alisarlo. Cojo el abrigo y salgo.

Siempre túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora