8》Nos vemos en el infierno.

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Gabriel West

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Gabriel West.

Cerré la puerta del departamento de Tea a mis espaldas, su cuerpo iba de un lado a otro y reía por todo. Se quitó los zapatos y prosiguió por su chaqueta. La miré con atención y caminé a su cocina para darle un vaso de agua.

No puedo dejar de pensar en nuestro beso, fue increíble.

Cuando volví con ella, mis ojos salieron de órbita y me obligué a apartar la mirada, estaba en solo ropa interior.

Mierda.

¿A qué hora se quitó todo tan rápido?

Trago grueso y desvío la mirada rápidamente—. Lo siento, te prometo que no veo nada —pronuncié nervioso y de seguro la voz me temblaba, fijé la vista en la puerta de su habitación la cual estaba abierta y una ligera luz se filtraba.

La escuché carcajear y de pronto sentí que el vaso desapareció de mis manos.

Sin previo aviso, sentí sus manos frías tomar mi cara y unir nuestros labios. Joder, no me puedo negar a besarla. Me he vuelto adicto a besarla. A ésa sensación embriagante que instala dentro de mi cada vez que me toca, la manera en que me deja pasmado ante ella, y a pesar de estar tan fría siempre, yo me siento como una brasa cuando sus manos están sobre mi anatomía.

—Tócame —musitó de manera inquieta. Era una voz profunda, lujuriosa y excitante.

Y sin protestar, abracé su desnuda cintura, su piel era suave y cremosa, tomó mis manos y las bajó a su trasero increíble, diablos mi amigo está demasiado contento.

Aprieto suavemente la carne sus glúteos y ella gime sobre mis labios, suspiro y sin pensármelo la levanto, sus piernas abrazan mi cintura y no sé que estoy haciendo, pero ya me estoy dirigiendo a su habitación. Me siento en el borde de la cama con ella sobre mí, sus labios ansiosos de mucho más muerden y chupan mi labio inferior. Comienza a menearse contra mi erección y algo dentro de mi quiere explotar y darlo todo.

Y diablos, si quiero que sea mía.

Mierda Gabriel, respétala.

Es difícil respetar con las hormonas aceleradas.

Su mano descendió a mi entre pierna y me quedo paralizado, está acariciándome y por todos los diablos, voy a explotar.

Gabriel está muy borracha, respétala.

Tu mamá te enseñó a respetar a las mujeres y no aprovecharte de su estado de ebriedad.

Y creo que mi consciencia es mi mejor amiga. Gracias, me hiciste entrar en razón.

—Tea, no creo que... —susurré contra sus labios tersos y húmedos. No quería detenerme, pero algo en mí me lo estaba ordenando.

—No lo haremos, Eros —bisbiseó y bajó hasta mi cuello mientras continuaba acariciándome y mierda, escucharla decir mi primer nombre me ponía más caliente.

ASTARTEA. [1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora