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Frances's P.O.V
Juraría que las tinieblas se veían mas acogedoras que el escenario que se presentaba frente a mis ojos.
— Vas a estar bien, Peter. Yo se que si.
Y estaba allí, Peter tendido en el suelo, con la respiración agitada debido a una traición, un beso de judas que mi propia mano cometió.
— Siempre amaste a un monstruo, Frances.— explico con dificultad mientras el aire fugitivo de sus pulmones indicaban que la vida de Peter estaba al borde de un precipicio..
— Fuiste un monstruo alguna vez Peter, pero yo conocí a quien querías ser siempre, el niño de neverland al cual soñaba y podía volar, el niño que siempre fue feliz. De aquel niño es a quien ame y a quien ahora estoy sosteniendo en mis brazos. Ya no tienes porque sufrir Peter, la felicidad al fin llego.
Aquella molesta visión nublada no me permitió ver con claridad, pero sentir la sensación punzante de dolor al recordarlo era algo que me debilitaba—Gracias, Frances— y termino por cerrar sus ojos.
Miles de recuerdos llegaban a mi, sensaciones, penas, alegría, dolor. Todo, hasta que un dolor físico me hizo sobresaltar sobre una superficie blanda y un poco húmeda, pensé, ¿que carajos?, hasta que vi la almohada llena de lagrimas misa.
Note algo cobre un mueble cerca mio, un jarrón con flores de color violeta. En cuanto estuve a punto de tocarlas alguien hablo desde la entrada a mi aposento haciendo que me sobresalte por segunda vez.
— Son bonitas, ¿no?— era un hombre con ropa exuberante mente fina y vehemente apoyado en mi puerta.
— ¿Y tu quien eres? no te vi en la ceremonia. — dije aun abrumada.
El hombre solo sonrió por lo bajo con tono de burla.— Siendo sincero, llegue solo para comer el banquete, me aburren esas celebraciones, pero ya sabes, si no llegas eres un mal agradecido, y bueno... esta no es una familia, es una monarquía del panteón ortodoxo, tu abuelo puede ser un tirano incluso con su familia, pero nunca lo fue con tu querida madre, si hubieras crecido en el olimpo hubieras sido la mas afortunada de los infantes en estos pasillos.
— Te pregunte quien eres, no porque te tragaste mitad del banquete.— dije en tono burlesco.
— Me agradas, estoy seguro que a Dionisio y a momo también les agradarías.— dijo revisando mi habitación con desinterés.
— ¿Momo?— pregunte extrañada.— ¿que tipo de nombre es ese?
— Se nota que te falta aprender de nosotros, veras, Momo es el dios del sarcasmo, las burlas y la agudeza irónica.
