chapter eleven

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Otra semana más que se les escabullía por los dedos, en la cual no tuvieron más momentos a solas. Pero sí se mensajeaban hasta que ya se le cerraban los párpados, comían juntas a la hora de almuerzo, se esperaban a fuera del salón a que la otra saliera de clases y Alba continuaba robándole las sudaderas a Natalia para vestirlas ella el día siguiente. Pero nada de eso era nuevo, por lo que se puede decir que su relación continuaba en el mismo punto. Tampoco lo hablaron, no se besaban delante de sus amigas, ni se cogían de las manos en los pasillos delante de los ojos curiosos. Para el resto del mundo sólo eran amigas, un poquito más cercanas en comparación al resto, pero no habían hablado de lo que ocurrió aquel fin de semana, ni lo que aconteció en la azotea del instituto un par de días atrás.

Si bien algunas veces cuando se encontraban a solas sus labios se saludaban por unos segundos, ningún beso pasó a mayores. Ni los del baño del instituto, aquellos que se robaron cuando el salón estaba vacío, ni los de los paraderos de autobus.

Y así pasaron dos semanas más, estancadas en el mismo punto de inicio. Ni un solo pasito habían avanzado, ni de tortuga, y si es que alguna lo quería hacer, se detenía por miedo ante la idea de perder a la otra, miedo a asustarla y apartarla de su lado.

Antes de que pudieran darse cuenta ya era viernes otra vez, en el que se encontraban movilizándose hacia la academia de danza que tantas veces las ha ayudado a escaparse del mundo. Refugiándose en una de las pasiones que ambas comparten, el baile. Han sido horas y horas en las que han dejado que la música dicte los movimientos de su cuerpo, horas y horas aprendiéndose coreografías diseñadas por sus profesores que aunque a veces signifiquen un reto por el cual tienen que trabajar un poquito más para lograr, siempre les encantan a ambas.

El movimiento de su cuerpo siempre las ha ayudado a liberarse, a sentirse plenas. Mientras la música está a todo reventar ellas se mueven para plasmar algunas de sus emociones mediante este arte. Les ayuda a desconectar de todo, porque mientras transcurren las dos horas que pasan encerradas en la sala de espejos, no existe nada más que ellas y sus compañeros de clase, la música y los profesores. Sin importar que el sudor les corra por la espalda, o el que hace que sus flequillos se peguen contra sus frentes y las desconcentren un poco cuando intentan, fallidamente, de apartárselos de los ojos. Nada, porque están demasiado a gusto como para quejarse.

Se meten juntas a los camerinos econtrándose con algunos compañeros de clases a quienes saludan con sonrisas, y con los que son más cercanos se detienen unos minutos más a preguntarles cómo ha ido su semana. Una vez acabados los saludos, cada una camina hacia el casillero en el que guardan sus mochilas y para también cambiarse la ropa. Natalia generalmente ya va con la ropa deportiva para evitar cambiarse frente a sus compañeros porque siempre se le ha hecho un poco incómodo y las mejillas le arden de la vergüenza y timidez,  aunque quienes han tenido la oportunidad de bailar con ella se han enterado de lo especial que es cuando la han rozado aunque ella se deshaga en disculpas, ninguno jamás la ha mirado diferente. La chica de los ojos oscuros solamente tiene que quitarse la sudadera y guardarla dentro de su mochila para estar lista, aunque esta vez opta por ponerse un poco de antitranspirante porque sabe que la última coreografía grupal que están ensayando requiere de bastantes movimientos. Se amarra el largo cabello rojo para evitar que éste le moleste mientras imita los movimientos de los profesores mirándoles en el espejo, y se sienta en el pequeño banquillo a esperar que Alba esté lista antes de salir hacia la sala de ensayos y saludar a los profesores.

Por otro lado, la rubia charla animadamente con una de sus amigas de la clase, quien curiosamente también se llama Alba y es unos años un poco mayor. Ambas se quitan la ropa sin pudor para colocarse unos sujetadores deportivos y unos pantalones de chandal mientras continúan comentando su semana. Se amarran las zapatillas sin dejar de conversar y reírse juntas, por lo que, a escasos metros de distancia, Natalia observa y no puede evitar sentir una presión en el pecho que, como jamás lo había sentido antes, no puede reconocer como celos. Actúa sin pensar al ver a la otra chica acercarse a susurrarle algo al oído a Alba provocando sus carcajadas y un juguetón golpe en el hombro para apretársela, y tras cerrar su casillero con todas sus pertenencias dentro, incluso su móvil para evitar que éste se le cayese del bolsillo mientras se mueve al ritmo de la música, Natalia se marcha de allí y camina con pasos apresurados a estirar antes de bailar.

Remember everything will be alright || (Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora