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Al día siguiente.

— ¡Debes disculparte con Cecilia hoy mismo!

— ¡No!

Mi madre cierra los ojos agobiada.

— Malena, mi paciencia tiene un limite.

—No la necesito de todos modos, ya no necesito que me cuide. Por mi que ya no venga más.— Suelto sin importancia.

Mi madre suspira, enojada.

— ¡No se trata que si la necesitas o no, se trata de que la hija que yo crié, jamás le hablaría así a alguien que solo intenta ayudar!

— Pues lo lamento mamá, pero no quiero ninguna extraña en casa nunca más. Luego de la cirugía voy a prender fuego la silla de ruedas.

— ¡Eres una desagradecida! ¡¿Y ahora quien se quedará contigo cuando me valla a trabajar?!

Pongo los ojos en blanco.

— ¡No necesito que nadie se quede conmigo! ¡Entiende, no me voy a morir porque me dejes sola en casa!

Se queda en silencio mientras apoya una mano en su frente, agobiada.

— Ya no puedo hacer esto Malena.—Me suelta mientras sale de mi habitación a paso acelerado.

Puedo sentir sus pisadas en las escaleras. Me arrastro hacia la orilla de la cama y me asomo por la puerta.

—¿Mamá? — Pregunto con voz suave.

Pero no me contesta. Se fue. Ahora es totalmente oficial, estoy sola. Vuelvo a echarme en la cama. Veo mi escritorio con dibujos de Benjamín acumulados y el plato con restos de comida que apenas toqué.

¿Estoy deprimida?

Si. Eso no es ninguna novedad, lo que realmente me decepciona y me dan ganas de morir hoy mismo es como Benjamín me usó. Solo quería acostarse conmigo y estoy convencida de eso.

La tarde llega con rapidez y mi mamá debe de irse al trabajo. Jess entra a mi habitación con una media sonrisa para saludarme. Ya sabía que mi prima llegaría. Mi madre insiste en esta estupidez de no quedarme sola.

— ¿Como estas primor?— Me pregunta con voz suave.

No contesto y solo miro el techo. Jess se queda en silencio unos segundos. Veo de reojo como pone mechones de su ondulado cabello detrás de su oreja con movimientos nerviosos. Luego lentamente se sienta a mi lado en la cama, como si fuera normal que yo esté actuando así. No hablaba con ella desde ese día que tuvo que irse a trabajar y me dejó sola en casa. Ese día cuando estuve cerca de él...

Cierro los ojos al recordar. Mi prima lo nota.

—¿Estás bien? ¿En qué piensas?

Dejo de observar el techo y la miro fijo.

— ¿Para que quieres que te diga? ¿Para que le cuentes a todos que estoy loca?

Aparta la mirada de golpe.

— Ellos me preguntaron y yo sólo dije lo que sabía.

—¿Tu también crees que aluciné a Benjamín?

Se queda callada un momento y luego lanza un suspiro.

—Es que nunca pude verlo y tú dijiste que solo aparecía cuando te quedabas sola.

Me quedo en silencio y ella continúa.

—Dejame adivinar. Hace unos dias cunado tuve que dejarte sola para irme a trabajar ¿Él apareció verdad?

Mi maravillosa creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora