Pensamientos y emociones.

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Poché.

Dos noches seguidas haciendo guardia en una sala blanca, triste y silenciosa de aquella clínica asiática. El tema era hermético, la Federación Internacional de Automovilismo, tenía todo un piso de aquella clínica reservado solo para la atención de Daniela Calle. Las personas entraban y salían, Germán y María Fernanda, habían llegado por la mañana a la ciudad de Shanghai, no he tenido la oportunidad de entablar una conversación con ellos, solo los he visto llorar a la distancia. El estado de Daniela seguía siendo crítico, Juliana me tenía al tanto de las novedades, aún no nos permitían verla.

Esa noche en particular estaba siendo extraña y desolada, cuando llegué a la clínica para reemplazar a Juliana, en compañía de Amalia, alcancé a ver a Germán perdido en la vista que le otorgaba el piso doce de aquel lugar, saludé a Juliana, me informó que no había novedad, registro mí llegada y su salida, y salió del lugar agarrada del brazo de su padre. De nuevo me senté en silencio en la misma silla, mirando la misma pared, rezando para que algún médico preguntara por los familiares de Daniela. Nada, esa noche no pasaba nada.

El tiempo no corría, el reloj de pared nunca de movía, todo mí mundo estaba congelado, se resumía a dormir de día y estar alerta de madrugada. Mí vida se resumía a ella, Daniela.

He tenido tanto tiempo para pensar y analizar mí vida prácticamente desde el momento cero, cuando lloras al nacer, hasta el momento actual, donde solo estoy sentada, pensando en el momento cero. El amor tiene un millón de significados diferentes, y es que es obvio, cada persona, cada ser de esta tierra, tiene un significado distinto para una palabra de tan solo cuatro letras. Amor. Yo, en realidad no me esfuerzo en buscarle uno, sencillamente me cuestiono mil cosas, llevo años, verdaderamente, años, sola sin sentir nada realmente especial por alguien, pero aparece esta chica, una piloto famosa, que nadie del común, como yo, imaginaria que tendría la oportunidad de quererla cómo he logrado hacerlo, de sentirla como lo he hecho, no necesito a una Daniela desnuda en mí cama para disfrutar de su esencia, me basta con besarla, mirarla en silencio mientras hace cualquier actividad rutinaria, me basta con estar a su lado para sentirme en el lugar apropiado. Es ella, Daniela, la que tiene lo que yo, María José, necesita. No es nadie más.

Entre tanto pensar un sonido extraño me alertó, una pequeña alarma sonaba, en la recepción no se encontraba la enfermera que solía estar, me levanté de la silla y me acerco, quería saber que sucedía, nadie aparecía. El piso estaba vacío, solo estaba yo en esa sala escuchando esa repetitiva alarma ahogada que no me permitía pensar, en un arranque de locura corrí a la habitación donde sabía que se encontraba Daniela, al abrir la puerta me encontré con una escena para la cual no estaba preparada, sentí que el mundo se hizo cenizas y mí corazón junto a el.

Daniela tenía los ojos abiertos, con desespero luchaba con el tubo que tenía en la boca, el cual la ayudaba a respirar, había retirado de su cuerpo los cables que monitorean sus signos vitales, arrancó la canalización de su brazo, sangraba. Respiré profundo y me lancé sobre ella, necesitaba calmarla.

-Hola, estoy aquí- Le sujete las manos con un poco de fuerza, pero acariciando un poco con el pulgar -Respira, tranquilizate- Le sonreí y pude escuchar cómo aceptó el aire con más calma -Todo está bien, debes recuperarte para que podamos salir a comer pizza- Cerró los ojos y relajó los brazos.

Me quedé un momento acariciando su cabellera y contándole las bobadas que Amalia le mandaba a decir cada noche, le conté que sus padres estaban en la ciudad y que todos los días la gente que la amaba venía a verla, en ese momento sujetó mí mano fuertemente, no entendí, pero no quise preguntar. Me levanté y dejé un beso en la frente.

-Debo ir por los doctores, necesitan revisarte- Le explique tratando de alejarme para salir de la habitación, no me lo permitió, me sostuvo la mano con fuerza y negó levemente con la cabeza, me quedé sentada en silencio un segundo hasta que se me ocurrió algo -Tocaré el timbre hasta que escuchen y vengan a ver qué sucede, ¿Te parece?- Sus ojitos brillaron un poco y entendí que aprobaba la idea.

KILÓMETRO 7 - CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora