Prólogo

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-¿Por qué lo haces, eh? –sentía como la ira se apoderaba de mí. -¿A hora te comió la lengua el ratón?

-¿Sabes todo lo que he hecho por ti, no? –estaba cansada de la misma historia. –lo he perdido todo. –trate de controlar las ganas de llorar.

-Vi como a cámara lenta, iba sucediendo, ¿y sabes que hice? –gruesas lágrimas cayeron por mis mejillas. –Nada, maldita sea Thiago, no se que más hacer por ti.

-Nunca pedí que lo hicieras. –sus palabras fueron precisas pero su tono insensible no me pasó desapercibido.

"Nunca pedí que lo hicieras" sus palabras se repetían en mi cabeza como canción pegajosa, si de verdad no valoraba mi compañía ¿Qué diablos esperaba para largarme? Observé fijamente sus ojos por si cabía la duda de que tal vez quería retractarse.

Espere unos minutos largos que me parecieron eternos juntos a un silencio ensordecedor era la única respuesta que necesitaba, dí media vuelta, busque en el closet una maleta y recogí como pude todo lo que necesitaba mientras las lágrimas se adueñaban de mi rostro.

Cuando no vi que más podía echarle a la valija la cerré como pude, solté un suspiro mientras intentaba evitar a toda costa llorar frente a el, limpié las lágrimas que se habían escapado, respire hondo y me Di la vuelta encontrándome con un par de ojos color verdes claro observándome.

Nos quedamos así, contemplándonos el uno con el otro hasta que sentí las ganas de echarme a llorar, cogí mi maleta y salí de la habitación, antes de cambiar de opinión, cuando llegue a la puerta mire por encima de mi hombro le dediqué una última sonrisa y con clara melancolía en la voz le dije.

-Vete al infierno. –y salí.

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