Capítulo 1: Desconocidos en terreno agreste

1.4K 40 418
                                    

NOTA DE LA AUTORA: ¡¡¡Aquí estoy de nuevo!!! ¿pensabais que os libraríais de mí?? jojojo pues no, aquí estoy de nuevo con una nueva historia de Bleach!!! como siempre una historia picante, divertida, con enredos amorosos y con poca moralidad, con mucho sexo sucio y toque realista, así que ya sabes, si no te gusta ningún contenido de los que he dicho ¡¡no lo leas!! (pero no sabes lo que te pierdes jajaja)

En fin, siguiendo un poco la línea de mi último fic de "El síndrome de la testosterona" os traigo otra historia fresca, muy realista del comportamiento de hombres de hoy en día, tanto heteros como gays, con muchos enredos entre las parejas y otros personajes. Aquí no hay magia, ni mpreg, ni omegaverse, ni donceles ni esas cosas, es un fic cotidiano, donde prima lo natural y en fin, pues las cosas que uno se puede encontrar a lo largo de la vida. Espero de todo corazón que lo disfrutéis, solo llevo un capitulo así que dadme tiempo!! quiero ver vuestras impresiones, me ha costado muchísimo empezar otro fic, antes no me pasaba esto así que necesito vuestro apoyo más que nunca porque la imaginación empieza a agotárseme.

Este fic he conseguido empezarle gracias a mi gran amiga Sadame, sin ella no podría subirlo así que los agradecimientos también van para ella por supuesto ^^ (y las criticas tambien jojojo es broma) gracias guapa por darme las ideas, espero estar a la altura, no sólo a la tuya, sino a la de todas mis seguidoras. Sin más dilación...os dejo el primer capi!!


"Homos no Sapiens"

1-Desconocidos en terreno agreste

**Sen**

Cielo despejado, sol abrasador. El pronóstico del tiempo de hoy ha sido jodidamente acertado. Malditas noticias y malditos los meteorólogos por alegrarse al dar "buenas" noticias sobre un buen tiempo para todos. Maldito calor. No sé qué demonios hago caminando por este campo secano, árido, con zonas barrosas donde mis zapatillas de marca cara se hunden haciéndome gruñir al verlas manchadas. Ah...maldita existencia.

Alzo mi teléfono móvil hacia el cielo y gruño. Mierda. ¡Ni siquiera hay cobertura! ¿Qué pasa, es que he llegado al fin del mundo? ¡por kami! ¡cualquiera diría que estoy en un lugar remoto de Japón!! Aunque el autobús prácticamente me ha dejado tirado a pocos metros porque su línea no iba hacia el pueblo al que voy, que tenía que haber cogido el que iba directo ¡¡y yo que sabía!! ¡hace siglos que no vengo por aquí!! ¡exactamente diez años!!

¡Odio este sitio!

Escucho a varios metros a mi alrededor el sonido de las cigarras al sol. Se quejan más que yo por esta temperatura húmeda y viscosa que me hace sudar como un animal de granja. No recordaba que el calor de este país fuera tan asfixiante, echo de menos vivir en el extranjero, por mí me daría la vuelta ahora mismo, pero estaría "deshonrando" a la familia como dice mi padre.

Sigo caminando pesadamente, notando la mochila que llevo colgada a mi espalda, totalmente húmeda cada vez que se roza contra mi camisa chorreante de sudor. Ahora mismo mi pelo kilométrico es un estorbo considerable. Pese a que lo llevo recogido en mi acostumbrada coleta alta, me he tenido que hacer un moño para que no me caiga en la nuca y sentir cómo se me pegan los mechones a la piel. Es asqueroso.

Observo a larga distancia pequeñas siluetas de hombres trabajando en una plantación de arroz, alzando el pico y la pala, usando todos los músculos de sus brazos para poder atravesar la tierra y cavar un hueco lo bastante profundo para plantar las hojas y semillas. Si giro mi cabeza hacia la izquierda, en la lejanía de este campo desértico, se puede ver la silueta de un pueblo bastante grande. Ah...sin duda este es el lugar. Mi nuevo e infernal hogar.

Hace exactamente un par de semanas, recibí la llamada de mi padre diciéndome que mi abuelo había fallecido. No me dio tiempo a acudir a su entierro, pero sí recibí su testamento con el reparto de su herencia para toda mi familia. Mi abuelo, Kuchiki Senka, había sido una eminencia en vida, fiel protector de los derechos humanos y dedicado a ayudar a los demás, incluso había sido el presidente de una organización de ayuda al inmigrante y para personas dependientes de adicciones. Cuando dejó la organización en Tokio, decidió mudarse a este pueblo para seguir su trabajo social a través de la que él denominó "terapia rural". Es decir, ayudaba a todo el que hubiera tenido problemas en su vida con la ley para reinsertarse de nuevo en la sociedad, a través de trabajamos manuales, especialmente en el campo. Yo siempre estuve orgulloso de él y estudié la carrera de trabajo social, consiguiendo un gran puesto en el extranjero dentro de una organización, de la cual he tenido que despedirme para honrar la memoria de mi abuelo ya que me ha legado su proyecto social.

"Homos no Sapiens"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora