lluvia de besos

𝑙𝑙𝑢𝑣𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑏𝑒𝑠𝑜𝑠

La lluvia caía hace horas y parecía que no iba a parar en mucho tiempo, tal vez iba a durar el día entero. Pero eso no era algo que molestaba a Seokjin, porque podía pasar más tiempo con su novia.

El día anterior fue a su casa porque llevaba un poco más de una semana sin verla y la echaba de menos. La razón era un informe que la tenía pegada a su laptop, le faltaba poco para terminar pero aún así estaba alterada, así que Seokjin decidió hacerle compañía sin llegar a molestarla. Puso música suave, ordeno su departamento, hizo la cena, y masajeó sus hombros para aliviar la tensión que envolvía el cuerpo de Yongsun. Agregó a esos masajes un par de besos que lograron hacer que la pelinegra dejase su laptop para distraerse con su novio. Después de todo, ella también lo había extrañado.

Entre vino, risitas, y más besos, dieron las doce. La mayor no quería separarse de su amado, era tarde y hacía frío, así que lo invitó a dormir. Tampoco tuvo que insistir mucho, Seokjin ya había pensado en quedarse.

La laptop yacía apagada con el archivo guardado y analizado por el de largos cabellos dorados en la mesa del comedor. Ellos, en cambio, echados en el sofá de la sala de estar, envueltos con mantas, con vino y botanas en la mesa ratona, mientras una película de terror se reproducía en la televisión.

-Si quieres, podemos ver otra -Había susurrado Seokjin en el oído de su novia.

Ella, con su espalda apoyada en su torso, negó levemente -Te dije que estoy bien, Jinnie.

-Sé que te dan miedo esa clase de películas, Noona. No intentes hacerte la valiente conmigo.

-No lo intento, lo soy -Expresó orgullosa sin quitar la vista de la pantalla.

-No quiero que permanezcas despierta por eso, Sunnie -Murmuró aferrando su abrazo.

La pelinegra rió levemente. Volteó su cuerpo de manera que ahora podía estar cara a cara con él, con sus rodillas clavadas en el mueble a cada lado de las caderas del muchacho y sus narices rozando por la cercanía.

-De todas formas planeaba quedarme despierta contigo -Murmuró con voz seductora.

Aún con los focos apagados y las luces de la pantalla del televisor iluminado parte de la habitación, pudo ver como las mejillas y orejas de Jin se tiñeron de rosa al comprender a qué se refería su chica. Sus manos se aferraron a su cintura en el momento en que ella se inclinó a unir sus labios.

La película pasó a segundo plano cuando Yongsun comenzó a balancear levemente sus caderas contra las del rubio, quien no se contuvo en gemir contra su boca y colar sus manos por debajo de la camiseta de la mayor.

Sus obligaciones los habían mantenido separados y ocupados por mucho tiempo. Era lógico que aprovecharían el tiempo.

[🌧]

Yongsun se sentó en su cama luego de que un trueno la despertara. Su corazón latía acelerado por el susto, pero no tardó en volver a su velocidad normal cuando sintió cálidos y fuertes brazos envolver su cintura y esponjosos labios posarse sobre la unión entre su cuello y hombro.

-¿Estás bien? -Murmuró con la voz ronca por acabar de despertar.

-Sí, sólo... me espanté un poco -Contestó soltando un suspiro en mitad de oración. Giró su rostro para encontrarse con la tierna y adormilada expresión de su novio -Vuelve a dormir, yo iré a terminar mi proyecto.

Pero los brazos de Seokjin se aferraron a su cintura -De ninguna manera usted saldrá de esta cama, señorita -Dijo adoptando una graciosa voz que hizo reír a su novia -Tu informe está prácticamente terminado, hace falta una revisión más que nos fijaremos después del desayuno ¿De acuerdo? -Dejó un fugaz beso en su mejilla -Hoy eres toda mía, así que relájate.

-Sabes que tengo problemas para relajarme cuando la universidad está en medio.

Los gruesos labios de Seokjin se estiraron en una pícara sonrisa -Yo tengo la solución a ese problema, nena.

La mayor dejó salir un chillido que pronto fue reemplazado por risitas al ser empujada contra el colchón. Por más que aquello fuera música para sus oídos, Seokjin la silenció uniendo sus labios. Ella no tardó en derretirse por completo. Su novio tenía buenos atributos, pero la parte favorita de su cuerpo siempre fueron esos voluminosos labios, capaces de apagar su cerebro y mantenerla flotando entre las nubes con un simple roce.

Pero Jin era ambicioso. Siempre buscaba complacer más a su pareja. Por ello, rompió el beso sólo para descender su boca hambrienta de la piel de la joven mujer. Quien sonrió entre satisfecha y emocionada por lo que se venía a continuación.

Yongsun realmente amaba los labios de Seokjin.

[🌧️]

-¿Me juras que no te duele?

El más alto suspiró agotado de la misma pregunta repetida por décima vez.

-Si digo que sí ¿Vas a dejarme cocinar en paz?

Pero eso sólo empeoró la situación, porque los brazos de Yongsun se aferraron a su cintura para después empezar a repartir castos besos por toda su espalda.

-¿Qué haces? -Preguntó risueño.

-Curarte, duh. Estos arañazos lucen dolorosos, y como yo los causé es mi deber sanar tus heridas.

Jin no pudo hacer más que reír y dejarla hacer. Yong era mayor que él por un año, pero no dejaba de darle ternura.

-¿Y el cocinero puede tener un besito en los labios? -Preguntó sin dejar de hacer su trabajo.

-¿Le duelen?

-Eh... Un poquito. Su novia los mordió hace unas horas. Fue injusta, porque ella recibió algo grandioso al despertar y le pagó de esa manera tan brusca.

-Vaya. Entonces ella debería devolverle el favor.

-T-tal vez no ahora o se quemara el desayuno, pero un besito en los labios será suficiente.

La de baja estatura rió mientras lo hacía girar, se colgó de sus anchos hombros y lo besó como si no lo hubiese visto en días. Él habría extendido el gesto hasta que los labios le dolieran, pero sabía que pronto quedaría en un trance donde todo abarcaría en su novia y terminaría quemando el edificio, así que se alejó apenas juntó las fuerzas suficientes.

Y estuvo a punto de mandar todo al demonio al verla formar un adorable puchero.

-Quita esa cara o tendremos que llamar a los bomberos.

-Tú empezaste.

-Y tú nunca sabes cuando parar.

Y como la adulta de treinta años que era, le sacó la lengua, no sin antes robarle un besito.

Seokjin aún podía sentirse como ese torpe adolescente enamorado de la carismática presidenta de la clase, quien con simples acciones lograba sonrojarlo hasta las orejas.