El inicio

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No entendía qué pasaba. Las noticias mostraban imágenes de disturbios y violencia en algunas ciudades, pero en las calles, la realidad era mucho peor. La gente corría desesperada, los coches se estrellaban, y los gritos llenaban el aire.

Habían pasado solo 12 días desde que comenzó todo.

Estábamos acostadas en el cuarto de Amelia cuando un grito desgarrador nos hizo saltar de la cama. Era Susan, la mamá de Amelia, que gritaba desesperadamente desde el baño. Mi madre se levantó rápidamente para ver qué pasaba.

Al abrir la puerta del baño, encontró al tío Dereck, el padre de Amelia, en la tina, cubierto de sangre. Se había cortado las venas. Los gritos de Susan y Amelia habían llamado la atención de los caminantes que merodeaban por el pasillo.

En cuestión de segundos, los caminantes irrumpieron en el baño, atraídos por la sangre que corría por el suelo. Eran una docena, y su presencia era aterradora.

Mi madre nos gritó:

—¡Escondanse!— Amelia y yo corrimos hacia su habitación, llorando. Mi madre nos siguió—¡Suban al clóset! — gritó mamá mientras nos empujaba hacia arriba.

Amelia y yo nos subimos al clóset,en  la parte superior. Desde allí, vi cómo los caminantes atacaban a mi madre, cómo la arrastraban hacia abajo y la devoraban.

Mi corazón se detuvo. Mi mundo se derrumbó.

Amelia y yo pasamos un día completo en el clóset, llorando y temblando de miedo. No nos atrevimos a bajar, no sabíamos qué nos esperaba.

Pero finalmente, el silencio nos dio valor. Bajamos del clóset, y encontramos el baño y la habitación cubiertos de sangre y restos de mi madre.

Y entonces, vimos algo que nos heló la sangre. Mi madre y Susan, la mamá de Amelia, se levantaron del suelo, convertidas en caminantes. Sus cuerpos estaban mordidos y devorados, pero sus ojos aún conservaban un destello de reconocimiento.

Amelia gritó, y yo me quedé paralizada. No podía creer que mi madre y Susan se hubieran convertido en esas criaturas.

Nos miramos, y supimos que estábamos solas en un mundo que ya no era seguro. Teníamos que seguir adelante, pero ¿cómo podríamos olvidar lo que habíamos visto?

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Mientras caminábamos por el desolado paisaje, Amelia se detuvo y miró hacia abajo, su rostro reflejando la desesperación que sentía.

—Kat, ya no quiero seguir así— dijo, su voz apenas audible entre sollozos.

Me acerqué a ella y la abracé, tratando de confortarla.

—No digas eso, Amelia. Tenemos que seguir adelante. Georgia es nuestra única esperanza—le dije, tratando de sonar convincente.

Pero Amelia sacudió la cabeza.

—A veces pienso que lo que hizo papá es lo que deberíamos hacer—dijo, sus lágrimas cayendo sobre el suelo polvoriento.

—Tenemos que seguir adelante, por mamá y por Susan. Ellas querrían que siguiéramos viviendo".

Amelia me miró, sus ojos llenos de tristeza.

—¿Y para qué, Kat? ¿Para qué seguir viviendo en un mundo que no tiene sentido?

—Para encontrar un lugar seguro, donde podamos empezar de nuevo. Para encontrar a otros supervivientes que puedan ayudarnos. Para encontrar un futuro

Amelia suspiró y se secó las lágrimas.

—Lo siento, pequeña. Solo estoy tan cansada".

La abracé de nuevo.
—Lo sé, pero mira el lado bueno, quizá puedas encontrar a Chris Evans como sobreviviente y  como serán los únicos en la tierra follarán. —dije con un poco de humor —o puedes que sólo te consigas un vaquero.

Amelia dio una risa baja, Habíamos estado caminando durante 15 días, y aún nos quedaba mucho camino por recorrer. Nuestro objetivo era llegar a Georgia, donde esperábamos encontrar un lugar seguro entre los bosques. Necesitábamos salir de las ciudades

Pero el viaje estaba siendo brutal. Mis pies sangraban por las ampollas, y nuestras provisiones se estaban agotando. Solo nos quedaban unas barras de cereal y un poco de agua. La suciedad nos estaba corcomiendo, y nuestra ropa estaba un asco.

Sabía que necesitábamos encontrar un auto y gasolina suficiente para llegar a Georgia. Pero hasta ahora, no habíamos tenido suerte.

Mientras seguíamos caminando, Amelia se acercó a mí y me tomó la mano.

—Gracias por estar aquí para mí

—Siempre estaré para ti, para siempre y por siempre — dije con una sonrisa

Y con eso, seguíamos adelante, juntas, en busca de un futuro mejor.
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Esfume mi recuerdo, adentrándome mas al bosque, mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. El miedo me consumía.

De repente, mi pie se dobló y caí al lodo. Me resbalé y mi cuerpo se hundió en la fría y pegajosa tierra. Intenté levantarme, pero no pude. Mi cuerpo estaba entumecido y mi respiración era agónica.

Miré a mi alrededor y vi que los caminantes se acercaban. Demasiados. Su mirada vacía me hizo sentir un escalofrío. No grité. No podía. Sabía que si hacía ruido, ellos me encontrarían.

Los caminantes se acercaron, sus brazos extendidos. Me preparé para lo peor, cerrando los ojos y esperando el fin.

Pero entonces, escuché el sonido de una espada cortando carne. Abrí los ojos y vi a una mujer, con una espada en la mano y dos caminantes encadenados a su lado, cortando la cabeza a los caminantes que me rodeaban.

La mujer se movía con precisión y velocidad, su espada cortando con facilidad. En pocos segundos, los caminantes estaban en el suelo, muertos.

La mujer se acercó a mí y me miró con seriedad.

—¿Estás bien? —preguntó.

Asentí, aún jadeando.

—Soy Michonne —dijo—. ¿Como te llamas ?

—Soy Kat —respondí—. Gracias por salvarme.

Michonne me miró con una expresión seria.

—No podemos quedarnos aquí —dijo—. Tenemos que encontrar un lugar seguro.

Hasta el fin/ Carl Grimes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora