No se porque demonios siento un tremecimiento en todo el cuerpo. Él no debería hacerme sentir así. ¡Demonios! No quiero sentirme así con él. Pero que va, la vida no es perfecta y aquí estoy; haciéndome gelatina en los brazos de un hombre al que det...
Después del almuerzo, me despedí de las chicas que me invitaron a a ir con ellas a comprarle cosas a mi futura sobrina. Decline muy feliz la oferta. Recuerdo la última vez que salí de compras con Andrea, me daba escalofríos. Fue una tortura y juré que no volvería a hacer eso. Me quedé con mi madre esperando su auto que nos llevaría a la oficina de papá, yo quería hablar con él y ella quiso acompañarme.
—Artemis, Beta me llamo anoche. —dijo mamá cuando ya estabamos en el auto.
¿Mami Beta llamó a mi madre y no me llamó a mi también? Me sentí un poco celosa.
—¿Lo hizo? La última vez que hablé con ella fue hace cuatros días y me ha iba dicho que se quedarían sin cobertura durante un mes, estaban en una isla y luego navegarían a mar abierto.
—Así er a pero algo los retraso.
—¿Les pasó algo? ¿Están bien? Debemos llamar a las autoridades, tomar el avión e ir por ellos—estaba asustada pensando en un montón de cosas horribles.
—Hija, ellos están bien, descuida, no les ha pasado nada malo. —intentó mi madre de tranquilizarme, pero yo ya estaba nerviosa.
—Entonces, ¿Qué les pasó?
—La noticia de tu boda.
Me horrorice.
—¡¿Qué?!— en este punto se me había ido el alma a los pies. ¡Dios mío!
—Se enteraron de tu boda apresurada y están regresando.
Me muero. Soy una mala hija. Ni siquiera les dije a mis padres que me había casado.
¡Oh mi Dios! ¡¿Qué pensaran ahora de mí?!
—Mamá...
—No te preocupes Artemis. Ellos están sorprendidos.
—Deben estar decepcionados de mí.— dije con pesar.
—No lo hacen hija. Les conté como pasaron las cosas. No te negaré que se sintieron dolidos igual que nosotros, pero ellos entendieron. No te sientas culpable hija, estás enamorada y el amor no mide razones. Cuando venga y vean por sus propios ojos lo feliz que eres, verás que se tranquilizarán. Es normal que cualquier padre quiera conocer a la pareja de sus hijos y asegurarse que los harán felices.
¡Ay mamá! Si supieras la verdad, que no me casé enamorada.
Amor quizás es muy pronto, pero de que sientes algo por Dorian, eso no se discute.
¡Maldita conciencia!
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Al salir del ascensor mi mamá y yo nos dirigimos hacia el pasillo derecho, pasando a la recepcionista que nos saludó. Sin poder evitarlo eche una mirada hacia el lado izquierdo, ahí estaban las oficinas de Dorian. ¡Concéntrate Artemis!
