Luis y Sara

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LLevaban más de 4 días en el mismo sitio, eso en los tiempos que les tocaban vivir, no era nada bueno. Todos tenían de alguna manera la mente puesta en otro lugar fuera de ese lugubre, inóspito y alejado edificio de tres plantas al que ahora podrian llamar “hogar”.

Desde el primer ataque nadie habia podido contabilizar las bajas tanto materiales, como humanas que habian diezmado su grupo.

Ya solo quedaban unos 8... Luis y Sara,  una pareja de ancianos que milagrosamente habian sobrevivido al derrumbabiento del edificio de su residencia a las afueras de Madrid y que se habian unido al grupo casi de casualidad.

Eran la típica pareja de ancianos dispuestos a acabar sus días disfrutando de la jubilación en una residencia de lujo la cual pagaban intregamente los hijos de ambos. Llevaban viviendo 6 meses en esa residencia intentando pasar el fin de una vida plagada de trabajo lo mejor que podian aun con los achaques de la edad. Llevaban casados más de 40 años y todo el que veia la relación desde fuera juraria que eran la típica pareja de marco de foto en la que todos salen sonriendo con sus relucientes dentaduras en un prado verde lleno de luz y felicidad. 

La realidad era que la pareja habia asentado los pilares de su lonjeba relación gracias a que el tenia largas jornadas de duro trabajo y solo se preocupaba de los negocios con los cuales pagaba cenas, viajes, caprichos y hasta alguna compañia candestina, dinero del cual Sara daba buena cuenta con sus caprichos ambiciosos, aun a sabiendas de las aventuras de su marido.

Aun así todo aquello habia terminado por pasar el resto de la vida dentro de aquel paraje de las afueras de la capital.

Cuando el caos se desato ellos estaban recibiendo su comida diaria compuesta por un menu más que digno para su estilo actual. La voz de alarma la dió una de las enfermeras que acababan de reclutar para las suplencias de verano tenia enganchada del antebrazo a uno de ancianos recien llegados, su familia no podía pagar la cama del hospital en el que le estaban tratando se lo que parecia un simple costipado, la residencia se hizo cargo prometiendo a la familia unos cuidados de ensueño como rezaba la publicidad.

En lo que parecia un ataque de apilepsia grave las mandibulas del anciano enfermo estaban atenazando el antebrazo de la chica que no podia mas que gritar y pedir ayuda, por suerte para ella un anciano de su edad hace tiempo que la funcionalidad de sus dientes dejaron mucho que desear hace tiempo y solo le produció un moraton más que marcado y evidentemente, un susto tremendo.

Lo que ocurrió a continuación transcurrió en segundos y nadie sabria decir con exactitud lo que realmente pasó.

Despues de sedar al anciano y que se durmiera alertaron al hospital que le trataban para conocer si realmente padecia de epilepsia, pero minutos despues de realizar la llamada el ejercito entro en la residencia sin previo aviso precintando y reteniendo a cada habitacion y persona que se encontraba en aquel edificio, una vez hecho esto y como si de un robot se tratase recitó en voz alta lo que parecia ser una carta oficial del ministerio de defensa.

“Debido a la inminente pandemia que hemos detectado a los largo del dia de hoy, procedemos a mantener cuarentena total a cada persona que haya sido expuesta al virus, si alguien opone resistencia o intentaba salir del edificio sin autorización previa, se tomaran medidas drasticas”

Luis no podia creer lo que le estaban proponiendo, el una persona que tanto a viajado, que tantas cosas a visto, que nadie nunca le ha cortado las alas, pretendia que estuviera encerrado lo que podrian ser sus ultimos 40 dias sin poder salir. En ese momento y sin dudarlo cojio a Sara por el brazo y la insto a salir sin demora, su sorpresa aun fue mayor cuando un militar desenfundo su arma reglamentaria y lo unico que dijo con un tono mas sin sentimiento alguno fue:

“ ¿No ha entendido la nota informativa, señor? “

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⏰ Última actualización: May 13, 2020 ⏰

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