Temor a lo desconocido

6.- Maldiciones

Oswald había quedado preocupado luego de la salida de su jefe y amigo a la casa de aquel sujeto. No le daba confianza, era petulante y engreído, además trataba a Harry con una confianza extraña, era como si se burlara de él en cada palabra; pero eso a Harry parecía no importarle. A pesar de eso, se durmió pensando en que si su jefe lo necesitara, le llamaría.

A la mañana siguiente, respiró hondo incorporándose en la cama, ese día debían recibir los resultados de las pruebas realizadas a los últimos hallazgos, además de nuevas órdenes directas desde la ministra Granger. Decidió darse una ducha rápida antes de ir a buscar a Harry para averiguar cómo le había ido en la reunión de la noche anterior. La palabra "reunión" sabía amarga en su boca, pero definitivamente no era que él estuviera celoso, para nada. A los quince minutos estaba listo con su ropa sencilla y la capa de auror en el brazo; caminó hacia la habitación de Harry, observando cómo sus compañeros estaban en distintas etapas de levantarse.

— ¿Harry? -Oswald tocó tres veces en la puerta—. Hey, tenemos exactamente cuarenta minutos antes de hablar con la ministra Granger. —Volvió a tocar—. ¿Harry? —Pero no escuchaba ningún sonido dentro de la habitación de su amigo, comenzó a impacientarse—. Hey, voy a entrar... no quiero que te enfades, ¿sí?—Luego de lo sucedido con la lechuza, Oswald había sido mucho más cauteloso con Harry. Abrió la puerta con un sencillo Alohomora, para luego quedarse pasmado en la entrada. La habitación estaba desierta, pero lo más desconcertante era que la cama estaba perfectamente tendida, algo que Harry jamás hacía. Algo andaba mal, Oswald lo sentía en todo su cuerpo. Respiró profundamente, repitiendo el mantra de los aurores "Los sentimientos no deben interferir en la misión".

¿Y si era algo personal? Harry dijo que le llamaría si algo se presentaba. ¿Si iba a buscarlo y lo encontraba en una posición comprometedora? Oswald no creía estar preparado para tal escenario. ¿Pero y si Harry había sido atacado por ese tal Malfoy? O peor aún, ¿La persona que estaba detrás de las marcas encontradas en las cuevas era su atacante?

Oswald tronó el cuello y se dirigió con seguridad hacia los dormitorios de sus compañeros, indicándoles a todos que los necesitaba en cinco minutos en la pequeña sala que unía todas las habitaciones.

Los aurores comenzaron a llegar prontamente, y Oswald los esperaba de pie junto a la chimenea, pensando cómo organizar la misión; al ser el segundo al mando, en ausencia de Harry él debía tomar las decisiones y liderar el equipo.

Quince minutos después, todos estaban en la sala expectantes observando a Oswald; éste se aclaró la garganta y comenzó a hablar.

— El auror Potter salió anoche a encontrarse con el testigo del caso, Draco Malfoy, para obtener algunos datos relevantes para el caso. —Esto Oswald no lo sabía, pero era más sano ir por ese camino—. Y no ha regresado.— Los ojos de todos los presentes se abrieron en comprensión, mostrando diferentes grados de preocupación e incertidumbre—. A pesar de que he decidido formar una brigada para ir en su búsqueda, debemos esperar a la ministra Granger para informarle de este grave incidente, obtener su confirmación o que nos indique si tiene otros planes. Vayan a sus habitaciones a alistarse, apenas esté decidido les informaré.

Los aurores se dirigieron a sus respectivas habitaciones, nerviosos y murmurando. Oswald esperó pacientemente los diez minutos hasta que la chimenea se iluminó con la cabeza de la ministra Hermione Granger.

— ¿Harry? —Dijo la cabeza de flamas verdes—. ¡Oh! Oswald, un gusto verte. —La cabeza se movió a ambos lados buscando—. ¿Dónde está Harry?

— Buenos días Ministra Granger; me temo que no tengo buenas noticias para usted.

— ¿Qué sucede Oswald? —Hermione comenzó a impacientarse.